El Mar Profundo (Parte3)

Habiamos atravesado los corredores de la universidad con tal velocidad que mientras seguia a Eduardo , no tenia idea de lo que estaba ocurriendo alrededor o lo que yo estaba pensando.
En ese momento, estaba sintiendo. No pensaba , solo me dejaba ir , vacio y libre, inconsciente, inconcreto, sin ningun tipo de responsabilidad por mis actos. Nada.
Sentia una electricidad unica, adrenalina pura. Nada de ataduras, responsabilidades. Libertad? Era posible. Pero tambien peligro. Mucho peligro.Y no recordaba haber sentido eso desde hace mucho.
Yo era el «buen chico» de la promocion. El responsable, culto,limpio, reservado.
-Alex, acompañame a mi auto por favor.-Dijo Eduardo enronquecido de voz. (Hasta ese momento no sabia que clase de excitacion lo acompañó cuando me dijo esto).
Ambos fuimos hacia el Volkswagen blanco.
El, sosteniendo las llaves en su mano derecha y con el maletin en la otra mano. Yo, algo rezagado cargando mi mochila y con ganas de quitarme la casaca porque estaba comenzando a sudar. Habiamos caminado un tramo largo y estaba cansado. Las piernas me dolían.
La clase habia terminado. No quedaba màs que hacer por esa tarde. Solo dejarme llevar por la invitación de este extraño maestro. Era ingenuo, era atractivo tal vez por eso. Por el hecho de caminar como si no supiera pero sintiendo que podia pasar a continuación. Sentí que estaba soñando despierto o pensando cosas equivocadas. Seguro Eduardo sacaria un par de libros de la cajuela o de la guantera y me los entregaría felicitando mi empeño en clase y dandome un trabajo que disfrutaria realizar para la clase de la semana entrante.
-«Son solamente estupideces mias»-(Pensé en ese instante. ¿Por que jamas he de hacerle caso a mi intuición cuando sabe màs que yo?) Me precio de ser intuitivo pero no de tener el sentido comun de utilizarla cuando me avisa de esa manera sutil que tenga cuidado.
Eduardo pasaba las llaves por la cerradura. Cuando me di cuenta, esta sentado en el asiento del conductor y me hacia señas para que abriese la puerta que tenia ante mí. Yo estaba pasmado. En realidad…? Sabia que podria ruborizarme en cualquier momento. Aproveche la soledad del estacionamiento y entre en el carro con el estomago revuelto y el corazòn medio desbocado. Pero por fuera me mostré sereno y hasta despreocupado.
-Crei que jamàs irias a entrar.
-Je….No, disculpame. Estaba distraido.
-¿Que? ¿Por que? ¿En que pensabas?
-Nada, son tonterias.
-Vaya. Pensé que suponias que iba a seducirte en el estacionamiento de la universidad? Niño! no me conoces siquiera y ya estas imaginando cosas sobre mi.
Me ruboricè de manera furiosa. Trate de no mirarlo. El estaba con sus pupilas azules como el cielo de Inglaterra junto a mi. Mirandome. Yo preferi no mirar. Cada vez màs mi verguenza crecia , crecia…crecia de manera descomunal.
-Niño, calmate un poco. Solo quiero charlar contigo sobre esos 2 autores. Mira en la guantera. No se por que, pero me acorde de ti cuando encontré esos libros en mi vieja biblioteca. Acabo de mudarme a un departamento cerca de aqui. Pero ve hojeandolos a ver que te parecen.
-Disculpe…No…Disculpa…
-Ya te dije que no me trates de ud. Me haces sentir muy viejo! No lo soy tanto.¿O ya lo parece?
-No, para nada… Estas muy bien conservado ademas te ves como alguien instruido e interesante.
-Cuantos piropos juntos! Voy a tratar de creerte, porque me suena a lisonjería.
El Volkswagen arrancó de manera medio estrepitosa. Recorrimos las calles con sus arboles al caer la tarde. Sentia todo alrededor mio. El viento azotandome el cabello. Las tapas duras y rugosas de los libros. La concentración de Eduardo mientras manejaba y estaba consciente de tener las pupilas de los ojos completamente dilatadas de dejar entrar la luz pero que esta no se asentara en mi cerebro.
Era consciente e inconsciente de todo al mismo tiempo por distinta via. Emotiva y Logica. En mi lógica, el cerebro gritaba peligro. En mi emotividad,solo podia sentir placidez, la compañía deliciosa de Eduardo, ese atardecer que iba avanzando al crepusculo.El autito avanzando hacia un edificio de madera. Pequeño con varios pisos.
Estaba pensando que iba a suceder cuando Edu me saco de mi estado de inconsciencia.
-Alex.¿Otra vez fuera?…Hemos llegado hace 5 minutos.
-Perdona Eduardo, son cosas que me pasan a veces.
-Entremos, quiero enseñarte unos volúmenes.
-Abrimos las puertas del carro y aseguramos el mismo. Entramos al edificio y subimos a su departamento.
El 8F. La primera vez que pise ese departamento era un muchachillo ruborizado e impresionable.Eduardo era el maestro seguro,impecable, encantador. ¿Como podria haberme resistido? Alguien podria haberme advertido del peligro en todas sus formas, maneras, estilos, palabras pero no habria prestado oidos. Para nada. Para nada.
-Acomoda tus cosas donde desees, pero te sugiero el perchero cerca a la puerta. Asi no las olvidaràs despues. -Dijo Edu mientras echaba las llaves en una mesita pequeña,y colgaba su casaca de ante en el perchero mientras hacia yo lo mismo con la mochila y con mi casaca marrón.
Voy a preparar un tè .Ponte cómodo.
El departamento de Eduardo, contrario a muchos departamentos de coetáneos, estaba realmente arreglado. Bien decorado y pulcro. Pero con el tipico desorden de un hombre que espera que alguien le limpie la casa. Papeles en un escritorio a uno de los costados junto a la ventana. Su computadora estaba atràs mientras que estantes de libros recorrian las paredes.
Creo que cuando entré no me di tanta cuenta como en los otros dias de cómo Eduardo, maniatico en si mismo, ordenaba sus libros. Hasta que me di cuenta de manera casual que estaban en orden de TEMAS. Filosofia, comedia, novelas, novelas ligeras, poesía.
La biblioteca era inmensa y hermosa. ¿Como un hombre tan culto e interesante podría estar solo? ¿Cómo habia ido yo a parar a ese lugar? Su voz me sacó de mis cavilaciones. Siempre solía despertarme de mis mundos cuando me escapada.
-El té está listo.

