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La Bella Y La Pandemia (Días 7,8,9 Y 10)

-Día 7- 

Me gustó tanto el tiramisú que le pido a Rebecca que me enseñe a hacerlo, Line también está en la cocina con nosotras, ella hace las claras de huevo a punto de nieve con la batidora y yo bato a mano el mascarpone, el azúcar y la mantequilla, mientras que Rebecca nos dirige. Trabajamos en equipo, nos reímos y yo no me siento tan tensa como de habitud al intentar algo nuevo. Por primera vez en una semana siento un chispazo de alegría y en un ataque de inspiración, hago una lista de las cosas que quiero aprovechar del lugar en donde estoy y de las personas con las que estoy. Comparo la lista de los miembros de la casa y Rebecca dobla a todos los otros en puntos de interés.  

En el apéro (1), Rebecca me ofrece cortarme el cabello, ¿hay algo que esta mujer no pueda hacer?, yo le digo que su propuesta es perfecta porque desde que había llegado a Europa no me lo había cortado por no querer gastar dinero en peluquerías y cortármelo sola era una ambición muy peligrosa. Ambas estamos emocionadas y hacemos algunas bromas de peinados raros en español. Line nos mira hablar, Rebecca le acaricia el pelo y le dice que también le va a hacer un corte a ella. 

 Más tarde ya en la cama, hablo con mi chongo (2) estrella, Leo, un danés que conocí en Colombia hace ya un año y que por un momento pensé que era el one (3) hasta que me di cuenta que nuestra «increíble» conexión era solo sexual. Lo cual no es poco, ni mucho menos, esa conexión nos ha valido para seguir en contacto y para pasar un par de noches “increíbles” incluso después de que ninguno de los dos estuviera en Colombia. Leo me distrae con sus fantasías de “cuando te vuelva a ver…” pero después de que se apaga el fuego me quedo con la sensación, ya familiar, de que no hay nada más interesante de esa relación, o mejor, interacción. No hay ningún otro tipo de cercanía aparte de la física y eso me aburre. Al despedirnos Leo me pregunta hasta cuándo va la cuarentena en Francia para planear su viaje de visita, yo le digo que no sé, lo cual es verdad, pero con la sensación de que si supiera le hubiese respondido lo mismo. 

(1) Apéro: del francés. Forma corta de apéritif. Momento antes de la cena en el cual se comparte una bebida alcohólica y pasabocas. Costumbre típica de la cultura francesa.  (2) Chongo: Hombre con el que se mantiene una relación puramente sexual.  (3) the one: del inglés. El hombre o la mujer de tu vida.  

-Día 8-  

El día amanece muy frio, como para quedarse en la cama, pero yo me levanto emocionada a trabajar porque tengo un estudiante nuevo, Lebron, un francés que conocí justo antes de la cuarentena y con quien  siempre ha habido algo de tensión romántica. Lebron es buena onda, pero noto que esta algo acelerado ese día entonces hago lo posible para que la clase sea interesante y al mismo tiempo relajada. A pesar de que es evidente de que ambos estamos algo nerviosos. Verlo por cámara me hace pensar que tal vez si habría aceptado tener esa segunda cita.  

Hoy es el cumpleaños de una de las hermanas de Estella, hago un pastel de chocolate para que puedan mostrarlo en la reunión familiar de zoom. Estella hace bromas de mis destrezas culinarias y les cuenta a los otros que esa receta en realidad es de ella pero que a mí siempre me queda mejor.

Para la cena todos miramos a Sebastien comer pan compulsivamente y servirse varias veces comida en el plato, una escena que todos hemos visto ya todos los días. Line le dice que él come en un día lo que ella y Rebecca comen en dos, Sebastien solo se ríe y sigue comiendo. Él se lo toma en chiste, pero ni Line ni nadie de la mesa se ríen con él.  Para ese momento ya parece obvio que la equivalencia de dinero – cantidad de comida por persona, no está siendo muy justa.  

Antes de dormir veo una noticia que dice que Bill Gates afirmó recientemente que para que un confinamiento preventivo realmente funcione tiene que ser de entre seis y diez semanas. Intento leer la noticia completa pero las moscas que hoy vuelan cerca del bombillo de mi cuarto me distraen, después de un momento el ruido que hacen me empieza a molestar e intento sacarlas por la puerta, pero ninguna se va. Al final, ya harta, decido que mosca que vuele sobre mi cabeza, mosca que voy a sacrificar. Después de algunos minutos ya he matado unas cuantas, hasta que solo queda una sobreviviente, que me mira inmóvil desde la pared, me acerco un poco y le digo: — No te muevas. Tienes una oportunidad, ¡si te mueves te mueres! —. 

-Día 9- 

Me levante por el lado izquierdo de la cama eso se ve. La gente me saluda y yo tengo que hacer un esfuerzo inimaginable por corresponderles el saludo y la sonrisa. Me concentro en mis cosas para no tener que hablar con nadie, pero trabajo desde la cocina porque es el único lugar donde tengo conexión decente, de repente, llega Estella a la mesa y me pregunta si me molesta que ella utilice la cocina para trabajar tambien, yo en un  intento de socializar le digo en broma que sí, que “me molesta mucho” y me rio, ella me mira fastidiada y me suelta un «es MI casa», yo me quedo sorprendida asimilando su respuesta, pero para cortar la evidente tensión enseguida le aclaro que fue un chiste, ella solo responde que ella no tiene sentido del humor, luego se pone los audífonos y se esconde de mi vista tras la pantalla de su computador.  

Preparamos la cena y como la cocina es un área muy fuera de mi zona de confort lo estoy sufriendo un poco. Con la actitud de mierda de Estella sentía que mi lado más inseguro estaba empezando a emerger, le pido con algo de temor a Rebecca que me diga como cortar bien el puerro y ella me explica con paciencia y mucha amabilidad. Ella es definitivamente la estrella de la casa para mí.  

-Día 10-  

Marín anuncia en mañanas X que el príncipe Carlos tiene el virus. A mí me da un ataque de risa inexplicable al oírlo, luego me acuerdo de las profecías de Nostradamus que había visto con Nadia, en una de ellas él anuncio el cambio de rey de Inglaterra para el 2020 lo que implicaría la pronta muerte de Isabel II. Me dejo de reír inmediatamente. 

 En la noche todas las emociones de los días anteriores que no había tenido tiempo de asimilar vienen a mi como un remolino, es obvio que no estoy disfrutando estar aquí, me siento sola, quiero irme a mi casa, pero ¿dónde es eso?, mi mente busca y vuelve a Montpellier, pero me recuerda que allá también me sentía sola, ¿Argentina?, ¿Colombia?, ningún lugar se siente lo suficientemente seguro y acogedor en mi mente, todas las personas que son realmente cercanas a mí están lejos. Estoy cansada, muy, muy cansada. Me encierro en mi cuarto a llorar y me quedo dormida. Me llaman para cenar y me preguntan cómo estoy, todo el mundo es amable conmigo, y yo no sé si es porque me escucharon llorar o si es la forma del universo de dejarme respirar un rato emocionalmente.  

En la mesa hay una Tartiflette (1), otro plato que es parte del menú de inmersión a la cocina francesa del que parece que estoy disfrutando por accidente en esta casa. — Todo será malo en la vida, pero la comida jamás —, me digo a mí misma mientras que me sirvo una gran porción. 

(1) Tartiflette: del francés. Plato típico francés que lleva papas y mucho, mucho queso.  

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