Todas las entradas de: Andy

Soy un soñador y tengo demasiados sueños por cumplir.

La Lengua Del Diablo

Muy tarde, me percate de mi error; solo era un juego ¿O tal vez no lo era? Tal vez, solo quería experimentar. Me he equivocado, mis palabras, mis deseos, me llevaron a conocerla. Se hace llamar Dite. Es ahora que descubre, que Dite, es en realidad una ciudad en el infierno. Bueno, es lo que se dice en uno de esos largos y aburridos poemas; pero tiene sentido ¿No creen? Sin querer, fui tan estúpida, que termine firmando un contrato con el diablo. O uno de ellos. No estoy segura. Una vez leí ¿o eso creo? otro aburrido libro, que explicaba que no existía solo un diablo, sino 7 en realidad, en ocasiones dicen que hay hasta nueve. Y esta «Dite», es uno de esos diablos.

Solo quería experimentar ¿O tal vez no? Siempre he odiado a esa chica, y en el fondo, todos en la escuela, saben que se lo merece, es una odiosa. Así que me alegro de que perdiera todo su cabello ¿Pero yo voy a perder mucho mas? ¿No lo creo? ¿El contrato es claro? Mi larga, aburrida y maltratada trenza, a cambio del brillante y rubio cabello de esa desgraciada. Pero, no tiene sentido. Ella, perdió todo su cabello, mi enemiga, y a cambio de eso, yo solo tuve que ofrecer una trenza. Parece injusto.

Siento que me esta llamando ¿pero para que? Quiere algo más, Dite, no se conformara con mi cabello, tratara de quitarme algo mas importante. Solo yo puedo verla. Su sombra deforme parece perseguirme todos los días cuando vuelvo de la escuela. Tengo miedo a contarle a mis padres, aun que me da mas miedo, no decirle a nadie.

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El Laberinto De Los Ángeles

Una estructura imponente, formada en su totalidad por bloques de mármol blanco. Hay quienes dicen que el laberinto, abarca el tamaño de una región entera, otros aseguran que fue construido sobre las ruinas de un país, y hay otros más arriesgados, que juran que el laberinto abarca toda la extensión de un continente pequeño.

El tamaño del laberinto, no es en realidad relevante, sino lo que se oculta en su interior. Sea que se trate de un mito o no, la presencia de los ángeles, en distintos puntos del laberinto, confirman las sospechas de las personas que viven cerca del mismo. 66 puertas al infierno, permanecen cerradas en distintos puntos del laberinto, y son los ángeles, quienes se encargan de custodiarlas.

El sacrificio de niños, tampoco es algo nuevo, se sabe que los niños, pueden escuchar voces procedentes del interior del laberinto; esto tal vez, se deba a el hecho de ser inocentes, o tener almas un poco más puras. En la mayoría de los casos, esto conlleva a la muerte del niño, que reconozca escuchar estas voces. Por ley, son entregados a un ángel, y este, lo lleva a un punto especifico del laberinto, con la única intención de usarlo como carnada, para atraer a algunas de las bestias que hubieran logrado escapar, usando cualquiera de las 66 puertas.

A la fecha actual, se sabe que los ángeles han descuartizado «la única forma de asesinar a un demonio», a varios centenares de demonios, sin embargo, nunca se ha visto regresar a ninguno de los niños, entregados al laberinto.

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El Día Libre

Jenny, espero a su mejor amiga, en un pequeño restaurante que se ubicaba, justo a un lado de la oficina gubernamental, en la que trabaja. Sentada, desde esa posición le era posible observar, las amplias ventanas de la oficina, y como era de esperarse, no era posible vislumbrar, ningún movimiento.

— Justo lo que uno esperaría ver, en una oficina de muertos, — se dijo, Jenny, mientras apretaba entre sus manos, el frasco purpura, que le había entregado su jefe, el día anterior.

— No hables así, recuerda que yo, también trabajo ahí, — dijo su mejor amiga, quien la había escuchado. — ¿Ya hablaste con tus padres? — Pregunto esta, al sentarse en una silla, justo frente a Jenny, mirando con disimulo el frasco de color purpura. — Ellos saben lo que te pidió el jefe.

