El Asado Del Diablo

  asado

El fuego se eleva en grandes llamaradas e ilumina en su entorno figuras fatasmagóricas que giran a su alrededor. Unas sombras que a veces se alargan desmesuradamente y  que en otras se contraen caprichosamente y cabriolean sobre las paredes del rancherío. Se dispersan estrellitas rojas que se pierden en la negrura de la noche. Suena muy fuerte una música que aturde los sentidos. Hay que danzar y danzando están en torno a las llamas. Se baten palmas y desafinadamente también se canta.  Laten violentamente los corazones. El aire está caliente y cargado de perfumes.  Olor a leña quemada. Olor a humo. Olor a carne… a rica carne que se dora al calor de las brasas. Chisporrotea la grasa que cae. Olor a vino y a caña  que hoy, solamente hoy, corre con libertad en vasos de vidrio y viaja sin cesar de boca en boca. Risas y más risas… Gritos de felicidad incontenida…

La casa del Lagarto González está como muchas cerca del arroyo, del otro lado de la vía, entre el ramerío de cina-cinas,  retamas y acacias retaconas. El Lagarto la fue formando de a poco, con restos de chapa y palos que encontraba por ahí y que las acarreaba en su carro. Tiene, al decir de sus vecinos,» buenas comodidades» .  Una habitación caudrilonga que le sirve de fogón y donde se reune la familia para comer, descansar, discutir, pelear y hacer las paces, escribir, leer… Una pieza alargada con divisiones precarias en su interior  y que se va estirando en la medida que crece la descendencia   hace de dormitorio.   Formando  martillo un cobertizo donde se guarda el carro y mercaderías diversas que se consiguen en el  diario «changar». Son montones de cartones, plásticos, baterías en desuso, cables, pedazos de colchones… Más atrás, identificable por sus emanaciones  y el sobrevolar de las moscas, el retrete.

–¿ Viste, che Carmela que tamaña fiesta en lo del Lagarto?. Una fiesta como si fuera fin de año digo yo…

_ ¿ Y quién no se iba a enterar con ese relajo bárbaro que tienen?.

_ ¿ Tú no sabes ques lo que festejan esos disgraciaus?.

_ ¡Y yo que sé!.  ¿ Se habrá ennoviau la Cata?. Yo la he visto muy alborotada a la mosquita muerta esa… Pa mi que anda con el flaco perchento que trabaja en la carnicería. ¿No la has visto tú hecha un caramelo?.  Pa mi que en cualquier momento «saca la grande»…

_  Lo que yo digo, pienso, no, es que diande sacaron la plata… ¿Le habrán acertau a la quiñela?. Porque mira que las cosas están carísimas, cada vez más caras. ¡Cómo pa fiestas estamo!.

_  Cuando yo pasé ya era de noche y no vi bien quienes andaban, pero me pareció questaban solo eyos…

El Lagarto ahora está preocupado en que la carne «no se le pase» y anda en torno al fuego con ojos enrojecidos y piernas flojas. No piensa. No quiere pensar. Es hora de disfrutar con la familia la oportunidad que le dio la vida….

–¡ Ah!….¡ Ser rico por unos instantes!. ¡ Quién no lo va a querer!. ¡Y pensar que a medio día nos chiflaban las tripas y engañábamos el estómago con unos mates lavaus y pan viejo…!. Y ahora… comer y chupar hasta quedarnos pipones!….¡Ah!…. ¡Qué vidurria!…

Matilde su mujer ya le dio la leche a Minguito , hace bromas a sus hijos y se ríe por cualquier cosa. Ya han puesto una tabla sobre dos tanques en el peladar del patio para que sirva de mesa. El fuego está más bajo pero el braserío da un calor bárbaro. Como es noche sin luna se ha ido quedando bastante oscuro.

— ¡Mamá! ¡Mamá!.  ¡Están los milicos!. ¡ Están los milicos!.

— ¿Qué dices Cholita?.

— ¡Que vinieron los milicos!. ¡ Ahí vienen!. ¡Ahí vienen!. ¡Los milicos mamá!.

Frente al rancho del Lagarto se detuvo el patrullero y de él bajaron dos uniformados que se dirigen muy erguidos, linterna en mano y a pasos rápidos hacia «las casas». El Lagarto que sintió el escándalo de sus hijos sale a recibirlos con una cuchilla en la mano y un tenedor en la otra.

–¡Buenas noches González!

_¡Qué González ni González!. ¡Más repeto che!.    ¡ Soy el Oficial González!.      ¡ Buenas noches!.

