Era una tarde lluviosa, fresca, con paso lento caminaba por aquel desértico
camino, lleno de hojas secas, el ambiente se tornaba de color amarillo, la tenue
luz proveniente de los últimos rayos solares del día, y aquellas hojas secas,
daban ese tono especial.
Sin embargo, este ambiente algo melancólico, producía en mi una sensación
extraña de bienestar, sentía que algo estaba por sucederme, era un sentimiento
que se hacia físico, lo sentía en cada poro de mi piel, era la sensación de “una
llegada”. Una espera que sin ser avisada, tenia la seguridad que tendría un fin.
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