AGHATA LA PERRA QUE SE CREIA GATA

                                                                        AGHATA
                                             LA PERRA QUE SE CREIA GATA
                                                   (Basado en una historia real).

Había una vez una vez una pobre perra abandonada y callejera, que deambulaba triste por las frías calles de la ciudad. Solo tenía siete meses de edad y la habían abandonado sin piedad.
Una niña que caminaba por el barrio llamada Cristina vio que la perra no tenía dueño, y que estaba muerta de hambre y de frio, y triste fue a decirle a sus padres que la adoptaran, pues la adopción es una forma hoy en día, en que la gente ayuda en algo a solucionar el problema de abandono de animales de compañía en las ciudades.
Pero sus padres sobre todo su padre, se opuso rotundamente, porque decía que no había espacio en la casa.
Pero tanto fueron los ruegos de la niña, que al fin accedieron, y Cristina adopto a la perrita y le puso por nombre Aghata, en honor a una escritora.

Pasaron algunos años y Cristina y Aghata crecían juntas, y Aghata llego a crecer tanto como un perro de raza grande. Un día jugando, con el frisbee Cristina noto que su perra como que se creía gata porque siempre se quería subir a los techos, al pasar los días las sospechas de cristina se confirmaban.
Un día se le perdió en la casa.
– Agahta! Aghata.
No respondía y a la calle salió Cristina a buscarla, y fue a donde comúnmente se encuentran los perros callejeros, pero no la encontró y cual fue su sorpresa al mirar lejos y verla en el techo de la vecina, caminando tranquilamente.
Aghata! Aghata!
-Le grita Cristina sobresaltada por el ruido en el techo de las tejas rotas, causado por las correrías de su perra con sus amigos gatos.
-Se la pasa en el techo, se cree gata no tiene amigos perros sino amigos gatos!
Afirmaba y se la imaginaba en el techo en un club fantástico de gatos con todo tipo de comodidades, arena limpia, manantiales de agua y pescaditos por si quieren un bocadillo, sillas, sombrillas, todo para los gatos, cocteles de leche, y Aghata en el medio, tratando de acomodarse en las pequeñas cosas de los gatos y ella que es una perra bastante grandecita, se ve bastante extraña. Pero los gatos la aceptaban igual.
-Aquí tenemos el pollo, para celebrar.
Dijo don Pascual,
Al levantar el mantel solo algunos pequeños huesos quedaban en la bandeja.
-Quien se ha robado el pollo? Ha sido Un gato.
Grito angustiado tomándose la cabeza.
Y Cristina instantáneamente se dio cuenta de que había sido Agahta, la cual efectivamente trepaba techos con el pollo en la boca y lo llevaba a compartir con sus amigos gatos.
Así pasaron felices los años.
Un día, Cristina y Agahta salieron a pasear y abordaron un trasporte público de la ciudad, están junto a la puerta de salida, cuando el bus hace una parada en el centro Agahta observa a un viejo gato amigo y se baja al andén un poco para saludarlo…
-Hola viejo rayado.
Pero apenas se baja, las puertas del bus se cierran y este arranca a toda velocidad y Agahta no se percata, y sigue hablando con rayado, Cristina no se bajó, y también está totalmente distraída pensando que Agahta va con ella en el bus.
De pronto Aghata interrumpe su conversación con el gato
-Espera, oh no!
Y se da cuenta de que Cristina no se bajó y que el bus no está. y cuando asustada observa ve decenas de buses iguales al que venía, todos alejándose, y empieza a correr persiguiéndolos.
Cristina! Cristina!
Ladraba pero ninguno de los buses respondía gente diversa viaja en ellos , y a nadie le importaba a una perra corriendo por la calle, mientras a suvez Cristina se da cuenta que Aghata no está con ella y le grita al conductor.
-Pare por favor.
y se baja desesperada gritando.
-Aghata! Aghata!
Y toma un rumbo corriendo por una calle mientras que en el mapa se aleja más de Aghata y esta corre hacia el lado contrario, la noche cae y Aghata persiguiendo un bus llega a su terminal y se bajan tres persona que no son las que Aghata espera, y su rostro denota desilusión, está muerta del cansancio y tiene mucha sed.
-Que hare ahora? Tendré que volver a sobrevivir en la calle! Pensaba mientras observa un basurero en la esquina y agotada empieza a devolverse lentamente.
Cristina en su casa llora desconsoladamente y se imagina a la pobre Aghata en la calle y observa el cojín donde ella duerme, mientras Aghata se arrincona en un portal de una iglesia y se dispone a tratar de dormir en la fría y oscura noche.