— Bueno, disculme oficial… Lo que pasa es que nos conocemos de gurises… ¿qué se le ofrece?.

_ Tuvimos una denuncia de que aquí  habían  ruidos molestos que alteraban el orden público y hemos venido a investigar y a ponerle coto a esta situación. ¿Qué es lo que pasa aquí?. ¿Qué es todo este bochinche ?. ¡Apague esa música inmediatamente!.

_ Tú no podrás creer González, pero el mundo tiene gente buena.Hay gente mala, muy mala que a mi me han hecho pasar de todito, pero también hay de la otra, gente con corazón, gente generosa…

Al Lagarto se le empiezan a caer unas lágrimas y la voz se le aflauta primero y luego se le estrangula en la garganta y no puede decir más. Quiere decir algo más pero no puede.  Formando un cortejo a distancia están la mujer y un montón de niños de todas las edades. Están ahora mudos y expectantes.

–¡Y que me vienes tú, Lagarto, con toda esa palabrería.  Meta  bla bla bla…   .     ¡ Ni que estuvieramos en tiempo de elecciones!. ¿ Y qué es eso que tienes ahí?. ¿De dónde sacaste tú toda esa comida?. ¡ Pero mira Ramírez toda la bebida que tienen!. Damajauna con  vino, botellas de refrescos, caña… ¡Y una parrilla llena de carne!. ¡ Ah!… ¡Pero no se puede creer!. ¿Qué es esto? … ¡Una torta!…. ¡Menos mal que vinimos Ramírez!…¡Menos mal!….

_ Es que, como te decía, hay gente buena, buenaza…

_¡ Si, si!. ¡No jodas che!. ¡Aburridos estamos nosotros que andamos siempre persiguiendo delincuentes de que nos hagan versos!. ¡Si sabremos de versos nosotros… Vamo al grano:  tú siempre has sido un muerto de hambre, vamo a decir la verdad,   que comes saltiau.  Plata nunca tienes. Tenías hambre y bueno… » se te fue la mano» , así que vas a tener que explicar a la autoridá de donde sacaste el dinero para darte tamaña fiesta. Sin duda que te debes de haber saltado alguna ventana o encontraste alguna puerta mal cerrada…alguna billetera descuidada por ay…  Mira Lagarto, si tú confiesas rapidito yo hablo con el Comisario y capaz que todo queda en una buena calabociada…

— ¡No González!…. ¡No!… Es que tú no sabes que hoy, poco dispués del medio día, estábamos tomando unos mates con la mujer y los gurises…unos pedazos de pan y unos bizcochos de ayer que nos dieron en la panadería…y de repente… paró un auto… ¡Un autazo!… ¡Un Mercedes!. Y se ponen a mirar pa ca, con insistencia che!… ¡Como si fueramos bichos raros!…  Y ya estaba yo por echarlos a la mierda cuando se baja una señora rubia, elegante, pituca….

— ¿Pero qué mentiras me quieres echar?….¿Pero qué clase de cuento es este?. ¿Pero qué te has creído?.

El más chico de los López se prende de la madre y llora. Carolina está roja de indignación pero se cuida de no intervenir porque su hombre así lo ha establecido siempre… palo mediante.  Al Agente de Segunda, Juan Ramírez se le hace agua la boca con los aromas que se desprenden de la carne asada. Desea que el Oficial González termine rápido el procedimiento.

— ¡ Tú tienes que creer porque ay está mi mujer y los gurises de testigo!.  ¡Yo no miento!. ¿ Pa qué iba a mentir yo?…   La mujer y el marido que andan veraneando por acá, platudos ellos,  se ofrecieron para traernos todo esto que ves acá… ¿Y quién les iba a decir que no? . Dime tú…  ¿quién les iba a decir que no?. Y al ratito nomás, meta bajar cosas del auto…

–¡ Mira Lagarto, todo eso son nada más que patrañas!. ¡Puras mentiras!…  Así que andando… le explicas todo eso al Comisario. Ramírez espóseme a este hombre que queda detenido por hurto, hacer ruidos molestos y porte de armas…  ¡No faltaba más!.  ¡Si no fuera por nosotros que siempre cumplimos con el deber….!

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Un comentario sobre “El Asado Del Diablo”

  1. el 20 Jun 2009 a las 8:252mery larrinua
    Gracias Felipe, yo tambien he leido los tuyos, siempre me gustan, pero hay momentos que por una razon u otra, no nos animamos a comentar. Saludos. Mery

    -y en referente a tu cuento….mmmm…palo porque boga y palo porque no boga….son realidades que muchos desconocen…y muchos olvidamos….gracias ….mery

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