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El Mar Profundo (Parte 2)

Estaba listo para irme pero sus manos querian retenerme. No opuse demasiada resistencia. Lo admito. Debi hacerlo.

Eduardo habia sido mi todo en ciertos momentos. La unica boya que me amarraba a la realidad. Subrepticia y lobrega, pero era mi realidad al fin y al cabo y yo elegia quien estuviese en ella. Y quien no. Asi de simple.

-Quedate.

-No. Dejame en paz, te lo repito. Dejame irme de aqui.

El acantilado me llamaba con sus ruidos secos y humedos. Con las olas del mar a lo lejos. Con el desafio de la nada , del vacio antes de caer contra las rocas y deshacerme el cuerpo. Era capaz de hacerlo como cualquier otro ser humano, pero no era tan estupido para dejarme vencer por mis arrebatos. Era hora de largarme a terminar mis cosas. Mis veintipocos años me darian el espacio necesario para olvidar a Eduardo y sus continuos engaños. En fin. Era momento y le habia dicho ya lo que pensaba. ¿Como irme?

Dramáticamente? Indiferentemente? (Esta, lo admito es una de mis escapadas favoritas). O simplemente el «Ya se vera en el camino».

Mis manos estaban en sus hombros. Edu era mas alto, mas fuerte y màs viejo que yo y sin embargo el poder que yo ejercia sobre el en ese momento sobrepasaba cualquier sentimiento de madurez. Era poderoso, como en ningun momento habia sido durante esa relaciòn. Siempre era:

«Alex, ven.» «Alex haz» «Alex tu nunca…o tu siempre…» Y la verdad en ese momento no podia decirme ni reprocharme nada. Porque no le habia hecho ningun tipo de daño. El a mi si. Y mucho.

SUELTAME! -Le grité. Senti sus garras en la cintura. Estrechandome y lastimandome al mismo tiempo (no hay nada màs horrible que te retengan cuando no lo deseas)-mis manos se hundieron en su chaqueta. -HIJO DE PUTA!