— Dana, no puedo seguir pidiendo mas favores, — contesto Jenny, con las manos temblorosas, — mis padres ya tienen suficientes problemas económicos, como para agregarles uno mas.

— !No estarás pensando, beber esa cosa! — Exclamo Dana, fijándose en la botella purpura. — No puedes estar pensando, en volverte uno de ellos.

— Todos lo están haciendo, — reconoció Jenny, — mira a tu alrededor Dana, cuantas de estas personas, ya están muertas.

Dana se fijo en una multitud de personas, que aguardaban el cambio de luz en el semáforo, para cruzar al otro extremo de la calle. Ninguna de aquellas personas, llevaba comida o agua, y casi todos, tenían aquellos desagradables ojos lechosos, con una capa amarilla sobre la cornea. Dana, comprendió lo que su mejor amiga decía. En el grupo de personas que aguardaban el cambio de luz, la mayoría ya habían consumido el elixir. En pocas palabras, la mayoría eran muertos.

— Entiendo que no quieras beberlo, — dijo Jenny, — después de todo ¿quien quiere morir? — Pregunto Jenny, casi con un tono de voz burlón. — El elixir, es la respuesta del gobierno, a todos los males que experimenta el país.

— No hay ciudadanos enfermos, ni cansados, ni con hambre, — indico Dana, dirigiéndole una dura mirada a su amiga, — pero olvidas algo, Jenny, si no duermes no puedes soñar, si no comes, no podrás saborear, y si no te enfermas, no podrás hacerte mas fuerte.

— En las noticias dijeron, que el gobierno esta empezando a exportar el elixir a otros países, — comento Jenny, fijando su atención en las ventanas de la oficina en la que trabaja. — Muy pronto, el mundo entero, sera igual que este país.

Dana, pensó en debatir aquel comentario, pero incluso ella, ya se sentía cansada por el pensamiento negativo de su mejor amiga. Ambas chicas, permanecieron en silencio, y observando las grandes ventanas, por la cuales no se veía ningún movimiento. Jenny, se sobresalto, al notar una rápida sombra. Se levanto para observar mejor lo que sucedía. Su jefe, estaba muy cerca de la ventana, y alguien parecía estarlo empujando. — ¿y ahora que sucede? — Pregunto Dana, al notar el comportamiento de su amiga.

— Es que…– dudo Jenny, aún mirando a las ventanas. Su jefe ya no estaba. –…pensé ver algo…

El interior de la oficina se ilumino, y una ráfaga de fuego, hizo estallar el vidrio amplio que cubría las ventanas. El pánico inicio a los pocos segundos de la explosión. Jenny, no terminaba de comprender lo que sucedía, cuando una segunda explosión, resonó en el interior de aquella oficina. Las siluetas envueltas en llamas, corrían de un punto a otro. Jenny y Dana, fueron capaces de ver, los cuerpos en llamas de sus compañeros. Algunos de ellos saltaron al vació, estrellándose contra la carretera que pasaba a un lado del edificio.

— !Esta es la vida, que el gobierno quiere para su pueblo! — Se escucho una voz, procedente de las bocinas de seguridad, esparcidas a lo largo de esa concurrida avenida, y normalmente empleadas, para dictar instrucciones a la población en caso de una emergencia. — !Ciudadanos, no consuman el elixir, esa cosa, es la sangre del diablo, y mientras nosotros sigamos aquí, no cesaremos de atacar, a cualquier institución, que contrate los servicios de un cadáver! — Amenazo la voz. Jenny, retrocedió asustada, al ver a su jefe arrastrándose por la calle con las piernas destrozadas a causa del impacto, generado por la caída. — ¡Observa pueblo! — Exclamo la voz una vez más. — ! Esto es lo que el gobierno, quiere para ustedes!

Jenny, permaneció en el suelo, solo observando a las personas aterradas que iban de un punto a otro, buscando un lugar para ocultarse. Dana, estaba a su lado, intentando hacerla reaccionar, pero Jenny, solo era capaz de ver a su jefe avanzando hacia ella.