En las redes sociales una foto inunda las paginas y es la de Aghata posando muy elegante en uno de sus cumpleaños, y con un letrero grande abajo que dice “se busca”.
-Si mi amiga se me perdió.
Lamenta cristina mientras conversa y observa a Belkis su mejor amiga por una videollamada a través de internet.
-Y no sabes exactamente donde fue ? Le dice Belkys en el recuadro de la video-llamada.
-No amiga.. y no sé qué hacer.
Dice Cristina mientras observa en un portarretratos la foto de ella y Aghata muy felices en un parque.
Mientras Aghata muerta de frio trata de acomodarse lo mejor posible en las frías lozas de la iglesia, de pronto una sombra grande se acerca y unos fieros ojos brillan en la oscuridad seguidos de gruñidos. Cuando la luz del poste ilumina a contraluz la sombra que avanza se descubre un perro grande negro y amenazador que se acerca a ella,
Atemorizada Aghata se incorpora y el perro grande le ladra y gruñe amenazador.
-Este es mi sitio, es que no ves o hueles.
Le dice el perro a Aghata señalando la pared y una mancha de orina en ella.
-Está marcado?
Le dice Aghata con su mejor sonrisa y empieza a caminar despacito y de lado mientras le habla al perro grande.
-Oh si cuanto lo siento señor jejeje si claro yo sabía que estaba marcado, yo solo se lo estaba cuidando. Le dice mientras trata de llegar al borde de la escalinata de la iglesia.
-Si claro como no cuidando!
Le dice el perro mientras salta cerrándole el paso.
-Pues no creo que estuvieras cuidando y por tu imprudencia pagaras el precio.
Le increpa el perro grande amenazándola y gruñendo.
En ese momento del oscuro cielo junto con algunas gotas de lluvia que empiezan a caer baja veloz una lata de atún vieja y abierta y va a dar en el centro de la humanidad de la cabeza del perro grande rebotando.
El perro se agarra la cabeza con sorpresa y Dolor.
Auchh… Se queja
Y un maullido grito surge desde el techo de la iglesia.
-Miau -Metete con uno de tu tamaño…
El perro grande asombrado observa hacia el techo de la iglesia mientras le rebotan gotas de agua en la nariz.
-Quien ha tenido la osadía, la pagara caro.
En el techo de la iglesia surge una sombra recortada por la luna llena entre las nubes grises. Es la sombra de un gato viejo con un gorro y trenzas, es el viejo rayado.
-Que te pasa Gruñón acaso no hay suficiente espacio en la calle.
Le dice el gato.
-No este es mi sitio Rayado tu sabes, yo lo marque.
Le dice el perro señalándole la pared.
-A yo también lo marque.
Le dice Rayado señalando varias marcas en la pared de la fachada de la iglesia.
-y que, eso no me da derecho de abusar de una pobre perra perdida.
Mientras ellos hablan, Aghata tiesa como un palo ,se ha ido corriendo en puntillas hacia el borde de la escalinata de la iglesia.
-Perra perdida, no te lo puedo creer acaso me vas a decir que ella anda perdida.
Le dice el perro, mientras gira y asombrado observa que Aghata no está donde estaba sino alejada de el en el borde de la escalinata.
Aghata se asusta cuando el perro la mira y ambos se quedan medio paralizados, Aghata abre sus grandes ojos, y el grito de Rayado se oye desde el cielo.
-Corree…
Rayado observa que Aghata emprende la huida y el perro grande va tras ella. Los dos perros recorren callejones llenos de basura tirada, los charcos explotan y salpican cuando Aghata pasa corriendo por ellos.
-Crees que podrás escapar ¡Tendrás que pagar el precio.
Le gruñe el perro a Agahta mientras la persigue.
Agahta observa corriendo un contenedor de basura y un muro, y se dice.
-será que lo puedo lograr.
Y sin pensarlo se lanza hacia el contenedor.
Rayado corriendo por el techo mira las intensiones de Aghata y la anima.
-Vamos Aghata tu puedes.
El perro grande se aproxima corriendo amenazador a Aghata , pero esta salta sobre el contenedor, después sobre el muro, después sobre una saliente y asombrosamente de un último salto arañando el muro y con esfuerzo llega al techo, en donde rayado corriendo se acerca a ella.
-Lo lograste Agahta, que bien, burlaste al perro.
