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Mis Cinco Deditos

Cuento infantil y muy educativo a través del cual se pueden enseñar de manera didáctica el nombre de los cinco dedos de la mano.

Mis cinco deditos

Estos son los nombres de mis cinco dedos,
Escucha, repite y aprende sin ningún enredo.

Mis cinco deditos gritaron sus nombres, inicio el Pulgar en completo orden.
Quizás muy inquieto por ser el segundo, el Índice exclamo:
¡Señores a mí, nadie me confunde!
Yo soy el del Medio y no me arrepiento, ayudo a la mano en todo momento-.
Siguió el Anular un poco dudoso:
¿No soy el más grande y menos vanidoso?.
Un largo silencio invadió el recinto y la mano grito:
Me falta el Meñique-.
Dando saltos desde un rincón, un pequeño dedo se acercó gritando y sonriendo:

-Hermanos soy el más pequeño de todos ustedes pero grande en importancia para niños, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres-.

Acto seguido los cinco deditos se acercaron y se dieron un fuerte y emotivo abrazo de hermanos-.

Escritor: Manuel Ibarra
Caracas/Venezuela
16/01/2023

Derechos reservados.

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EL CONEJO QUE SE SENTIA SOLO

En medio del bosque vivía un conejo llamado Boni. Él era el único conejo de todo el bosque, por ese motivo Boni se sentía solo y creía que nadie lo quería.

Un día Boni salió de su madriguera a buscar comida, en su camino se encontró con Rito un zorrillo.

—Hola Boni ¿qué haces?

—Voy en busca de comida para el invierno.

—Después de que acabes de buscar comida ¿te gustaría ir a nadar al lago?

—No, tengo muchas cosas que hacer.

Boni buscó y buscó pero no encontró nada de comida. Después de un rato Boni vio a Archi una ardilla.

—Boni, me enteré que buscas comida para el invierno.

—Si, pero no he tenido suerte.

—Yo vi unas zanahorias más adelante, si quieres te llevo.

—Gracias pero prefiero ir solo —dijo Boni mientras se alejaba.

Boni encontró las zanahorias, tomó unas y se regresó a su madriguera. Cuando estaba a punto de llegar, Teo un topo, salió de abajo de la tierra a su encuentro.

—Hola Boni, ¿te gustaría jugar conmigo?

—No gracias, tengo que regresar a mi madriguera —dijo Boni y se fue.

Un par de días después, una gran tormenta llegó al bosque, las ráfagas de viento tiraban las ramas de los árboles, la lluvia inundó la madriguera de Boni y el agua sacó toda la comida que había recolectado. Cuando la tormenta pasó, Boni salió de su madriguera inundada y se puso a llorar.

Pocos minutos después, Teo salió de abajo del suelo.

—Hola Boni ¿por qué lloras?

Boni sollozando respondió:

—Mi madriguera se inundó y perdí toda la comida que guardaba para el invierno, ahora no tengo casa ni comida para pasar el invierno.

—No te preocupes te voy a ayudar —dijo Teo y se fue.

Minutos después, Teo regresó junto con Rito y Archi.

—Teo nos contó lo que te sucedió —dijo Rito.

—No te preocupes nosotros te ayudaremos —dijo Archi.

—¿Enserio? ¿por qué me van ayudar? —pregunta Boni.

—Porque somos tus amigos —dice Teo.

En ese momento Boni se dió cuenta que no estaba solo como el pensaba, porque aunque Teo, Archi y Rito no eran conejos como él, si eran sus amigos.

Todos juntos buscaron una colina para hacer la nueva madriguera de Boni y no se volviera a inundar. Cuando la encontraron, Teo escarbó para hacer la nueva madriguera, Archi recolectó hojas y ramas para hacer una cama y Rito y Boni recolectaron más comida.

A partir de ese día Boni pasó más tiempo con sus amigos y ya no se volvió a sentir solo.

                                   FIN

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LAS PALOMAS Y EL HALCON

A las afueras de un pueblo hay un antiguo molino abandonado, donde viven muchas palomas, cada primavera las jóvenes palomas se preparan para encontrar pareja.

Este año un joven palomo llamado Steef, se prepara para conquistar a su amada llamada Luli.

A medio día, todos los palomos están listos para cortejar, los machos vuelan dando vueltas y piruetas para llamar la atención de las hembras, mientras que ellas se pasean coquetas.

Steef es el que más se esfuerza dando giros, vueltas y piruetas enfrente de Luli.

Luli observa a Steef. Él deja de volar para hablar con Luli.

—Hola Luli, eres la paloma más hermosa de todas, me harías el palomo más feliz sí aceptas ser mi compañera.

Luli acepta y ambos vuelan sincronizados por todo el molino.

Más tarde todos están con sus respectivas parejas.

De pronto, por el destruido techo, entra un halcón. Todas las palomas empiezan a volar, tratando de huir, el halcón mira hacia donde están Steef y Luli y los ataca. Steef y Luli vuelan para huir. Pero el halcón es más rápido y está a punto de atrapar a Luli.