–… de donde viene el fuego…– dijo su jefe, y Jenny, se desmayo, al comprender que su jefe, no era capaz de sentir el fuego que lo envolvía.

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La Chica Y El Ángel

Verónica, llegó al centro del laberinto. Su oscuro compañero, la siguió de cerca. Él podía moverse mucho mas rápido, y se desplazaba mejor al trepar por los muros de mármol.

–  ¡Este no es un lugar para los vivos! – Exclamo el ángel, que se hallaba de pie frente a la entrada del infierno.

Verónica, avanzo hacia el ángel. La brillo verdoso que emanaba de la entrada del infierno, mantenía iluminada aquella habitación circular. Verónica, estaba herida, el ángel lo notó, pero no pareció sorprendido, aparentemente, ella no era la primera en lograr atravesar el laberinto.

– ¡Vengo a buscar a mi hermana! – Indico Verónica. La muchacha, no era muy alta, pero si era atractiva, eso se notaba a pesar de la suciedad, y las manchas de sangre en su piel. Portaba una armadura negra, tan vieja, que el ángel pensó que la había tomado de alguno de los cadáveres a lo largo del laberinto.

– No pierdas tu tiempo aquí, humana, – dijo el ángel, mirándola con desprecio, como si de un animal sucio se tratara. – Solo los muertos, se les permite usar esta entrada; regresa cuando hayas muerto.

– No tengo mucho tiempo, – aseguro Verónica, mientras avanzaba hacia el ángel. La muchacha, llevaba entre sus manos una brillante espada, forjada con hermosas escamas blancas, mucho más filosas y duras que el acero. – Voy a pasar, no te interpongas en mi camino. – Advirtió Verónica; el ángel sonrió, dejando ver una hermosa sonrisa, con unos dientes perfectos y blancos.

– Esa espada, – señalo el ángel, aun sonriendo, – conozco al ángel, al cual le pertenece ¿acaso la has hurtado? – Pregunto el ángel. Este se acerco un poco más, y Verónica pudo ver su indescriptible belleza. Se trataba de un ser, perfecto, en todo el sentido de la palabra. Su cabello, largo y dorado, llegaba hasta la parte baja de su espalda, sus ojos brillaban con un magnifico destello azul, su piel, las partes que estaban al descubierto, mostraban una superficie libre de vellos, y sin cicatrices. El resto de su cuerpo estaba bien protegido, por una brillante armadura blanca. Pero lo más asombroso en él, no era su belleza, sino sus alas, seis de ellas, tres del lado izquierdo de su espalda, y tres de lado derecho. – No me has contestado. – Indico el ángel. Verónica, se sorprendió al descubrirse a si misma, admirando la belleza de aquel ser. – ¿Como robaste esa valiosa espada? – Pregunto el ángel.

El compañero oscuro de Verónica se mantuvo en las sombras. La muchacha, podía observarlo aferrado a una de las paredes de mármol, que formaban parte del pasillo que conducía a la habitación redonda. El ángel, se molesto, Verónica, lo notó en su rostro. Los ángeles, no están acostumbrados a que se les ignore. Un hacha, brillo en las delicadas manos del ángel. La muchacha, comprendió que aquel hermoso ser, se preparaba para asesinarla. – ¡Es mi premio! – Exclamo Verónica, mientras levantaba aquella espada, que le había salvado la vida, en varias ocasiones. – ¡He derrotado al ángel, portador de esta arma, así que ahora me pertenece! – Aseguro Verónica. El ángel de seis alas, se molesto aun más, pero no perdía aquella hermosa sonrisa.

– Mientes. – Contesto el ángel.

– No tengo, por que hacerlo, – aseguro Verónica, – por favor, recorrí el laberinto, mate a los enemigos, tengo derecho a cruzar la puerta.

– Esta puerta es solo para los muertos, – le recordó el ángel.

– ¡Mi hermana, esta del otro lado de esa entrada! – Grito Verónica, haciendo un gran esfuerzo, para contener sus lagrimas. – ¡Cada minuto que pierdo, implica la muerte de mi hermana!

