El Secreto No Tan Secreto De Noah

Capítulo dos

Que idiota, se supone que se pegó en la parte posterior de la cabeza, no en la frente. Se ve totalmente ridículo con esa bolsa de hielo en la frente. Holly le acaricia el cabello mientras él mira un punto fijo, supongo que pensando en que pronto será papá y la noticia no se la dijeron de la manera más sutil, mi culpa y la de Holly; me responsabilizo de mis actos.

– Deja de mirarme con esa sonrisa burlona, Miller—me acusa Elliot con su dedo aun mirando a un punto fijo.

– ¿cómo quieres que no lo haga, cuando estas como idiota con una bolsa de hielo en la frente, sabiendo que te golpeaste en la parte posterior de la cabeza?—pregunto intentando aguantar la risa.

– No me culpes, me gritaste por el pasillo que seré padre—se excusa.

No puedo, no lo soporto, no pue…y estallé en risa.

– Noah…más tacto—habla delicadamente Holly, la dulce Holly.

En cuanto Elliot se calmó con el asunto, comenzó a emocionarse tanto que empezó a decir nombres de niñas y niños, luego se preocupó si le llega a pasar algo como una caída de la bicicleta, fue un poco chistosa su manera de reaccionar, es algo que jamás dejará de ser gracioso.

Cuando me fui a dormir me puse a pensar de las cosas que quería cuando todavía estaba en el instituto, y que aun quiero.

Me llevó casi toda la noche en pensar en lo que pasaría si Halle y yo llegásemos a tener algo serio. Casi toda mi vida he fantaseado con Hall. Que ella sería mi novia, que iríamos a la misma universidad, que nos casaríamos, tendríamos una casa grande, tendríamos dos hijos, ella publicaría fotos en Facebook o twitter… que tendríamos ese final feliz que todas las grandes novelas tienen. Pero al parecer las cosas se fueron descarrilando del camino. Pero yo haré que vuelva al camino correcto, realmente lo quiero así.

6 de abril, 2010.

Algo que me frustra mucho es que llamen en la mañana, interrumpen mis sueños y eso me caga el humor. Pero al ver que es Hall quien me llama, eso no me caga el humor.

Sonrío al ver su nombre con su foto en la pantalla de mi teléfono.

Carraspeo mi garganta para que no suene como opaca mi voz y no de apariencia de que recién me levanto.

– Hola—me escucho a mí mismo y ver si está bien mi voz—sí si está bien.

Contesto la llamada.

– Hall, ¿qué pasó?—contesto

– Oh, hola—se ríe—solo te llamo para preguntarte si quieres tomar un café conmigo—tal vez no la estoy viendo, pero lo más posible es que esté sonriendo, la conozco muy bien que sé cuándo sonríe aunque no la vea.

– Claro, ¿dónde nos vemos?—sonrío como el idiota que soy.

– ¿la cafetería al

– ¿qué íbamos?—completo por ella sonriendo.

– Si…a charlie’s 1990—susurra—te veo en media hora—dice firme y cuelga.

Contento salgo de la cama y me dirijo al baño, me doy una ducha rápida. Bueno no tan rápida, porque la inspiración me llega al corazón y comienzo a cantar, al salir de la ducha comienzo a elegir mi ropa, cojo lo primero que encuentro.

Me pongo mi loción y salgo de la habitación, al cruzar la sala me sorprende Elliot.

– ¿a dónde vas tan alegre?—pregunta con un delantal puesto que dice «el chef más sexy» y en la mano una espátula.

– No estoy alegre, estoy normal—me excuso

– Ya claro, y yo no seré padre.

– Déjate de idioteces Elliot—le sonrío vergonzosamente

– Te escuché cantar wannabe—se cruza de brazos mientras que mis mejillas se calientan y me dan señal de que estoy muy sonrojado— ¡oh dios, Noah Miller se sonrojó!

– Eso no es cierto, solo iré a desayunar con Hall—digo mientras me pierdo en el pasillo e ir a la salida de la casa.

Mientras que camino hacia el ascensor me doy cuenta de que Peter y Hank van detrás de mí, ya se me hacía raro que no me escoltaran.