-Alex. -Se descompuso su voz y me abrazò. ¿El maldito no comprende este tipo de palabras o que?! Mi respiracion se acortaba, mis espasmos fisicos eran insoportables. Podia sentir todo alrededor de el. Su respiraciòn que me acogotaba, su corazon latiendo a mil por hora. Sus brazos en torno a mi cintura. Su olor a Yardley que tanto me habia transtornado. Y despues de tanto tanto… Daño. Solamente eso! ¿Queria regresar? No, no màs.

No màs traiciones, no màs mentiras, no mas disimulos, no màs estupideces de ese estilo. Habian tantas personas capaces de amarme sin ataduras o màscaras… Y tu Eduardo pretendias poseerme . ¿Por alguna justificada razòn? No lo creo.

Nos habiamos conocido en la universidad. No sabía siquiera que le atraia. Solamente teniamos unas pocas horas al dia de vernos y durante los pasillos. Sin embargo era extraño. Cada vez que el leia en clase o estabamos todos concentrados en un texto, siempre lo sentia caminar alrededor de la clase, leyendo las lineas de Nieztche, Sartre,Shakespeare,Rimbaud, Baudelaire o quien estuviesemos tocando en tema. Narrativa, letras, estilos. La clase se juntaba. Y yo con mis veintiun años, sentia su mirada en mi nuca. Caliente, escandalosa. Queria salir corriendo de la clase para bañarme en casa y ponerme cómodo. Sin embargo en un momento no lo hice. Hice completamente lo contrario. No me puse rojo y disimule como siempre. Volteé el rostro y lo miré fijamente. Sus ojos azules y mis ojos pardos se encontraron en una sola bola de luz.

 

El tenia su chaqueta de ante. Vestia siempre de manera casual. Para ser un profesor joven de 29 años tenia muy buena piel y andaba bien conservado. Lo que siempre le caracterizó era su arreglo fisico. No era tan formal pero no era tampoco informal o desagradable. Y ese olor, incomparable a Yardley for Men. Nada era tan poco posible de imitar. Porque era distinto. En ese momento, en la bola de luz me di cuenta que no habia hecho ese movimiento de cabeza en vano. Que habia atado a mi vida de alguna manera a la de este hombre por saber o para aprender algo.

 

-Aldomeira. -Me llamó al final de la clase.

-Digame Don Eduardo.

-No me llames «Don» por favor que solo tengo 8 años mas que tu. Llamame Eduardo y yo te llamare Alex si me lo permites.

-Bueno, Eduardo. ¿Que sucede?

-He estado revisando tus trabajos y el ultimo semestre te has dedicado a leer màs de Rimbaud y Baudelaire que alguno de la clase. Tienes algun interes especial por estos 2 autores?

-Si. Me encanta su obra,me encanta la manera tan fatal para terminar sus relatos. Sin embargo las pocas obras que he podido conseguir no eran mías y he tenido que devolverlas.

Sus ojos azules me penetraron.

-¿Tienes algo màs que hacer?

-En este momento, no. Esta era mi ultima clase.

-Ven , tengo algo que puede interesarte.

Cogi mis libros , los meti en la mochila , me puse el abrigo marrón y lo seguí mientras podia sentir de nuevo esa mirada tan sombria como penetrante. Dentro de mi cabeza una luz roja me presentia del peligro pero yo aun era inconsciente de él.

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El Mar Profundo(Parte 1)

Estábamos los 2 al borde del acantilado. El no decía ni una palabra. Yo solo podía sentir su mano fría y el abrigo que cubría mis huesos.

No se que podria llegar a sentir por el porque no queria saberlo. Solamente era alguien que podria haber tenido alguna ligereza de pensamiento. Peor que eso. Solamente un presentimiento. Y no siempre los presentimientos son certeros.

Estabamos los 2 entre las rocas.

Eduardo me movio la cabeza. Eduardo me movio los ojos. Me destruyò el alma a base de garrotazos muy bien dirigidos. Nada sutil el chico.Nada sutil. Y eso es lo que màs me impresionaba. Cómo podria albergar una cara tan dulce semejante dote de salvajismo innato.

 

No lo podria llegar a saber jamàs porque nunca le pregunte el origen de semejante genio. Tal vez todo estaba en su pasado. Tampoco queria dejarme atrapar por su magnetismo. Era lo unico que podria utilizar contra mi. Y si se me derribaba todo alrededor, podria haberme enredado entre sus brazos. Pero no fue así ahora podia tenerlo frente a mi y no sentir nada, tan solo su mano frìa. Apretandome.

Ya no queria decirle màs cosas.

