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Un Corazón Inerte

La chimenea crepitaba bañada con una luz tenue, opacada por las nubes, el cantar de los grillos saltado en los pétreos, contuvo el hálito por unos segundos, verle recostada la mesalina en la otomana, la piel le erizaba verla perpleja absorta en un abismo de inmortales, deseaba perturbar esas quimeras, traerla consigo; el suave aroma del té burbujea en el samovar, sigilosamente cruzo el umbral de su alcoba, los sonidos sus pies descalzos, no inquietaron su inmaculado trance. El goteo de sus alas resonaba como derbake, idílico; la roso con una rosa negra que exteriorizo, diserto; se inclinó en una plegaria.

—Bastos años, constipado por la desolación, embriagarme en el rococó de tu neroniana vanidad; he vuelto, a fustigar me a las cadenas de tu inmensurable belleza, vacío… E inerte… Musa de mi poesía, venus de las tinieblas, virgen de la luna, evoca mi nombre, vierte el néctar de esta ánfora de arcilla inerte.

—Paroxismo señor ¡Que osas en desvelar mis sueños!, canta música, que el oído agudo se despierta, deleitarse de sus plegarias, el negro corazón que lleva ausente, es símbolo de los ojos cabizbajos de un cuervo, brillan como la sangre desatada de sus presas paralizadas. Señalo un baúl encima del tocador ovalado, forrado en piel, decoraba unas adelfas, abrió el broche en luna menguante, le cedió un corazón lúgubre, agradecido le beso las manos; hizo una incisión, introdujo el corazón, abatido hundió su cabeza en el regazo de ella, no contuvo el dolor de regar su muselina, le aceleraba el corazón, su agitación se volcaba en el cantar de la noche.

—Aun pétreo… Ambulabas en mí pensamientos, ahora vivo en tu dulce aroma —lo acaricio, quitando los vendajes de su rostro, sus ojos azules cerúleos flameaban iluminando una cueva en el fondo de la tierra—.

—¿Cómo fueron los años de infortunios en el averno? Que fue del noble caballero que desbordo de emociones… Ahogando en mareas monstruosas, los días florecieron sus capullos en la alegría de verle, pisar la tierra que abandono; la lluvia desato su llanto que no cesaba; los rayos reflejaban su silueta en las en los pasillos nunca más le vieron cruzar.

Absorto recordaba las palabras de Akarian“lo único que deseo es estar con ella” miro el ventanal, la luna olvidando el lóbrego abanico de insolación reflejaba un idílico semblante; la muselina escuchaba los tambores de guerra, los pasos de Akarian cruzándole el lumbral, el orbe requebrajo sus cimientos, los muros se cuarteaban; en el sendero del bosque una voz resonó los árboles azotados por la ráfaga; Zould la tomo entre sus brazos, los muros en un estruendo frenético se vieron abajo, trozos de orbe se desmoronaban; a los lejos, los peñascos sometidos por la algarabía desaparecían de la vista; el dulce aroma de su pudor, la envolvía en la sinfonía de la calma, sin importar que el entorno se transmutaba en una aberración. Una furia desatadora absorbió los escombros levantado una sábana de humo, el éter en sus tonos azules Prusia, ultramar se mecían en una revuelta de ira; dejando al descubierto un portal blanquezco; el sendero del bosque y su residencia reducidos a un abismo lóbrego.

—Zachariang —la voz resonó con furia, el abismo traía consigo Akarian, la luna desbordaba su euforia en un baño de sangre, verle de nuevo el orbe donde fueron separados los refugia de nuevo.

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El Despertar De Una Rosa

“Erase una vez”… “¿había una vez?” O tal vez sea bien escribir “en cierta ocasión”. Pero ninguna de estas formas sirve para iniciar este cuento; pues no es un pasado, ni en realidad ocurrió. Son solo las memorias de una anciana, unas memorias que con certeza soñó, imaginó o pasódonde la fantasía tiene lugar.

Cuenta, que no veía nada, solo escuchaba muchas palabras que no reconocía. Después de unas horas noto algo interesante; su corazón no latía, no sentía sus manos, tenía en todo su cuerpo una sed estremecedora, percibíasus piernas firmes, y como si subiera una descarga de energía fría desde los dedos de sus pies hasta finalizar su cabeza.