Mientras Gruñón abajo mas gruñón que nunca ladra amenazando y dando vueltas sobre sí.
-Grrr espera no mas a que te agarre, apuesto a que le enseñaste ese truco Rayado.
-No ella aprendió sola para que sepas.
Le dice Rayado sonriendo con sarcasmo.
-Acaso se cree gata.
Le gruñe el perro.
-Si ella es una perra-gata y tiene ese don de subir a los techos,
Y andar como un gato, aunque es un poco grande para andar por la tejas.
Dice Rayado mientras observa a Agahta y esta sonríe nerviosa y quieta bajo sus patas se parten dos tejas.
-Embustes. tendrá que bajar en algún momento y ya ajustaremos cuentas.
Dice Gruñón amenazador y se aleja por la calle cruzando en la esquina.
Aghata observa cómo se aleja y resopla tranquila.
-Uff que susto, que perro tan feo, nunca me habían amenazado tanto por echarme en un lugar ajeno, ni siquiera cuando me subo a las camas de mi dueña.
Y se imagina saltando feliz en una cama y revolcándola toda.
-Qué bueno que lo esquivaste y saltaste hasta el techo.
Solo los gatos lo podemos hacer.
-Gracias Rayado, por haberme salvado, creo que mejor dormiré en el techo.
Rayado sonriendo la observa. Y le dice.
-Ven sígueme tengo un lugar mejor.
Y ambos se alejan caminando por el techo con la luna de fondo, y de vez en cuando se escucha como una teja se parte, cuando Aghata da un paso.
Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, una paloma revolotea en la cabeza de Aghata que se despierta sobresaltada.
-A dormir donde la trasnocharon.
Le grita mientras revolotea soltando plumas y reclamando el sitio como su espacio.
-Está bien, está bien…dice Aghata saliendo del pequeño techito donde se encuentra para darle paso a la paloma y su familia que ocupan el lugar, deslumbrada por el sol no puede ver bien por dónde camina y tropieza con un pequeño cuerpo que se encuentra acostado boca arriba en la terraza cayendo de bruces sobre sus narices, y levantando polvo en la terraza, el cuerpo es de Rayado que se encontraba durmiendo a pocos metros del techito.
-Que pasa vieja Aghata, ya no ves de lo vieja.
Le dice Rayado a Aghata sobándose la barriga.
-Que pena Rayado., no te vi ahí acostado.
Le dice Aghata incorporándose rápidamente y sacudiéndose el polvo de la nariz con sus patas delanteras.
– Todo el mundo me amenaza en todas partes.
-Fresca no te preocupes.
Le dice Rayado incorporándose.
-En esta terraza solo hay gatos de la calle, que te respetan y te quieren porque les diste la mano algún día.
-En serio.
Le dice Aghata y con la vista más clara, observa toda la terraza llena de gatos durmiendo, de todos los colores, rucios por el polvo y el mugre, la mayoría excesivamente delgados, como Rayado que ya es un gato viejo al que le gusta el regué y tiene una pinta muy peculiar como si fuera un rasta Jamaiquino, algunos se empiezan a despertar a estirar sus patas y sus cuerpos.
-Esto está lejos de ser el club de gatos que mi Mama Cristina y yo nos imaginamos, lleno de todos los lujos y comodidades gatunas.
.-Así es vieja Ágata.
Le dice Rayado.
-Esta es la triste realidad, Todos los gatos que tú ves aquí son pobres, abandonados y enfermos solo los gatos que son adoptados, tienen una vida de comodidades y eso si dan con un buen amo.
.Ay, que será de mi Cristina, ella me adopto y ha sido la mejor Mama del mundo.
Suspira Aghata mirando al horizonte todos los edificios del centro.
-No te preocupes.
Le dice Rayado.
-Tengo un plan para ayudarte a encontrar a tu Mama.
En ese momento varios ladridos alarmados se escuchan desde la calle, y todos los gatos se levantan sobresaltados y corren a mirar por el borde de la cornisa.
-Es la policía!
Grita un gato, y las cabezas de todos los gatos alineadas se observan asomándose en el borde de la terraza y Abajo una enorme camioneta blanca se detiene y descienden de ella tres hombres uniformados de naranja los cuales sostienen cada uno una moderna red de captura, los perros corren por un callejón asustados de un lado para otro, se encuentran sin salida y uno a uno van siendo capturados y llevados a la camioneta la cual cuenta con capacidad para ocho jaulas, entre los perros que están capturando esta Gruñón, que ya no es tan gruñón sino que está muerto del miedo, cuando ve que el hombre con la malla se acerca.