Steef se percata de la situación he interviene dándole de picotazos al halcón, el halcón le da un aletazo a Steef, lo avienta, se golpea contra la pared y cae desmayado.

El halcón aprovecha la situación y atrapa a Luli con sus garras y se la lleva volando mientras Luli pide ayuda.

—¡Auxilio! ¡qué alguien me ayude!

Pero los demás palomos están demasiado asustados.

Momentos después Steef despierta y busca a Luli.

—¡Luli! ¡Luli! ¿donde estas?

 Un palomo se le acerca a Steef.

—Lo siento Steef, se la llevó el halcón.

—¡Por favor! ¡ayúdenme a rescatar a Luli! —dice Steef.

Pero todos se quedan callados, Steef insiste.

—¡Piensen! sí no hacemos algo ahora, mañana el halcón volverá y se llevará a alguien más y así será todos los días, además recuerden que Luli es amiga de todos y ella no abandonaría a nadie.

Después de unos segundos de silencio un palomo habla.

—¡Steef tiene razón! ¡vamos a salvar a Luli y a librarnos de ese halcón!

—¡Si, vamos! —dicen los palomos.

Todos los palomos agarran con sus patas piedras y palos, y se van en la dirección que tomo el halcón.

Mientras tanto el halcón había llevado a Luli arriba de un árbol.

—¿Qué vas hacer conmigo? —pregunta Luli.

—Ja ja, te voy a comer.

Después de algunos minutos, los palomos ven el árbol donde se encuentran el halcón y Luli.

—Ahí están, vamos —dice Steef.

El halcón está a punto de atacar a Luli, pero en ese instante los palomos empiezan a tirarle las piedras y palos, el halcón ataca a los palomos.

Steef aprovecha y se acerca Luli.

—¡Luli! ¡vámonos de aquí!

—¡Steef! ¡sabía que vendrías por mí!

Steef y Luli se van volando, pero el halcón los ve y los persigue.

—Steef, Luli cuidado con el halcón —grita un palomo.

El halcón sigue a Steef y a Luli. Steef ataca al halcón picándole un ojo.

—¡Escapa Luli! —grita Steef.

—Arg, me las vas a pagar —dice el halcón.

Steef vuela lo más rápido que puede, seguido por el halcón. Cuando el halcón esta a punto de atraparlo, Steef da un giro hacia la izquierda.

Por la velocidad que lleva, el halcón no puede seguir a Steef y se estrella contra un árbol quedando inconsciente.

Steef, Luli y los demás palomos regresan al molino, y el halcón no vuelve a atacarlos.

                                   FIN

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EL CASTOR PERSEVERANTE

Érase una vez, una familia de castores que llegaron a un río, ahí decidieron formar su nuevo hogar.

Inmediatamente todos los castores empezaron a elegir los árboles que usarían para construir el nuevo dique, la mayoría de los castores elegían árboles delgados para poder cortarlos rápido, y poder acabar pronto.

Un castor regordete llamado Ral, buscaba entre los árboles hasta que encontró el más ancho y alto de todos, de inmediato empezó a cortarlo, los demás castores se acercaron a él y le dijeron:

—¿Qué haces cortando ese árbol? para cuando lo acabes de cortar nosotros ya habremos terminado el dique.

Ral volteó a verlos y les dijo:

—Los árboles que están cortando son delgados y no servirán para el dique.

 Los demás le contestaron:

—Estas equivocado y te lo vamos a demostrar.

Todos los castores se pusieron a trabajar rápido para ganarle a Ral. Después de media hora dos castores terminaron de cortar sus árboles, uno de ellos le dijo a Ral:

—Ya viste, somos los primeros en terminar.

Ral los ignoró  y siguió trabajando.

Los dos castores empujaron los troncos al río, pero casi de inmediato el río se los llevó, Ral los miró y dijo:

—Se los dije, esos árboles eran demasiado delgados y ligeros.

Los demás castores siguieron trabajando. Media hora más tarde, cuatro castores terminaron de cortar sus respectivos árboles, los castores vieron a Ral y le dijeron:

—Ahora sí, con estos troncos haremos el dique y sin tú ayuda.

Los castores empujaron los troncos al río, por un momento los troncos bloquearon el pasó del río, pero minutos después los troncos se empezaron a mover y el río se los llevó retomando su curso.

Todos los castores fueron a cortar más árboles, media hora más tarde, Ral término de cortar su árbol, ya cansado empezó a empujar su árbol, y poco a poco, Ral llevó su tronco al río, el gran tronco cayó, y bloqueo el río, el río se filtraba por abajo y se pasaba por arriba, pero el tronco no se movía. Ral vio a los demás castores y les dijo:

—Ya ven, el árbol que corte es lo suficientemente grueso y pesado,  ahora hay que terminar el dique con los demás árboles.

Los demás castores cortaron más árboles y terminaron el dique.

                                    FIN

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