El Mago Chinglint´Ing

 

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El Mago Chinglint´ing vivió desde siempre al norte de China, en un lugar montañoso, casi inaccesible . No  se sabe si esto era así  por destinos de la naturaleza o  por sus artes mágicas. Como era un mago muy viejo y sabía  todo lo que hay que saber, se había  aburrido bastante con esto de crear cosas a partir de su  voluntad  con ceremonias y artes milenarios. Imaginaos, miles de años siempre disponiendo las cosas a su antojo, creando  y recreando todo lo que a diario le apetecía. Además, para colmo de males, siempre había cumplido con el juramento que le hizo a su tataratataratataraabuelo, de que para ser un mago digno de ser tal,debería cumplir los diez mandamientos de la biblia de los magos y que dicen:

1–Mantener eternamente el celibato.

2–Vivir en un castillo en la  punta de una montaña, tan alta que pueda al despertarse cada día lavar su rostro con las gotas de agua de las nubes.

3–Usar permanentemente, haya frío o calor vestimenta tal que no se le permita nunca jamás sean vistos sus pies. En esta vestimenta es imprescindible usar un gorro de punta fina , con un pompón que caiga hacia un lado. El uso de este gorro permite diferenciar claramente al mago verdadero de los que no lo son porque usan una tonta galera…

4–No caer en la tentación de descansar  en sillas, sillones, poltronas o camas por mullidas que sean. Por el contrario, demostrar siempre la austeridad y fortaleza,durmiendo en alguna botella abandonada, una lámpara, o algo por el estilo.

5– Ser siempre fiel al arte de la magia complaciendo a los pecaminosos humanos que ante la posibilidad de obtener algo sin esfuerzo no miran mucho las consecuencias.

6– No afeitarse jamás y mantener la barba siempre bien peinada y blanca en señal de respeto y omnipotencia.

7– No olvidar nunca, por más apurado que se esté, una vara bien pulida, en lo posible de roble, nogal u otra madera noble,  de noventa y dos centímetros de largo para no tener que tocar las cosas con las manos al practicar la magia.

8– Trasladarse de un lugar a otro por el éter tratando de no usar vehículos como trineos o camellos a los efectos de no tentar a los niños, y a los que no lo son,  con largas listas de pedidos  desequilibrando las finanzas de los hogares.

9– Jamás hacer aparecer conejos de una galera ni el siete de oro, ni el dos de basto, porque ese arte se ha reservado en exclusividad para hombres codiciosos y para hombres crédulos.

10–Vivir eternamente.

Decidió un buen día, luego de una siesta de quinientos años, el bueno de Chinglint´ing, salir un poco de su hastío y  realizar una visita a los hombres porque sí, sin que lo llamaran, solo por entretenerse. Ese doce de agosto de mil novecientos noventa y nueve visitó en un país de América la ciudad de Iporá.

Iporá es una ciudad ni grande ni pequeña a orillas del río Mestífeles que desagua en el Atlántico. En Iporá hay elecciones cada cinco años que permiten reelegir una y otra vez al gobierno amarillo. Para poder integrar las listas se debe tener título de doctor y ser titular de suculentas cuentas bancarias. Es una ciudad tranquila, envidiablemente tranquila y segura. No existe la reiteración del delito porque los que transgreden las leyes se les encierra en cárceles con doce puertas, doce candados  y muros de doce metros de alto. Nadie molesta a los presos  y para no tener que abrir tantas puertas ni perder las llaves de tantos candados se les arroja a diario la comida desde un helicóptero. Ninguna persona pide limosna porque si alguien lo hace se le cortan las manos. Todos viven contentos y felices: los ricos siendo cada vez más ricos y los  pobres contentándose con su pobreza. En las escuelas se les enseña a entender bien claro las diferencias de clases. No están  permitidos algunos libros, en particular los de Marx y  los de Engels. Para que todos puedan vivir mejor el gobierno ha dispuesto desde hace cincuenta años o más que la población se agrupe en barrios según su estatus y según sus roles. En la parte alta y más cerca del mar viven en sus mansiones los banqueros, industriales, terratenientes, traficantes y gobernantes. A los efectos de no molestar su descanso se ha dispuesto que los negocios, escuelas y oficinas se instalen en un barrio especialmente creado para ello. El palacio del gobernador está ubicado en el límite  de estos barrios.  Cerca del Mestífeles están las fábricas que permiten volcar al río, sin esfuerzo alguno,  las aguas pestilentes y corrosivas que sobran del proceso industrial manteniendo así limpias las calles . En una medida por demás acertada y tratando siempre de favorecer a los obreros se ha dispuesto que estos vivan en una zona cercana al río, que, aunque a veces se inunda y arrastra algunas viviendas debido a las crecidas  están cerca de las fábricas y pueden trasladarse a pie o en bicicleta con las ventajas que esto tiene. Además los niños pobres que no pueden ir a la playa tienen donde bañarse.

