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Nuestro Asunto Pendiente – Comentario

Nuestro asunto pendiente – El asunto pendiente de Diana es el inicio de una novela con personajes que guardan un pasado que amenaza volver al presente.

Hola soy la autora de esta historia que la he llamado Nuestro asunto pendiente, es una historia sobre Diana, una joven que perdió tragicamente a los miembros de su familia tras un día en el cual ella no se encontraba en el lugar, por ello se dice que burló a la muerte, ella logró ver la escena donde su casa es destruida y ahora solo quiere justicia.

Esta historia se me ocurrió unos años atrás y ahora recién lo he adaptado a la estructura de un relato y he podido compartirlo en este espacio.

En cuanto a los planes con esta historia, planeo continuar a los anteriores capítulos subidos: Nuestro asunto pendiente – El asunto pendiente de Diana 1, 2, 3 con la parte 4 y quizá aun no sé la 5 y luego continuar con Nuestro asunto pendiente – El asunto pendiente de Vicent el cual también será subido en partes.

Estoy muy entusiasmada por la realización y publicación de esta historia. De hecho al inicio había planeado que Diana sea un poco más grande y que sea violenta, pero preferí por la de ahora, la cual se resiste a ser igual que el ser que le trajo sufrimiento.

Espero que se entretengan y esperen el próximo capítulo como yo, sin más que decir los dejo.

Saludo a todos los cyberlectores!!!!

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Nuestro Asunto Pendiente – El Asunto Pendiente De Diana 3

Diana había conocido a Vicent apenas unas cuantas semanas atrás se había mudado cerca de la casa en una localidad pequeña donde habitaban cerca de cincuenta pobladores, se había acercado hacia este nuevo vecino quien parecía solitario y triste, Diana una niña inocente aun, se había visto conmovida y reflejada por este.

El nuevo vecino había recibido de buena manera a Diana y esta le había estado preguntando de su anterior hogar, la joven quien había pasado de una burbuja a otra tenía curiosidad del mundo.

Tras oir tan confusas palabras preguntó una vez más: ¿Qué pudo haber hecho una niña para morir junto con las personas que le dieron la vida?

Vicent primero observó inexpresivo a Diana con sus serenos ojos grises y luego respondió: Compartes la sangre, veras yo quería que muriera toda la familia Montañablanca. Su crimen es existir. Diana quizás no lo entiendas pero con su muerte he saciado mi sed de venganza.

Diana no pudiendo escuchar más salió corriendo lejos de los límites de la casa de Vicent, pero antes escuchó un ruido familiar, eran las sirenas de los autos de los autos de los policías, quienes se acercaban al lugar. Apenas unas semanas Vicent había llegado a la localidad arrastrado por la preocupación del destino de aquella pobre niña quien había visto la escena de los cuerpos de sus familiares deformados por lesiones rodeados por su propia sangre. A pesar de que ella no podía recordar nada de lo que había sucedido ese día, tenía que vivir con el amargo recuerdo de unos padres que ya no están y de un crimen sin resolverse.

El único testigo decidió hacer algo al respecto, mientras que el verdadero responsable se esconde tras una máscara.

Ahora, Vicent se prepara para su hora cero y Diana podrá obtener la justicia que tanto anhelaba, pero ¿cuál es el verdadero propósito de Vicent?

¿Qué es lo que realmente sucedió hace dos años?

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Nuestro Asunto Pendiente – El Asunto Pendiente De Diana 2

Diana tiene algo que resolver con Vicent salió de su casa ese día para ello.

Diana estaba en la entrada de la casa de Vicent, hace unos días habían estado hablando de los densos bosques amazónicos y de las divesas críaturas que habitan en el. Hoy Diana lo confronta con un pasado doloroso. Diana continuó diciendo: Fuiste tú quien mató a mi familia, no es así Vicent?

Vicent con una semblanza calmada y casi triste solo atinó a decir: lo siento, tienes razón.