-Oh no la policía va a capturar a Gruñón, aunque no me cae tan bien pero que le pasara ahora.
Dice Aghata acercándose a Rayado que ha estado observando desde un lugar más alto toda la acción.
Rayado es un gato viejo y muy sabio, y fuera de su pinta Rasta particular, es un gato muy peculiar.
-No te preocupes. Le dice Rayado mirando con tranquilidad a Aghata, Primero que todo no son la policía, como dicen estos jóvenes, ellos son un organismo gubernamental que vela por la protección y la defensa de los animales, y que realizan operativos de control, para curar, limpiar y posteriormente dar a los capturados en Adopción.
-De verdad, entonces no le espera nada malo a Gruñón, le dice Aghata.
-No todo lo contrario será dado en adopción a un amo que necesite un perro con las cualidades de Gruñón para él es lo mejor que le puede pasar, tendrá comida y será querido, tendrá su espacio, y ahí Gruñón será feliz y vivirá mejor que en estas calles muriéndose de hambre.
– Y si es así porque no se entregan ustedes a ellos para ser adoptados , le dice Aghata.
-Les da miedo.
Le dice Rayado señalando a los gatos y acomodándose en el techo mientras observa cómo se aleja abajo la camioneta blanca por la calle.
-Ellos creen en fabulas e historias tenebrosas de organismos siniestros que existieron hace mucho tiempo, las cosas cambiaron y ya hasta las leyes protegen también a los gatos.
-Y tu porque no te entregas a ellos si sabes la verdad.
Le dice Aghata acomodándose a su lado.
Rayado observa a Aghata como si hubiera perdido la esperanza.
-Porque a mí nadie me adoptaría, yo ya estoy muy viejo, y nadie adopta a los viejos.
-Y tú que sabes. Le increpa Aghata a Rayado. De pronto a algún amo si le gustan los viejos, y hay personas que les gusta más los viejos porque son más calmados y no tan destrozones como los cachorros.
Rayado la mira de reojo y se voltea dándole la espalda..
-No se no estoy seguro de querer un amo, me gusta mi libertad aquí en los techos,
-Aghata se le atraviesa.
-Pero no te gustaría tener tu lechita caliente y tu camita abullonada, con una hermosa piscina de arena limpia. Créeme, un amo son buenas comodidades y yo extraño todo eso, bueno menos la arena limpia no la necesito.Y Extraño sobre todo a mi Mama Cristina-
Aghata con la mirada triste agacha la cabeza y voltea y se aleja caminando y se echa en un rincón de la terraza, Rayado la observa con lastima, y se queda pensando.
El sol calienta la terraza y algunos gatos bostezan del hambre, Rayado se encuentra pensando y de pronto sus ojos se abren se levanta y se dirige a donde esta Aghata.
-Ya esta no te preocupes vieja, tengo la solución para encontrar a tu Mama, todos estos gatos nos ayudaran ellos están muy agradecidos contigo, porque tu robabas comida para ellos te acuerdas, pues ya tengo un plan y todos los días haremos el mismo ritual hasta que aparezca tu Mama, yo sé en qué lugar está el paradero donde te perdiste, Ahí empezaremos.
Aghata mira a Rayado con asombro en sus ojos, con sorpresa y desconcierto, también con duda y malicia toda reflejada en sus grandes ojos cafés.
Mientras los demás gatos se van reuniendo alrededor de ellos
Cristina triste y sola camina por un callejón de piedra cerca donde está el paradero en el que Aghata se perdió. De pronto se detiene para observar un poste en el que se encuentra pegada una pancarta ya roída por el viento donde está la foto de Aghata,
Con los ojos llorosos la mira por un rato y continua su camino exhalando un suspiro, como perdiendo la esperanza de encontrarla.
Un reloj despertador suena estrepitoso, La reja de un almacén es levantada, de una cafetera se sirven una taza, un periódico es lanzado a la puerta de una casa. Un grupo de niños uniformados de azul llegan corriendo y se suben todos a un autobús escolar. La ciudad despierta, amanece en la gran capital.
En medio de los enormes edificios del centro, se filtra el sol candente de la mañana, e ilumina sus fachadas y sus balcones, el paso del tiempo se deja entrever por el movimiento del sol en los edificios.
Al mediodía un grupo de gente se amontona en una de las esquinas
Y su murmullo va creciendo mientras todos miran asombrados señalando hacia el otro costado de la calle y algunos empiezan a tomar fotos con sus celulares.