Ese doce de agosto de mil novecientos noventa y nueve estaban sentados junto a una misma mesa del finísimo restorán » La Buena Sopa» tres muy distinguidos ciudadanos de Iporá, tratando de reunir fuerzas para poder observar y entender las cuentas que les presentaban sus contadores de los depósitos bancarios que tenían en las Islas Caimán. Serían algo más de las catorce horas y estaban saboreando con fruición el decimosegundo  coñac con los cuales cerraban los opíparos almuerzos, cuando por la puerta de acceso, apareció un hombrecillo de cabello cano, luenga barba, de tez blanquecina, vistiendo un hermoso smoking renegrido. Traía en una mano un bastón de roble de noventa y dos centímetros de largo y con empuñadura de plata y oro. En la otra mano traía un portafolios de cuero de  mono. Se dirigió con pasitos cortos y con una sonrisa que dejaba ver unos tremendos dientes amarillentos con incrustaciones brillantes a la mesa que ocupaban los señores de Iporá.

–¡Buenas tardes mis señores!

Buenas tardes contestaron al unísono los señores de Iporá mirando con aire desconfiado al recién llegado.

–Permítanme que les robe algo de su tiempo. Sé que deben estar reposando antes de reiniciar la rutina diaria, pero tengo un importante asunto de negocios que plantear a vuestras excelencias.

Los señores de Iporá abrieron grandemente sus ojos a los que restregaron con sus manos velludas. Inmediatamente sus oídos se pusieron en alerta roja y de sus cabezas comenzó a evaporarse rápidamente los alcoholes ingeridos en wiskachos, tintillos y otros…

–Me voy a presentar… Soy el Mago Chinglint´ing, de la China y vengo a este hermosísimo país a entretenerme y hacer algunos negocios…

Los señores de Iporá se acomodaron en sus poltronas, encendieron unos habanos bien grandototes y se creyeron que era oportuno presentarse:

— Soy el Doctor Reginaldo Rocallosa, dueño de la importante fábrica de autos que usted habrá visto a la entrada de la ciudad. También soy propietario de las Industrias Aceiteras «La Aceitunilla». En este momento ejerzo la presidencia…

–Soy el Doctor Pascual Narcolini. Me dedico a negocios de importación y exportación. Esoy a cargo de todos los negocios inmobiliarios  de Iporá. He sido designado Ministro de Relaciones Exteriores…

–Soy el Doctor Remigio Papiros. Soy Gerente de Bancos Unidos…En este momento comparto el ministerio en la cartera de Educación y Cultura…

El recién llegado arrimó un sillón sin hacer, aparentemente, ningún esfuerzo. Sonrió amablemente y colocó su portafolios de cuero de mono sobre las rodillas al que acariciaba con sus dedos flacos y huesudos…

— Yo soy mago reconocido desde siempre y aunque tengo un buen pasar y nada me falta, he decidido venir hasta acá a realizar unos negocios que a la vez que me permitan aumentar mis incalculables riquezas permitan a la vez favorecer grandemente a otros… en este caso a los beneméritos señores con los cuales me encuentro… 

Los señores de Iporá intercambiaron miradas de inteligencia que estaban acostumbrados a descifrar:  a) Los asuntos de negocios siempre hay que atenderlos. b)  Nunca invertir dinero si no eran seguras buenas ganancias. c) Ser siempre desconfiados…

–He traído para que ustedes puedan comprobar mis antecedentes,  estos documentos… Acá en este folio puede comprobarse claramente que quien despertó a la Bella Durmiente fui yo y no como se afirma por ahí un apuesto príncipe… En estos otros consta mi autorización para que los Reyes Magos puedan realizar todos los fines de año sus recorridas por el mundo… Acá en estos otros documentos se prueba que el mago que devolvió a la vida a la Princesa Encantada  fui también yo…

Unos papeles amarillentos, oliendo a viejo,  escritos con tinta china, muy  llenos de sellos fueron circulando de mano en mano…  Los señores de Iporá interrogaban con la mirada lo que se traía Chinglint´ing entre manos y apretaban con fuerza sus gruesas  billeteras de cocodrilo que estaban hundidas en sus bolsillos bien llenas de petrodólares.

