Distantes…

distantes pero no lejanos, sus cuerpos a kilómetros de distancia no podían tocarse, las limitaciones de tiempo y espacio impedían que su anatomía estuviese junto a la suya; no había manera física, posible y lógica de que sus alientos se mezclasen en un beso y sus miradas pudiesen cruzarse y abrazarse… pues sí, he dicho bien: «no hay manera física, posible y lógica» pero, ¿quien ha dicho que la magia o el amor ostenten la más minina muestra de lógica? ellos son autónomos, tienen sus propias leyes y se sustentan en sus mismos principios, no dependen de un momento histórico o espacio geográfico determinados para pervivir y trascender; no puede ponerse límite a lo que por naturaleza es infinito y no se puede dominar lo que es indomable, no se puede simplemente pretender atribuirle nuestras limitaciones humanas a algo que es divino y celestial… ¿cómo se puede persuadir al sol de dejar de salir? ¿cómo puedes detener el oleaje del mar? sencillamente, es imposible… así cómo imposible es pensar que por estar distantes estaban lejos uno del otro, sí es que cuando más distantes se encontraban, más juntos se mantenían gracias a la magia del amor, ese amor que les regalaba la vida en ese instante…

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