 Ella pensaba:¿Estaré muerta? , y en ese pensamiento se dio cuenta que le era imposible mover sus labios. De repente, escuchó una voz aguda y en un tono burlón: – «Así mireshacia arriba nadie te va a querer, tu color expresa solamente horror «– A lo que aquella anciana reaccionó curveando su cabeza hacia atrás para intentar mirar hacia arriba, como la dichosa voz había dicho. Entre más se erguía, mas veía… y de pronto su vista se hizo clara.Vio que se encontraba en una tienda y que tal vez estaba sentada en una silla,pues se sentía mucho más baja y pequeña que las otras personas que estaban allí.

Pensó, tal vez si trato de gritar, alguien me mire y me ayude a moverme. Intentó e intentó, con todas sus fuerzas pero nadie la escuchaba. Entonces de repente alguien dijo:- Nadie te escuchara, solo nosotras te escuchamos – La anciana rápidamente intento responder, pero las palabras solo estaban en sus pensamientos. Después de unos minutos escuchó: – Escuchamos lo que piensas, así como tu escuchas nuestros pensamientos – La anciana giró muy lentamente sus ojos hacia el lugar donde escuchaba las voces, y de repente para su sorpresa, habían unas rosas gigantes, de varios colores, su tamaño era tan grande que su flor era casi como su cabeza. Totalmente atónita, la anciana transmitió sus pensamientos a las rosas para comprobar si contestaban.

  • ¿Ustedes son las que me hablan?
  • Si, ¿Por qué estás aquí?
  • No lo sé, nunca recuerdo haber venido.
  • Aquí todas llegamos porque en algún momento lo quisimos.

En eso ella comenzó a recordar, un hospital, una enfermera, el sonido de un monitor cardiaco, sus manos viejas y un inmenso dolor que la aquejaba. Como un abrir y cerrar de ojos vio el momento en donde su corazón dejó de latir y en ese momento, miró dos personas que la miraban con desdén, pero no comprendía las palabras que decían; entonces una rosa roja esplendorosa con el mismo tono agudo que escucho al principio dijo: – Jamás te llevaran debiste hacer algo muy malo para tener ese color jajaja – . Entonces la anciana se miró a sí misma, y se dio cuenta que era una rosa de color negro; impotente de llorar, gritar o moverse, comenzó a hablar con las otras rosas.

  • ¿Porque estoy aquí?
  • No lo sabemos, eso solo lo sabes tú.
  • ¡Ayúdenme, por favor, no quiero estar aquí, yo soy humana!
  • No podemos ayudarte.

Ante tal problema, ella entró en desesperación, y con todas sus fuerzas trato de caminar, de repente sintió un vacio, un estruendo, unos gritos y se vio en el suelo, cubierta de agua y rodeada de vidrios rotos, de alguna manera había podido moverse y como era una rosa cayó al suelo junto con el jarrón de vidrio que la contenía. Unas manos suaves la recogieron y la ubicaron en un florero lleno de margaritas, mientras ella en sus pensamientos solo se preguntaba el porqué estaba allí. Una de las otras flores la oyó, y le dijo: – No te preocupes, aquí estamos a la espera de que una persona nos compre y nos lleve para darle alegría a su hogar, para volver a sentir que somos útiles. Yo también era humana y por un accidente quede sin poder caminar, entonces termine aquí, no aprecie mi vida humana porque no me sentía útil sin poder caminar.

Unos días después, ya aceptándose como una rosa negra, recapituló y comprendió porque tenía ese color. Ella había sido una mujer egoísta, una mujer de dinero que humillaba y maltrataba a sus empleados, que nunca escuchó a sus hijos y que no tenía ni siquiera un amigo, por lo que al no sentirse útil postrada en la cama de un hospital, deseó morir. Aceptando ya su destino, pues siendo una rosa de color negro se marchitaría en ese lugar, comenzó a arrepentirse de corazón y para reivindicar lo que había hecho como humana; ayudaba a las nuevas flores que llegaban, dándoles esperanza y tranquilidad.

Entonces un día cuando ya ni el agua la hacía erguir, y sus pétalos estaban tornados de color tostado; llego a la tienda un joven muy triste, y la compró. De camino a casa ella noto que aquel joven tenía un semblante extraño y frágil, después lo vio escribir una nota de despedida, aquel joven iba a terminar con su vida y ella iba a ser la acompañante de aquella nota. Así fue como la rosa negra sabiendo que aquella catástrofe sucedería, juntó toda la energía que le quedaba y así se marchitara y ella muriera, trataría y haría hasta lo imposible por evitar que aquel muchacho pereciera.