-Estas seguro de que esto va a funcionar.
Dice Aghata tratándose de acomodar una corona de flores blancas mal puesta en sus orejas, y como si fuera una esfinge con las patas delanteras bien estiradas, va echada sobre una tabla sostenida por cuatro gatos quienes la llevan con dificultad en hombros como si de una reina se tratase, y rodeándolos van más de treinta gatos caminando y maullando a destiempo como si de una protesta se tratase.
-No te preocupes vieja Aghata esto funciona porque funciona.
Le dice Rayado quien va a la cabeza de la procesión sosteniendo un bastón
– Nos volveremos virales, vas a ver, virales.
Dice riéndose.
La gente se aglomera tomando fotos, señalando y murmurando
-No te da miedo que esta gente nos haga algo, que tal llamen a la policía, o a esos señores que no son la policía pero no quisiera ser llevada y adoptada por otra persona.
Dice Aghata que va bien quieta y derechita mirando de reojo a todas las personas a su alrededor.
-Ya tengo previsto eso, dice Rayado mientras camina y observa sacando un radio y hablando por él.
– Como va todo en la costa.
En una de las esquinas cerca donde va la procesión, un gato vigila, una calle, tiene gafas oscuras y un radio en su pata el cual activa un botón.
-No hay moros en la costa. Dice el gato mirando de lado a lado
En otra esquina llena de basura cerca también de la procesión, otro gato con otro radio habla por el mirando a todos lados.
-Aquí centinela dos, tampoco hay moros en esta costa.
Y en un techo alto donde se observa la procesión abajo y la gente otro gato activa otro radio.
-Aquí centinela tres, en esta costa tampoco hay moros.
Rayado guarda el radio en su mochila y continúa caminando.
-No te preocupes vieja Aghata tengo todo fríamente calculado, haremos esto todos los días durante veinte minutos no mas por que los gatos se cansan con tu peso.
Y así fue como todos los días los treinta gatos por veinte minutos sin faltan salieron a la calle a caminar con Aghata a cuestas.
-Cristina! Cristina!
Gritaba Belkis la amiga tocando la puerta.
-Que paso?
Cristina se asoma por una ventana en el segundo piso.
-No has visto las redes sociales, han visto a una gran cantidad de gatos en el centro con una perra muy parecida a Aghata.
-Yo no creo en las redes sociales.
-Le dice Cristina cerrando la ventana estrepitosamente.
Pasan unos segundos se oyen unos ruidos adentro de cosas cayéndose y se abre la puerta de la calle y sale Cristina con un bolso cerrando la puerta y caminando con una expresión de aburrida y amargada.
-La mayoría son mentiras, solo publican mentiras, yo no creo en las redes sociales no creo en internet.
Dice acomodándose un gran bolso rosado fucsia.
-No! es verdad la han visto en el centro.
Le dice Belkys atravesándose, Cristina la esquiva y sigue su Camino.
-Sí, Centro además de eso voy al Centro y voy tarde a una cita de trabajo. Nos vemos.
-Dice cristina alejándose de Belkys que se queda mirándola.
Dentro de un bus publico atestado de gente, unas señoras empiezan a murmurar y la gente a mirar por la ventana del costado derecho.
-Dios mío que poco de gatos.
Dice una señora con la mano en la boca, mientras otra señora a su lado se acomoda sus gafas.
-Pero la grande la que va cargada no es una gata, que raro, es como una perra. Se creerá gata?
Dice la señora mientras un celular a su lado hace clic al tomar una foto, en el fondo del bus alejada de la puerta de salida se encuentra Cristina sentada en medio de dos señores gordos apretujada se trata de acomodar como puede y se abraza a su bolso color rosado fucsia triste exhala un suspiro como recordando.
-Ay mi Aghata .
De pronto como reaccionando, levanta su cabeza.
-Perra que se cree gata?
.Se pregunta cuando alcanza a escuchar de la gente en el bus.
Se levanta como puede de en medio de los dos gordos, y trata de ver entre la gente la ventana por donde observan pero el bus va muy lleno.
-Que chistoso se creerá gata.
Dice un señor cuya cabeza es movida a un lado por la mano de Cristina que asomándose, va agrandando cada vez más sus ojos.
El bus lleno de gente va en medio del trafico de la ciudad, cuando un grito se escucha a todo trueno adentro.
-Paren! Paren!
Es Cristina que trata de abrirse paso entre la apretujada gente.
-Paren! Por favor el bus es Aghata! Es mi perra.