Un llanto acabó con la serenidad de Diana aquellas personas quienes eran todo lo que ella había conocido hasta ese momento, esas personas en las cuales ella podía confiar y tener seguridad se habían ido hace dos años, ella tras lo sucedido estuvo en shock sin poder recordar lo que había sucedido, lo único que siempre recordaba era a ella misma en un auto de policía abrazando sus rodillas y muy triste abrigada por una casaca negra. Se le acercó un hombre sonriendo y diciéndole: tranquila, ya pasó todo, ahora estarás conmigo y mi familia. Luego de eso sus recuerdos son de su nueva casa y de las personas que conoció al llegar a la actual localidad.

Diana quien había estallado en llanto, trató de calmarse para preguntar: ¿Por qué? ¿Por que a ellos?

A lo Vicent respondió aun sin mostrar ni una pizca de culpabilidad o arrepentimiento: sólo sucedió porque ellos estuvieron en mi camino. Ahora tú debes alejarte, salvo que quieras seguirlos.

Diana quien parecía haberse tranquilizado para continuar con su interrogatorio dijo: Entonces porque fuiste tan amable conmigo?

Vicent respondió: No es obvio? Tenía curiosidad sobre el cabo suelto. Tú quien la suerte te favoreció para no estar en ese momento junto a  esos infelices. Me preguntaba cómo era la vida de quien burló a la muerte.

Diana no comprendiendo de todo las palabras preguntó: ¿Qué acaso una simple niña merece una muerte tan triste como la de morir junto aquellos que les dió la vida?

A pesar de que Vicent aceptara la autoría de dar muerte a los miembros de la familia de Diana solo señala que sintió curiosidad por aquella persona que burló a la muerte. ¿Cuál es la verdad de sus palabras? ¿Cómo Diana se enteró de la culpabilidad de Vicent? ¿Al fin Diana obtendrá lo que estuvo esperando esos dos años?

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Nuestro Asunto Pendiente – El Asunto Pendiente De Diana 1

En un clima frío, donde la neblina espesa poseía el lugar casi deshabitado se encontraba Diana, quien había cruzado la entrada de su casa sola pero decidida, vestía un abrigo rojo sobre vestiduras negras, se alejaba de su casa a paso lento y silencioso hacia la casa de Vicent Gotnight, un joven muchacho, al que conoció apenas unas semanas atrás y que este pese a esto, se había mostrado gentil y muy confiable.

Pero Diana, no iría a platicar de lo extraño que avanzaba el tiempo, ni los bellos paisajes que existen en lejos lugares que no conoce, tampoco de la fragilidad de la vida, porque ella iba a solo una cosa: preguntar porqué.

Aquella niña de cabello largo y negro, quien usualmente mostraba en su rostro expresiones propias de una dulce mujercita, esta vez no tenía otra, sino de seriedad y determinación. Al llegar a la puerta de un lúgubre edificio que aun se notaba su color marfil, tomo un respiro profundo antes de llamar a la puerta.

Tras unos minutos se abrió la negra puerta de metal, y apareció un alto joven de cabellos claros, delgado, de ojos grises, con una expresión el cual siempre luce apagada, como si se hubiese espumado todo apego a la vida, al mundo y a todo lo que este pudiese ofrecer. Con una voz calmada saludó a Diana.

Pero aquella jovencita, sin responder el saludo solo se quedó inmobil frente a Vicent como si estubiese esperando que algo suceda, este quien estaba seguro de obtener una respuesta, pregunto si algo susedía. Diana, quien finalmente se decidió a pronunciar algo dijo: Fuiste tú.

El joven, quien vestía ropas sencillas y algo desgastadas no por el tiempo sino por el mal uso que le hacía su dueño, se abstuvo de responder y solo mantuvo la mirada hacia la joven que la hablaba. Diana, quien parecía abandonar la calma, continuó diciendo: Tú mataste a mi familia.