– La muerte, nos llega a todos, – contesto el ángel. Verónica, perdió el equilibrio, pero antes de caer, logro clavar la espada en el suelo, usándola como bastón, para mantenerse de pie. – Y la muerte, también te llegara a ti. – Agrego el ángel.

El oscuro compañero de Verónica, emergió de las sombras, siguiendo las ordenes de su ama. Un perro negro, mas grande que un hombre, con cuatro grandes ojos amarillos, y una desagradable serpiente verde, en lugar de una cola. El ángel, no se inmuto en esquivar a la criatura, y le arrojo su hacha plateada, la cual se enterró en la cabeza del perro, produciendo un prolongado crujido, señal inequívoca de que el golpe, había fracturado el cráneo de aquel monstruo. El ángel dirigió su mirada a Verónica, seguro que el perro retrocedería, después de todo, el hacha, estaba forjada con minerales sagrados, y ninguno demonio, lograría resistir aquel dolor. El rugido del perro, llamó la atención del ángel. – ¡Imposible! – Exclamo el ángel, al notar que la criatura no retrocedía. – ¡Esta siendo manipulado por un amo! – Comprendió el ángel, justo cuando la mandíbula del perro demoníaco, se cerraba sobre su ala superior derecha.

El perro demoníaco, aun con el hacha, clavada en la cabeza, retorció su hocico con fuerza, solo dos veces, antes de arrancar totalmente el ala superior derecha del ángel. la sangre se derramo sobre la hermosa piel blanca del ángel, manchando parte de su armadura, y después el suelo de mármol blanco. El perro, escupió la gran ala compuesta de plumas blancas, y se preparó para atacar nuevamente. La herida en su cabeza, se hacia cada vez más grande, puesto que el metal sagrado del hacha, estaba quemando su carne. El ángel pateo al perro, antes que lograra morderlo nuevamente, y este, salio impulsado hacia atrás, como si de un muñeco se tratara. El ángel, comprendió que aquel demonio estaba siendo manipulado por un amo. Manipulación esta, que sin duda procedía de un contrato infernal. El enfrentamiento, impidió que el ángel, se percatara de los pasos dados por Verónica para llegar hasta él, y cuando finalmente la vio, ya era tarde. – La muerte, nos llega a todos…– Fue todo lo que escucho el ángel, antes de ser decapitado, por aquella hermosa espada, forjada con escamas blancas.

Verónica cayo al suelo, a un lado del ángel decapitado. La muchacha, perdió el conocimiento, justo después de ver la cabeza del ángel, rodando por sobre el suelo de mármol blanco, dejando tras de si una desagradable y gruesa línea de sangre. La muchacha, cerró los ojos, y escucho a su oscuro compañero, devorando con gusto la dulce carne de un ángel. – Voy por ti, Xiomara, espérame un poco mas…– se dijo así misma, antes de desmayarse.

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Un Nuevo Mundo

La chica se levanto todavía con los ojos cerrados y bostezó, justo como lo haría antes de dejar su cama. Una risa, seguida de un conjunto de murmullos, llamó su atención. Entonces lo recordó. Sus compañeros la miraban, unos con desagrado otros con gesto burlón.

–Te has quedado dormida de nuevo –dijo su mejor amiga– he tratado de despertarte, pero no me hiciste caso.

–Cuando duermo parezco una muerta –admitió avergonzada mientras recogía sus herramientas de trabajo. Su escritorio era un completo desastre, y ya había recibido una advertencia por parte de su jefe acerca del desorden en su puesto de trabajo.

–¿En serio crees que usar ese término aquí sea una buena idea? –le recordó su mejor amiga. Inmediatamente la chica se percató de las miradas de sus compañeros de oficina.

Aquella oficina no era especialmente grande, ni especialmente llamativa, pero su importancia se remarcaba en el hecho de ser la primera oficina gubernamental que trabajaba las 24 horas del día, los 365 días del año, y también por las capacidades especiales de quienes trabajaban ahí.

–¡Jenny! –Uno de sus compañeros salió de la oficina del jefe y le hizo señas a la chica para que se acercara.