El bus sigue rodando y el conductor no puede escucharla porque lleva música vallenato a su lado a todo volumen.
Cristina desesperada en medio del tumulto empuja a un señor bruscamente el cual empuja a su vez un cono que estaba comiendo una chica sentada untándola en su rostro. A otro señor se le cae un peluquín cuando Cristina se agarra de el dejando al descubierto que es calvo, ella pasa empujándolo, otro señor se ahoga cuando su corbata es apretada de mas y es porque Cristina en su desespero por llegar a la puerta de salida se agarra de la corbata casi estrangulándolo, casi llega a la puerta y cuál es su fortuna que en ese momento el bus hace su parada obligada y la puerta se abre, y salen disparados dos muchachos cayéndose y Cristina sale volando como un ninja por la puerta de salida corre cinco metros y se detiene angustiada observando que está a dos cuadras de donde la gente vio los gatos.
Toma aire y se acomoda el bolso para atrás y sale corriendo como si de una carrera atlética se tratase.
-Uff! hoy el centro esta mas lleno que de costumbre.
Dice Rayado que va delante de la procesión todos los gatos van maullando a destiempo y Aghata como si de cleopatra se tratase es llevada sobre la tabla en hombros por cuatro exhaustos gatos. Rayado acciona el radio que lleva.
-Como va todo allá adelante
En el radio se escucha con estática del otro lado a otro gato.
-No sé, No sé, parecen policías pero no estoy seguro.
-Mira bien, ve y cerciórate. Ah! que cosas vieja Aghata es que los gatos no vemos muy bien de día.
Dice Rayado mientras Aghata va quietica con cara de aburrida, lleva la corona ya con las flores desechas y mal puesta, toda desordenada, de pronto sus ojos se abren más de lo normal, una de sus orejas se levanta y se ella se para rápidamente de la tabla mirando hacia todos lados y entre tanto ruido de la calle alcanza a escuchar un grito lejano.
-Aghata! …Aghata!..
-Es la voz de Cristina!. Es mi ama!
Dice Aghata y se lanza de la tabla haciendo caer a los gatos que la llevan y abriéndose paso entre ellos se detiene y observa a través de la multitud entre cientos de piernas que van y vienen.
Cuál es la sorpresa de Aghata al observar entre la multitud a lo lejos venir corriendo a su Mama gritando su nombre.
-Aghata!… Aghata!…
Visiblemente emocionada sale corriendo aullando y ladrando, abriéndose paso entre las personas que al ver esto abren un espacio, el momento es eterno y como de película Cristina y Aghata llegan corriendo a un punto en donde se abrazan ambas, dando vueltas llenas de felicidad, Aghata aúlla como si fuera un lobo y Cristina llora.
-La está atacando.
Dice una señora observando como Aghata no para de aúllar y se revuelca en el piso con Cristina que no para de llorar pero de felicidad de haberla encontrado de nuevo.
-No todo lo contrario, creo que se le había perdido.
Dice otro señor sacando un celular y tomando una foto.
-Mi Aghata! Pensé que nunca te volvería a encontrar, a donde te me fuiste mi corazón.
Cristina sonriendo y acariciando a Aghata se queda mirándola y después mira a Rayado y los treinta gatos que se encuentran a pocos paso de ellos. Cristina los mira y no lo puede creer.
-Ellos te rescataron. Ay que lindos, y están sin techo, pobrecitos.
Dice Cristina acercándose y acariciando a Rayado Que sonríe tímido. La gente se aglomera más y no para de tomar fotos con sus celulares, una señora se aproxima a Cristina y con duda y asombro le pregunta.
-Y todos esos gatos también son suyos ?
Cristina se queda observando a Aghata que la mira profundamente esperando una respuesta. Cristina mira largamente a Rayado y a los treinta gatos que lo acompañan los cuales con sus grandes ojos la observan con expectativa, vuelve a mirar a Aghata suspira y sonriendo responde a la señora sin dejar de mirar a Aghata.
-Si todos estos gatos son míos.
A partir de ese momento Cristina adopto a los treinta gatos y a Rayado en agradecimiento por haber ayudado a Aghata y se fue a vivir con ellos, lejos de la casa de sus padres donde no tendría problemas por tenerlos, y ellos ya no serian mas gatos callejeros y no pasarían necesidades en la calle y tendrían su comida y su cobija caliente, y fue así como se hizo realidad el club gatuno que Aghata tanto había soñado.
Y Cristina, Aghata y los gatos fueron felices para siempre.

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