Peter y Hank van en otro auto y yo voy en el mío. Cuando tengo citas ellos hacen eso, se alejan un poco para darme un poco de privacidad, pero para ellos darme privacidad significa estar detrás de mí a unos dos o tres metros. Las fotos de la prensa demuestran mi «privacidad».

Al entrar a la cafetería me doy cuenta de Hall esperándome en una mesa en especial, nuestra mesa. La denominamos nuestra mesa fue como a los diez años, siempre nos sentábamos en la misma y desde allí la consideramos nuestra.

Ella está mirando la ventana que está a su lado, totalmente distante de lo que sucede a su alrededor.

– Yo que tú ya estuviese caminando hacia ella y no hacerla esperar—murmura Peter en mi oído, mientras me da pequeñas palmaditas en el hombro antes de volver a los tres metros detrás de mí.

Hago caso al consejo sabio de Peter y me acerco a ella. A medida que me acerco a ella me voy preguntando qué decirle, me siento un poco nervioso, no sé porque, pero así es. Ella se percata de mí y sonríe. Y con tan solo esa sonrisa bastó para deshacerme de los nervios.

– Hola Hall—sonrío mientras la abrazo fuertemente

– Noah…no has perdido esa mala costumbre de abrazarme muy fuerte—murmura al terminar el abrazo—me gusta que te mantengas igual.

– A mí también me gusta. Siempre creí que ese era mi mayor atractivo—le guiño un ojo para luego estallar en risa los dos.

– ¿Hall?—pregunta un chico alto de mi misma estatura, tal vez un poco más bajo, de cabello rubio, ojos azules, como de revista.

Pero eso no fue lo que me molestó más, lo que realmente me molestó es que le dijera Hall a mí Hall, yo soy el único que le dice así, pero ya veo que no es así.

Estoy tan enojado por ello que me siento distante a todo lo que me rodea y lo único que rodea por la cabeza es que él la haya llamado Hall, pero algo pasa y comienzo a ver todo en cámara lenta. Hall le sonríe y le da un pequeño beso en los labios.

– Noah, él es Cameron—dice mientras el brazo de «Cameron» rodea la cintura de Hall—mi prometido—me sonríe.

No sé qué responder.

– Vaya Hall, te olvidaste de mencionarme eso cuando hablábamos por Skype—digo mientras ofrezco mi mano y finjo tener la sonrisa menos hipócrita—hola, soy Noah Miller.

– Un gusto, soy Cameron Lee—se presenta, luego parece haberse dado cuenta de algo que abre tanto los ojos que parecen que se le van a salir—espera, ¿tú eres el actor Noah Miller?

– Sí, el mismo, a menos que haya otro más—digo un poco extrañado y sorprendido de que Hall se vaya a casar con él, parece que las cosas no saldrán como quiero.

– Te admiro mucho ¡qué gran actor eres!

– Gracias—digo volviéndome a sentar.

Hubo un silencio incómodo como por dos minutos, no sabíamos que hablar, durante esos dos minutos solo hablamos para pedir la orden. Pero a Hall se le ocurrió romper el silencio.

– Bueno, te lo pensaba mencionar, pero pensé que sería mejor decírtelo cuando regresaras.

– ¿y qué pasó el día de la pijamada? ¿te olvidaste por dibujarle caritas a los huevos?—la cara de Cameron es única en este momento.

– Sí me distraje, y luego pensé que era mejor decírtelo cuando te lo presente—dijo ella ya enojada.

– Bueno, entonces cuéntame su historia, porque ni siquiera sabía que tenías un novio antes de que te comprometieras, vamos, cuéntame su historia—la camarera trae los desayunos— ¿cómo se conocieron?

– Conocimos en un concierto de Paradise hace dos años—dice a regañadientes.

– Genial—digo metiéndome un pedazo de wafles a la boca

Nadie dijo nada, nos dedicamos a desayunar en silencio. Hall me miraba mal, y yo también.

Esto no era lo que esperaba al regresar de New York. Pensé que seríamos como antes, risas, estupideces, momentos juntos, pensé que me podía declarar al volver, pero veo que no puedo.

Necesito un tiempo a solas. No puedo, me voy.

Me levanto y extiendo mi mano hacia…cómo se llame.

