LA HORMIGA Y EL CONSEJO DEL ESCARABAJO

En un hormiguero, todas las hormigas trabajan arduamente, unas salen en busca de alimentos, otras cuidan y alimentan a las larvas, otras defienden el hormiguero y otras más le dan mantenimiento al hormiguero para que no haya derrumbes.

Un día, una hormiga de las recolectoras llamada Zoe, iba explorando nuevos lugares en busca de alimentos. Zoe encontró un trozo de una manzana que callo de un árbol. Con mucho esfuerzo empezó a empujar el trozo de manzana. Poco a poco el trozo empezó a moverse.

Mientras Zoe empujaba el trozo de manzana, un escarabajo la observaba curioso, el escarabajo se le acercó.

—¿Qué haces con ese trozo de manzana?

—Lo llevo al hormiguero.

—¿Y para qué? ¿no sería más fácil comer lo que necesitas aquí e irte?

—No, porque lo llevo para que también coman mis hermanos y hermanas.

El escarabajo se alejó y se puso a pensar. Después de un rato se acercó nuevamente a Zoe.

—¿Y hay más hormigas recolectoras de comida como tú?

—Si, somos cincuenta.

El escarabajo sonrió malicioso.

—Ya ves, para que te cansas empujando ese trozo de manzana, total si tú no llevas nada, las otras cuarenta y nueve si llevaran comida.

Zoe dejó de empujar la manzana y se puso a pensar.

—Tienes razón, para que me canso, total las otras si llevaran comida.

Zoe hizo caso del consejo del escarabajo. Comió una parte del trozo de manzana y luego se fue. Al llegar al hormiguero, Zoe observó como las demás recolectoras llegaban con la comida, ella entro al hormiguero y pensó:

«Cuanta razón tiene el escarabajo, si yo no traigo comida no pasa nada»

Al día siguiente (siguiendo el consejo del escarabajo) Zoe decidió no ir a recolectar comida, y se quedó en el hormiguero descansando. Una hormiga encargada de alimentar a las larvas llamada Lixi, vio a Zoe que no hacia nada y se acerco a ella.

—¿Qué haces?

—Estoy descansando.

—Pero debes de recolectar comida como las demás recolectoras.

—Somos cincuenta las recolectoras, si yo no recolecto no pasara nada, tú deberías de hacer lo mismo y dejar de trabajar tanto, total hay más hormigas para que alimenten a las larvas.

Lixi se quedó pensando.

—Creo que tienes razón, dejaré de trabajar, total si yo no alimento a las larvas, otras hormigas si lo harán.

Al día siguiente, Zoe y Lixi no trabajaron. Una hormiga que se ocupaba del mantenimiento del hormiguero llamada Lía, las vió y se acercó a ellas.

—¿Por qué no trabajan?

—¿Para qué? si las demás ya están trabajando —respondió Zoe.

—Tú deberías de hacer lo mismo, total, por una hormiga que no le de mantenimiento al hormiguero no pasará nada —dijo Lixi.

Lia les hizo caso y dejo de trabajar. De ese modo, día tras día, faltaban más hormigas al trabajo, hasta que un día, todas las hormigas dejaron de trabajar. La comida empezó a escasear, las larvas lloraban porque nadie las atendía y el túnel se empezó a agrietar. La hormiga reina se dió cuenta de lo que pasaba y se acercó a una hormiga soldado que estaba descansando.

—¿Por qué no trabajas?

—¿Para qué? si yo no trabajo no pasa nada, que trabajen las demás.

—¿Quién te dijo eso?

—Lia.

—¿Lia? Pero si ella es muy responsable.

—Ella también está descansando.

—Eso lo tengo que ver.

La hormiga reina se fue a buscar a Lia. Cuando la encontró se acercó a ella molesta.

—¡Lia! ¿por qué no estás trabajando?

—¿Para qué? que trabajen las demás.

—Eso mismo me acaba de decir otra hormiga, así que tú eres la que ha inventado eso.

—No, eso me lo dijeron Lixi y Zoe.

Al oír eso, la reina partió en busca de Lixi y Zoe. Después de un rato encontró a Lixi.

—¡Lixi! Me han dicho que tú y Zoe le andan diciendo a las demás hormigas que no trabajen.

—Si.

—¿Por qué inventaron eso?

—Yo no lo inventé, fue Zoe.

—Y ¿donde está?

—La última ves que la ví estaba en la entrada del hormiguero.

La reina se fue en busca de Zoe. Cuando la encontró Zoe estaba acostada.

—¡Zoe! Ponte de pie.

Zoe obedece y se levanta.

—¡Zoe! ¿por qué inventaste decirle a todos que no trabajen?

—Yo no lo inventé me lo dijo un escarabajo.

—¿Un escarabajo?

—Si, me lo topé un día que salí a recolectar comida.

—Zoe, por bueno que parezca no siempre hay que hacer caso de los consejos de los demás, en especial de desconocidos.

Zoe se puso a pensar.

—Mira bien a tú alrededor, no hay comida, las larvas están llorando, el túnel se está agrietando y sin los soldados estamos expuestos a que nos ataquen. Si una hormiga no trabaja quizás no pase nada pero da la casualidad que todos piensan igual. Todos somos importantes para la colonia.

—Tiene razón reina, ayer se acabó toda la comida y hoy no he podido comer nada.

—Bien Zoe, ahora ayúdame a reunir a todas las hormigas.

Zoe y la reina reunieron a las demás hormigas, hablaron con ellas y las convencieron de volver a trabajar.

                                   FIN

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