Con toda su energía, gritó – ¡No lo hagas, debes valorar la oportunidad de vivir, pues así los demás no tevaloren, y no vean lo que sientes, tú mismo debes saber que eres útil si haces bien a los demás! Espantado, aquel muchacho salió de allí corriendo mientras aquella rosa comenzó a ver negro nuevamente, y sintiéndose débil, sabía que había hecho lo correcto.

De pronto, abrió sus ojos nuevamente, y se dio cuenta que ya no era una rosa, estaba nuevamente en aquella habitación de hospital.

 Entonces agradeció junto a la enfermera que estaba allí, el despertar de un largo sueño.

 

 

Autor: Liz León

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Tu Mirada

Te veo en las miradas de las niñas mimadas, te veo en las miradas de las niñas guapas, te veo en el color de las miradas de las niñas gatas, te veo en la esquina llegando así como una niña nada complicada, te veo en cielo más azul que cualquier mirada, veo tus labios sabor sandia de niña aniñada, te veo en la samba brisa y caricias el pasado cercano como que te hubiera perdido el sábado pasado.
Te veo en los buenos sueños, en los malos tratos, en los buenos ratos.
Te veo en el instante de vida que lloraba tu pérdida adelantada y tu tan fría, veo esta mano sin fuerza tan cerca ahora tan lejana, quiero verte a mi lado, quiero ver mi mano quieta, quiero verme en tus miradas…

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Ego

Recordaba cuando dormíamos bajo las estrellas, porque me hiciste caso, dormíamos en la casa nogal que hicimos con nuestras propias manos ni calientes ni fríos.  Entre tus brazos fríos entre los vientos puros que susurra que hicimos lo contrario.
Dormimos pegaditos conversando el día que te agarre cariño, de las cabezas de ganado, del día que te asustó la culebra y la mate para siempre y me amaste para nunca.
Hicimos lo contrario no hicimos caso, egoístas por el mundo, egoísta nuestra decisión, egoísta nuestro paso, egoísta respiración. EGOísta…
EGO
EGO
EGO
EGO
EGO
EGO
Nos amamos para nunca…

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Doña Maruja Y Los Martillos

A doña Maruja Hernández siempre se le regalan martillos, no importa la fiesta que fuere; Navidad o cumpleaños, el día de su santo, aunque confieso no sé si existe una Santa Maruja, pero sí su segundo nombre, Antonia. Hasta la fecha tenía una pequeña colección de cuarenta y tres martillos, para ella era un misterio. En los primeros años de ese complot familiar, reunía todas estas herramientas en la mesa y trataba de disipar algún mensaje oculto, pero no encontró nada, y los martillos siguieron llegando. En suma los había de todos tamaños, con mangos de madera y de goma, también de hierro. Simplemente era un misterio que había acabado con todas las sorpresas de los regalos futuros.

Maruja era demasiado tímida para preguntar a cualquiera por los inusuales presentes, con el tiempo cuando los vecinos se unieron a la moda de los martillos, aprendió a fingir sorpresa. Vilma su hija, la observaba correr con la prisa que le permitía su edad, después de cada regalo rumbo al escaparate donde los guardaba, después de clasificarlo y pensarle un sitio. A veces ella se acuerda que al comienzo pensaba que era una broma; ella gozaba de buen humor, pero no era así,  terminó resignándose y hasta agarrándole gusto. A medida que su colección crecía ella fue encontrándole otros usos, cuando el insomnio atacaba abría la puerta del escaparate y los contaba hasta que se dormía, como si fueran ovejitas, a veces los utilizaba como  aguanta libros y otras de pisapapeles; en fin los martillos no salían de su cuarto, era una colección privada; ni siquiera su hija sabia de tal existencia. Ninguno de ellos fue utilizado para el sencillo acto de clavar un clavo, los apreciaba mucho como para una tarea tan vulgar, para eso ella guardaba una gran piedra en la cocina, y como los años la habían dejado medio ciega y la piedra pesaba mucho, siempre se pisaba un dedo. Los que la amábamos notamos tan penosa situación, y sin proponérnoslos siquiera íbamos aumentando el tan particular conjunto.

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