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Tortuosa Testarudez

TORTUOSA TESTARUDEZ

Pronta a nacer la noche espera,
una inmortal estrella esquiva.
No de secas pajas enrejadas,
ni de altares, ni de libros.
No de flores pálidas y perlas,
ni de piernas, ni de panes.

¡Demacrado pandemónium!.
¡Desquiciado pulverulento!.

Es la canción de los viejos días,
la esquina azulada de grises.
Son los corceles voladores,
las últimas campanas libres.
El rico piano del fuego es,
de marfil, de agua y de viento.

¡Dilapidador prolijo!.
¡Dislocado panegírico!.

El sonido del escorpión niega,
al cuerno de la luna madura,
de moda, de piedras, de lana.
De rastros, de rostros, incautos,
de lívidos despojos, del humo.
Una vez uva de vegetal vejez.

¡Desgarbado pomposo!.
¡Displicente pedregal!.

Donde las entrañas exploran,
las nubes, las escaleras verdes,
los cuadros, los rojos insípidos.
Con la habitual caricia del zapato.
Y en el pelo mundanal mutación.
Y en la última mirada el cielo.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto y de la imagen

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Hechuras…

HECHURAS…

Desgarrados suenan los sueños masacrados
de hambres infernales, los sanguíneos suelos
y los vientos turbios, ante todo la luna
se sumerge pantanosa; asfixiando la noche
a inermes indefensos, la cándida esperanza
de sus cabellos ligeros.

Estando danzando el silencio encampanado,
gris polución que respiran ángeles sedientos,
se cultiva la sangre derramada, hielo de noche;
todo el aire desciende en zafiedad vistosa.

Arriba plateadas soledades de la tarde y luna
por el campo abatido va el silencio apático torpe,
acompañando a los ausentes, los corazones deshechos,
y aturdidos mueren en las nubes las campanas
negras del olvido.

¡Equívoco triunfante! ¡Cementerios de luz!
Cosecha hoy el humo del alma un desengaño
lúcido, de futuros sepultados.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
(Del texto y la imagen)

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OCRE ENDRINO…(Fauvista)

OCRE ENDRINO

[ Fauvista ]

El anochecer ha purpureado

por la nieve inquieta grisácea

pesadilla del agua verdosa

que en falso azulea rosácea.

 

Porque audaz abate a la bruma

de blancura inofensiva

con la dulzura rugosa del disimulo

adornando a las quimeras con platearse.

 

En la memoria enrojecida

 por la mirada salada dorada

 de un  marmóreo canto gris

por el último bosque naranja.

 

Tanta tranquilidad amarilló almendrada,

en la críptica invención rojinegra,

defectuosa intratable, en la perplejidad roja

de las horas azulosamente incisivas.

 

¡Vaya falacia plateada!.  Blancuzco desacierto,

en el camino de los años transparentes.

¡Vaya como ya amarillean los fracasos!.

En la turbidez de los puentes colgantes.

 

Donde el hueco serena una campana,

y purpurearán celosos los tigres,

que tejen al símbolo que están azulando.

 

En la luna el limón es más sincero.

Menos verde que sanguíneo.

Por la tarde agitada de un gato carmín.

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