«El Ebrio»

Tal vez, en una noche de desvelo,

Contaré el triste secreto de un señor;

Que pedía para el; un ron con hielo,

Y para su gran amor, otro licor.
Bebía y maldecía su gran suerte,

Al poner viejas fotos sobre el líquido.

Cada trago le golpeaba más fuerte,

Y lo acercaba a su recuerdo nítido.
El ebrio que  vivía en la cantina 

Y sacaba una flor de la camisa.

La sacudía  de su tallo sin espinas;

Obligándole a ser sacerdotisa.
Todo, miraban tristes tal suceso;

Y seguro nunca nadie comprendió,

Que el ebrio; de la cantina vive preso,

Y bebe para poder ver lo que perdió.
Como imaginar que aquel extraño

Que sobre la barra suicidó  su ego.

Tiene un difunto amor; desde hace un año;

Y que ha quedado, tristemente ciego.

Todo el que estuvo allí, quedo perplejo.

Cuando contó la historia el cantinero. 

A todos se les fruncía el entrecejo;

Al ver salir del bar al lastimero.
Su vida, es ritmo lento y sin sonata 

Hoy lo verán marchar; pero mañana 

Volverá a buscar. Esa embriaguez sensata.

Que hace qué. Pueda ver, a lo que ama.

La cantina, hoy se llama: » El ebrio».

Después de todo lo que sucedió.

Los crientes; ahora van por el miestrio;

Del ciego que puede ver lo que perdió. 

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