– Cameron—responde el chico al darse cuenta de que no recordaba su nombre.

– Eso mismo Cameron, un gusto—digo con amabilidad e indiferencia—adiós Halle.

Al decir «Halle» sentí por primera vez que me estaba rompiendo en más que miles de pedazos, que me estaba despidiendo de Halle para siempre.

Cuando salía del local fue muy desgarrante, ese lugar fue todo para nuestra infancia, allí yacían nuestros mejores recuerdos, como travesuras. En cuanto pasé por la puerta, la única imagen que pasó por mi cabeza fue Halle, desde que la conocí hasta el día de hoy. Lo peor es que la última imagen que quedó en mi mente fue la expresión de Halle, no era feliz, era más bien una triste con enojo.

Salí por completo del lugar y me fui hasta mi auto, antes de llegar hasta mi auto escucho a Peter hablar por su comunicador en total susurro.

– Corazón roto, repito, corazón roto ¿copias?

– Copiado, Peter—responde Elliot.

No les presto atención al «corazón roto». No estoy con el corazón roto, solo me siento un poco decepcionado y muy enojado. Más que nada porque vine emocionado a Jacksonville para conquistar a Halle, pero me temo que no va a suceder. Estoy enojado porque no me tuvo suficiente confianza para poder contarme que tenía un novio y que está comprometida. Estoy enojado porque nada de lo que me propongo me sale como quiero.

Cuando llego a un semáforo, aprovecho para recostar mi cabeza sobre el volante y soltar un gran suspiro que he estado guardando desde hace mucho tiempo.

Desde que llegué al departamento, todos me han estado mirando con pena. No me gusta que me tengan pena, me hacen sentir miserable.

Cojo mis llaves y salgo del departamento sin que nadie se dé cuenta.

Comienzo a caminar sin saber a dónde llegar, pero sin embargo, me encantaba no saber a dónde llegar, conocía la ciudad que en algún momento no la visité por años. A parte de que me dedicaba a pensar.

Aburrido de tanto pensar en lo que pasó en la mañana, me di cuenta de que ya se estaba haciendo de noche y que me había encontrado un bar.

¡Basinga!

Sin más preámbulo, entro al bar. El entorno es del asco, las luces están parpadeando colores pero hace de la pista un total asco y aún más cuando no hay mucha gente. Hay humo por todas partes. Pero me importa un carajo y comienzo a pedir tragos muy fuertes. De a poco a poco, mi mente va divagando.

***

– Sr…—me sacuden y abro de a poco los ojos—Sr, ya vamos a cerrar.

– Claro…vótenme—dio levantándome del asiento.

Camino hasta la puerta, siendo escoltado por los guardias de seguridad. Incluso después de salir del local no dejo de caminar por las calles iluminadas y llenas de personas alegres y trabajadoras.

Mirando a mi alrededor y viendo las tiendas que aún siguen estando abiertas podía admirar a las personas que trabajan hasta tarde para poderse ganar la vida y entre ellos estaban muchos talentos, como los bailarines de aquella esquina, o el guitarrista que canta a todo pulmón, o aquellos que hacen trucos de magia en las calles y te dejan totalmente sorprendidos…ellos tienen talento, tal vez los ayude, pero hoy no será, no estoy con mis cinco sentidos y lo más posible es que me crean un loco.

Sin darme cuenta estaba cerca del departamento de Hall, pero no decido ir al departamento de Hall, sino a los columpios que están a un lado del departamento de Hall. Tambaleante llego a los columpios, me siento en uno de ellos y me doy cuenta que me falta Hall, que me falta esa persona con la cual pasar un rato y no aburrirte jamás.

– ¡alguien que me empuje!—grito al mismo tiempo en el que comienza a llover muy fuerte.

Nadie aparece…o eso creía. pero mientras nadie aparecía,yo me empapaba.

– ¡Noah!—alza la voz Halle al darse cuenta que la fuerte lluvia no le permitía hablar sin gritar, ella está toda seca y con un paraguas sobre ella— ¡¿qué haces aquí?!—pregunta

– ¡quise columpiarme! ¡pero no tengo quien lo haga!—alzo la voz al momento que la lluvia comienza a suavizarse solo un poco. Ella sonríe y yo también, me es inevitable no hacerlo.