—Vengo a ofrecerles a ustedes por la modestísima suma de mil millones de dólares el cumplimiento de cualquier deseo que ustedes tengan. El deseo será cumplido al instante y no tiene, desde  luego, ningún reclamo. El precio les puede parecer alto, pero si piensan bien, lograrán lo que deseen, por más imposible que parezca… por una bicoca!.

Las semicalvas cabezas de los doctores se juntaron un instante. Durante algunos minutos se oyó algo parecido a una colmena cuando los primeros rayos de sol invitan al trabajo diario. Algunas manos gesticulaban. Una copa se cayó al suelo y se hizo pedazos… Se apagaron en el cenicero los habanos a medio fumar… Las respuestas quedaron para el día siguiente a la misma hora y el mismo lugar…

Esa noche faltaron tres clientes a » Fun Girl´s Club   «. Sus señoras durmieron solas. El gobierno decretó feriado no laborable.  Al día siguiente, a la misma hora y en el mismo lugar se encontraron el Dr. Reginaldo Rocallosa, el Dr.  Pascual Narcolini y el Dr. Remigio Papiros con el Mago Chinglint´ing. La tensión del momento era fabulosa. No volaba ni una mosca… No se tomaba coñac ni se fumaba ningún habano. El viejo del frack estaba de piernitas juntas, con su portafolio, con su bastón de noventa y dos centímetros y una sonrisa indescifrable  en la boca…No fumaba pero mostraba su diente de oro…

El primero en hablar fue el mayor de todos, el Presidente de Todos, el Director del Partido Amarillo y el más rico…el Dr. Rocallosa.

— Yo he pensado mucho en su oferta. He hecho muchos  cálculos sobre las ventajas y desventajas de su oferta… Pero he llegado a la conclusión que si usted cumple con lo prometido yo le pagaré al contado lo que pide… En cambio yo deseo ser el hombre más rico del planeta. Tener riquezas tales que nada me sea imposible de adquirir…

Sonrió el Mago y anotó en una libretita para no olvidarse el pedido del Dr. Rocallosa. Miró luego con ojillos brillantes y sin pestañear al Dr. Narcolini que dijo:

–¡Vaya asuntito este!. ¡Por mil demonios, que nunca hice un negocio así!. Yo primero pensé, como el Doctor Rocallosa, solicitar mil vagones de oro. Se lo dije a mi mujer que está ahora en cama, enferma, casi por morir… Entonces ella me aconsejó… lo mejor es la salud… ¡ Si no eres sano de nada te servirá todo el oro del mundo!. Así que mi deseo es tener salud siempre…

El Mago Chinglint´ing sonrió una vez más y anotó en su libretita, para no olvidarse, el pedido del Dr. Narcolini. Miró luego con sus ojillos brillantes al Dr. Papiros…

— ¡Ay de mí!…¿Qué negocios son estos?… No he podido comer ni beber nada desde ayer. Saben ustedes que nunca he rehuido de un negocio cuando lo hemos acordado bueno para todos… Me sirvió mucho el feriado acordado porque así no tuve que atender mis asuntos diarios. A mi también me pareció al principio que lo mejor era tener mucho oro,pero pensé que el oro no lo compra todo. Luego pensé en tener una vida eterna pero concluí luego de cinco horas que de nada me serviría si en ella no era feliz… Por lo tanto prefiero vivir menos, pero feliz… ¡Eso!… Deseo ser feliz por siempre…

Sonrió el Mago una vez más… Anotó en su libretita para no olvidarse… Levantó en alto su varita de empuñadura de oro y plata y luego que recibiera los pagos en cheques a cobrar en las Islas Caimán  fue leyendo los deseos en su libretita… Fue tocando uno a uno a los doctores y transformando en realidad sus deseos… Y en menos de lo que tardo en contarlo desapareció por los aires dejando tras de sí un velo de un vapor acuoso con olor a monte florido… 

Si alguien desea saber lo que pasó después a los señores de Iporá puede hacer dos cosas:  a) consultar en Google Earth donde queda esta ciudad y concurrir a ella –El viaje no es caro– b) Meditar para saber cual sería el mejor negocio.    ¿ Qué hubieses hecho tú?…

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