LOS TRES JINETES DEL CAMINO.

En medio del camino.

Último otoño en París

No sé si me lo vayan a creer,  pero esto sucedió hace mucho tiempo, pero lo recuerdo tan claramente como si fuera ayer.
Un día cualquiera en mi vida fuimos de paseo,  por donde nos llevara el camino.

Recorrimos mucho que no nos dimos cuenta que se había terminado el combustible.

Así que no quedamos varados en un camino abandonado junto a un bosque muy espeso.
A lo lejos vimos una casa con la luz encendida, así que nos dirigimos hacia ella.

De la nada aparecieron tres jinetes que cabalgaban pausadamente ya que todos estaban cubiertos con una capa negra muy larga.

Nosotros nos pegamos hacia el bosque alejándonos de ellos.

Entonces aparecieron un grupo de jóvenes que venían ebrios se molestaban unos a otros.

De repente vieron a lo lejos a los jinetes entonces empezaron a gritarles y lanzarles botellas

Pero los jinetes seguían su camino sin ni siquiera regresar a ver.
Los ebrios corrieron y les quitaron su capa gigante, de pronto los caballos se detuvieron.

Al bajar los jinetes solo eran tres esqueletos con ropa que se fueron sobre los ebrios y empezaron a cercenarles uno a uno.

Quedamos paralizados sin saber qué hacer y empezamos a correr como si nuestras vidas de pendiera de ello.

Uno de los jinetes nos empezó a perseguir y luego vinieron los otros pero ya estabas por llegar a la casa.

La casa no era más que una cantina, cuando entramos en ella el dueño dijo no se preocupen aquí nunca han podido entrar.

Estábamos asustados sin saber que hacer de pronto escuchamos los caballos y los jinetes bajarse de los mismos.

Entonces golpeaban la puerta tan fuerte como si la fueran a tumbar.

El dueño nos dijo que deberíamos guardar silencio hasta que se fueran.

Así lo hicimos a cada momento escuchábamos el golpe sobre la puerta no dormimos toda la noche.

Al amanecer el dueño nos dio combustible para que pudiéramos regresa.

Teníamos mucho miedo,  el dueño nos dijo no teman solo salen por las noches y si no los molestas ellos tampoco.
Le agradecimos por su amabilidad y luego le preguntamos cómo podíamos salir de aquel lugar.

Nos dijo que solo siguiéramos el camino y que no molestemos a nadie que encontráramos por el camino.
Regresamos corriendo al auto le suministramos el combustible.

Nos fuimos al regresar la mirada hacia la casa no eran más que ruinas aceleramos.
En el camino vimos muchas cosas como hombre adentrándose al bosque, mujeres con niños en brazos.

Al recordar lo que nos dijo el dueño de la posada, no dimos importancia a lo que vimos en el camino, de repente salimos del mismo.
Estábamos en la carretera principal al ver por el retrovisor solo había un camino viejo e intransitable.

Nunca volvimos por aquel lugar ya que esa fue la noche más larga de nuestra vida.

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