Todo lo que habia dicho era màs que suficiente para que se diera por enterado de sus majestuosas hazañas y del desgarrador descubrimiento que habia hecho yo aquella tarde.

No podria haber psado nada entre nosotros jamàs y nunca senti tanto alivio de descubrirlo.

También dolor, pero solo el dolor de ilusiones perdidas.

Tambien el hecho que nos encontraramos fue totalmente fortuito. Yo podria haber dicho que era el destino, pude haber pensado miles de cosas solo para hacerme a la idea de un mundo irreal.

Es como desear algo irreal. Porque con lo real no estas conforme, asi de simple.

 

La arena no estaba tan fria como mi corazòn esta tarde. La brisa marina me rodea pero es casi intrascendente como si pudiese creer en ilusiones que ya no se harian realidad ni con un milagro.

Eduardo me cogio las manos. No habiamos sido amantes. No habiamos sido nada.

El queria seguir conmigo y yo simplemente queria alejarme de esas manos, de esos brazos de esa mirada. Porque ya no la queria conmigo. No queria sentir que el pensaba en mi.

Felices momentos juntos y nada màs.

El no podia ser nada mio ni yo nada suyo. Asi de simple y se lo hice saber.

 

-Alex- me dijo irreal, irregular. Imaginario: -¿Por que ya no?

-Porque estas basandote en una mentira. Yo no voy a jugar en ella ni con ella. No voy a ser la fachada para tu noviecita ni para que puedas tener tu futuro perfecto. Simple y llanamente me cansè de ser la sombra de tu vida. Solamente a quien ves furtivamente.Ni siquiera hemos vivido algo y ahora no se por que te aferras a mi.

 

Lo curioso, es que durante todo ese tiempo, habia sido yo quien se habia aferrado a el con mas fuerza y ganas que el a mí. Y ahora que se invertian los papeles, esa dote de poder me era extraña. Creo que senti una especie de fuerza «vengadora». Pero no tanto como el resentimiento que se apodero de mi entre los acantilados de Magdalena.

-Alex…

-Dejame tranquilo.

-Por favor no tiene por que ser asi…

-Dame una opcion, porque la verdad no veo una que realmente me haga pensar que tengo un camino màs que el que yo mismo me he señalado.

-Acuerdate de todos los dias , meses , años que hemos pasado juntos…

-Tenemos 23 y 30 años. Yo soy tu alumno de filosofia. Eras mi maestro de la facultad. ¿Quieres que te de màs explicación?

 

La orilla del acantilado se me hacia màs atractiva, pero a Eduardo solo le cabia dentro de si la desesperacion de un posible amante que se va, de un discipulo que lo abandona, sabiendo a ciencia cierta que ha descubierto lo banal, inseguro y chapucero que es.

(Continuará)

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Amor Mío

    Amor mío

Amor mío, ¿qué es el mundo respecto a ti?

Solo polvo, desilusión, injusticia.

Descansa mi corazón agitado cuando saboreo tu amor.

Sabes a agua de manantial; siempre pura, siempre fresca.

Tu canto me eleva hasta los cielos mansos que escoltan el ocaso,

cielos de paz, cielos de armonía.

Desde que te amo todo ha cambiado para mí.

Las flores me sonríen, y los lapachos de la avenida parecen ensayar

una danza cuando paso a su lado; y la gente, que por lo general solía

ignorarme, ahora me saluda haciéndome sutiles reverencias con sus

cabezas.

Desde que te quiero, amor, el sol nace y muere en ti.

Mis infinitos sueños remontan vuelo cuando tus ojos de noche me

eligen, y se adormecen, tristes, cuando los derivas de mí.

Te entrego entera el alma, amor.  Atráeme hacia ti, bendita luz de

mí mundo, porque solo estando a tu lado dejo de sentir envidia de

las estrellas.

Autor: Marco Senn

 

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Eras Simplemente Tu.

Eras simplemente tú, pero lo eras todo.

Las mariposas en mi estomago, el eco retumbando en mi pecho, el vacio cuando no estabas.

Eras esa clase de antídoto que curo todas mis heridas, eras ese sentimiento que nunca se iba, eras las razones y llegaste a ser el motor de mi vida.

Eras mis pensamientos, mis preguntas, mis respuestas.

Eras las esperanzas que perdí, las ilusiones que amé, las mentiras que creí.

Simplemente eras, eres y serás lo que siempre ame, lo que más me hizo feliz.

Autora; mi persona: Abril Dávila.

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