–Se ha enterado ¿verdad? –preguntó Jenny a su mejor amiga– ¿Me ha visto dormida en el escritorio?

–Creo que lo mejor será renunciar –aconsejó su amiga mirándola con resignación– yo estoy pensando en hacer lo mismo; ningún ser humano puede trabajar 24 horas seguidas sin parar.

–Ellos sí pueden –recordó Jenny fijando su atención en seis chicas que permanecían alertas, mirando la pantalla de sus ordenadores y tecleando sin parar.

–No somos igual que ellos –contestó la mejor amiga de Jenny. El muchacho al frente de la puerta del jefe volvió a llamar una vez más.

Jenny avanzó avergonzada a través de un espacio formado entre dos hileras de escritorios enfilados unos tras otro. La chica mantuvo la mirada en el suelo, los ojos de color lechoso de sus compañeros la asustaban. Ya no quedaban personas vivas en esa oficina, todos habían ingerido el Elixir proporcionado por el gobierno, volviéndose humanos fríos que no experimentaban el dolor, ni el sueño, ni el agotamiento. Solo Jenny y su mejor amiga habían decidido no consumir el Elixir.

–¡Buenas noches, jefe! –saludo a su jefe, quien lucía igual que una fina estatua de mármol, su piel de un desagradable tono pálido sobresalía aun más debido al oscuro traje que llevaba puesto. Los ojos blancos con una desagradable capa amarilla sobre la retina se fijaron en Jenny.

–Jenny, ya te lo había dicho, si no puedes con el puesto lo mejor es que lo dejes, ya llegará alguien que sí sea capaz de aprovechar la oportunidad. – El jefe fue directo al grano y una vez más Jenny desvió la mirada asustada por los ojos de aquel hombre–. Esta ha sido tu tercera oportunidad y esta oficina demanda mucho esfuerzo por parte de sus colaboradores.

–Yo… no soy igual a ellos, –titubeó incapaz de mantenerle la mirada a su jefe.

–Es por que aun estás viva –le recordó con frialdad. El hombre puso sus manos sobre el escritorio y en seguida la chica notó que tenía uñas nuevas–. La descomposición, si no es tratada a tiempo puede ocasionar la perdida de algunas partes del cuerpo. –explicó el hombre al notar la mirada de la chica enfocada en sus manos–. Las uñas se desprende si no cuidamos nuestros nuevos cuerpos. –agregó el hombre que no ocultaba su desagradable humor.

–No puedo beber el elixir –indicó la empleada fijando su atención en la brillante botella purpura que se hallaba sobre el escritorio de su jefe.

– ¿Por qué no? –preguntó– Tu gobierno te quiere fuerte Jenny, te quiere incansable, te quiere trabajando. –explicó mientras tomaba la botella y la colocaba al alcance de su empleada– cuando lo bebas el sueño y el cansancio desaparecerán al igual que el hambre y el frío.

–¡Yo no quiero morir! –gritó rechazando la botella con el brillante contenido purpura moviéndose en su interior. Su jefe la observó en silencio durante unos largos minutos hasta que finalmente decidió contestarle.

–La mitad de la población ya ha bebido el elixir –le recordó– ahora, esa mitad es la mejor mitad de este país, –aseguró mientras se levantaba, sujetaba la botella y se acercaba a su empleada– todos hemos hecho sacrificios para ser mejores, si no estas dispuesta a sacrificarte entonces no puedes formar parte de este equipo.

–¡Necesito el empleo! –admitió al borde de las lágrimas.

–Entonces ya sabes que hacer –contestó– llévate la botella, tomate el día de hoy, te espero mañana lista para comenzar tu nueva vida junto con tus compañeros.

Jenny dejó la oficina llevando aquella botella de veneno firmemente presionada entre sus delicadas manos. No era la primera que pasaba por eso. El elixir es la respuesta del gobierno a todos los males del país. Consumirlo implicaba morir, pero eso era un precio bajo comparado con una nueva vida sin dolor, sin frío, sin hambre, sin agotamiento y ahora ella debe decidir si quiere vivir esa nueva vida.

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