Debilidad

Me dirijo al espejo, me observo,
¡ah! ahí está ella:
La noto en mis ojeras caídas y oscuras
y en mis párpados pesados.
La noto en mis manos temblorosas y negras
y en mis músculos flácidos.
La noto en mis labios secos y tristes
y en mi respirar lento.
La noto, en fin, en todo mi cuerpo,
como una extraña amiga que devora segundo a segundo
todo lo que soy,
y que no se lamenta.
La verdad, me es indiferente la cosa que ella haga de mí.
Creo, incluso, sentirme bien,
y no sé ni me importa saber el porqué.
Me encanta dirigirme al espejo, mirarla,
y fumar cigarrillos mientras me río con ella.

Mateo Calderón

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