– Noah, vamos adentro ¿si?—dijo ella, yo asiento y me levanto del columpio.

– Yo me quería columpiar—murmuro como niño berrinchudo. Halle ríe.

– ¿tomaste?—no respondo—no me respondas, tu olor me lo confirma.

Entramos a su apartamento.

– Toma asiento—dice mientras se pierde por el pasillo.

No tomo asiento, porque los asientos no se toman, no que yo sepa.

– Aquí tienes—dice tendiéndome una toalla, me seco un poco mi cabello— ¿qué pasó?

– ¿Qué pasó qué?—pregunto confundido

– ¿Por qué no te sentaste?

– Porque me dijiste «toma asiento» y que yo sepa, los asientos no se toman—me excuso a lo que ella se ríe.

– Bueno, a ver, siéntate—lo hago y ella también— ¿a qué has venido?

Realmente a nada, caí de casualidad en los columpios de su apartamento. Pero voy aprovechar para disculparme de haber sido un idiota.

– Vine a pedirte disculpas Hall, fui un idiota en la mañana, no debí tratarte así y mucho menos a tú prometido, fui muy descortés—agacho la cabeza decepcionado de mí mismo. Decir estas dos palabras «tú prometido» me duelen y me cuestan pronunciarlas y más cuando se trata de Halle.

– Él te admira, no sé cómo te sigue admirando después de haberte comportado como un idiota con él—me regaña.

– Lo sé. Solo que…

– ¿qué Noah?—se exalta Hall— ¿también me vas a decir que él no es el indicado como los demás? ¡dímelo! ¡dime una buena razón!

– No puedo decírtelo, pero te puedo dar otra razón.

– ¡no! ¡quiero que me digas lo que me tengas que decir! ¡no te lo guardes! ¡egoísta!

– ¡halle! ¡¿sabes cuánto me dolió el hecho de que no me hayas tenido suficiente confianza para no decírmelo cuando estuve fuera?! ¡entiendo que ya iba a llegar a Jacksonville y que me lo querías decir cara a cara…pero ¿dos años?!

>No tienes ni idea de lo triste y enojado que me sentí en ese momento…me arrepiento de haberme comportado como un idiota con un admirador mío; ellos son la razón por la cual estoy en donde estoy, por su apoyo. Y ese error me molesta y mucho, pero ya no sé qué me molesta más ¿si mi mejor amiga ocultándome algo durante dos años y quien sabe que más o haber sido un idiota con un admirador?

La quedo mirando, tiene sus mejillas encendidas de un color carmesí, su piel la tiene erizada, su mirada está totalmente fija en mí y con un poco de lágrimas en sus ojos azules.

No la quería hacer llorar, no era mi intención. Jamás me ha gustado verla llorar.

– Lo siento—dice mientras se saca las lágrimas que no salían de los bordes de sus ojos con el dorso de su mano.

La abrazo fuertemente, ella responde inmediatamente, nuestro abrazo dura alrededor de tres minutos. Y es allí cuando aprovecho a inhalar su aroma tan delicioso.

– Lo siento, no te lo quise contar porque pensé que no iba ser una relación seria, pero pasando los años tuve dudas de si contártelo o no. No sabía si lo amaba y por ende a casi nadie le dije de mi relación, la mayoría que sabe de mi relación se enteraron por sí sola…

– No me sigas explicando, has de tener tus razones y las respeto. Lo único que quiero tener muy en claro es… ¿estamos bien?—pregunto con una sonrisa socarrona.

– Claro que lo estamos, jamás duramos ni cinco minutos peleados, a excepción de hoy—me sonríe.

– Hay que volver a reunirnos a comer, para comenzar de nuevo.

– Claro, ¿quieres una taza de café?—pregunta amablemente, como la Hall que es.

– Sí por favor, el dolor de cabeza me está apareciendo.

– Vaya jamás pensé que llegarías a emborracharte.

– Yo tampoco, solo han sido cuatro veces que me he emborrachado, la mayoría fue porque me ofrecían y yo como idiota aceptaba, y por primera vez me emborraché a mi voluntad—respondo mientras me froto la sien.

– Vaya..

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