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Ángeles Sin Alas

Doña Patricia inició su hospitalización sin imaginar cuánto tiempo estaría allí… su patología no era nada buena, un cáncer de mama hizo su aparición cuando 45 soldados custodiaban su vida, recuerdo el día de su ingreso, estaba en la cama 509, una señora alta, elegante, bien vestida, acompañada por su esposo y sus dos hijos, era una familia unida, se veían tan bien juntos.
Su apariencia inicialmente no era la de alguien con un diagnóstico tan agresivo, diariamente en las mañanas al momento de nuestra ronda cotidiana, la encontrábamos sentada en la cama, bañada, con ropa deportiva, maquillándose. Era muy amable al saludar. Siempre nos ofrecía frutas, gaseosa, en fin, una persona que se fue ganando el corazón de cada una de nosotras.
Cualquier día llegué a recibir turno y me encontré con la noticia de que la habían operado y que la situación avanzaba a pasos gigantescos, ya había un compromiso mayúsculo y muchos de sus órganos estaban afectados por ese huésped agresivo que se hizo paso en su cuerpo sin invitarlo. Desde aquel momento supe que nuestra querida paciente empezaría a menguar su luz hasta extinguirse, pues desde que entré en su habitación aquélla vez, vi dibujada en su faz una expresión de desesperanza y tristeza que derrumbó cualquier barrera de fortaleza que antes la acompañaba.
Si supo cómo me fue en la cirugía? Me preguntó ampliando el tamaño de sus ojos para evitar que las lágrimas se le escaparan. Si señora, respondí, pero sólo Dios sabrá cómo serán las cosas de ahora en adelante, no se ponga a darle vuelo a la imaginación. Me sonrió y apretó entre su mano una estampita de algún santo que en aquél momento no visualicé quien era.
Cada vez que yo estaba de turno era a mí a quien llamaba, iba y me buscaba al puesto de enfermería, si estaba desayunando o almorzando mis compañeras se le ofrecían para ayudarle en su necesidad, pero ella sólo quería que yo la atendiera, incluso cuando su habitación no me había sido asignada.
Es que usted es más amable. Aquí todas son muy queridas, pero usted es de mejor voluntad, no se ve molesta cuando uno la llama tantas veces, me entiende? Así una y otra vez me iba yo inscribiendo en el libro de aquélla historia y de esa manera vinculaba mi vida con la de quien de alguna manera me recordaba a esa tía que amé con el alma y aún extraño tanto, a esa Magnolia que fue una flor que dejó aroma de alegrías en mi vida y un sabor amargo cuando por una condición igual a la de doña Patricia tuvo que marcharse.
Transcurrieron los días y así se cumplió un mes de cuidados paleativos suministrados a quien era la fortaleza de un hogar y ahora se veía sumida en un mar profundo de dolencias físicas y emocionales. Su pudor le impedía asimilar que sus hijos le ayudaran a bañarse, siempre, hasta el último momento hizo esfuerzos sobre humanos para levantarse de su cama, permanecer organizada. Cuánto recuerdo el día en que sus fuerzas no le dieron para desplazarse al baño y al acudir a su llamado desde el timbre la encontramos llorando, vestida de impotencia por no haber alcanzado a levantarse cuando una deposición líquida hizo abrupta aparición. Cálmese doña Patricia, no llore por eso, aquí estamos nosotras prestas a ayudarla, no se incomode, esa es parte de nuestra labor. Ansiosa me buscó entre todas las estatuillas blanquecinas que frente a ella estábamos y se puso en pie para abrazarme, yo me quedé atónita y luego correspondí a su gesto de gratitud, también la abracé y le permití llorar y desahogarse como quizás nunca esperé que lo hiciera, jamás la imaginé así tan frágil, tan pequeña…
Finalizó aquélla jornada y fui a desearle las buenas noches, desde ese instante la dejamos con pañal para evitarle otra situación desagradable, pero para quien no ha estado acostumbrado a tantas limitaciones se hace más difícil el desenlace de lo inesperado. Que descanse doña Patricia, que Dios la bendiga, la dejo en compañía de su hijo, ya sabe que cualquier cosa llaman a las compañeras o a la jefe. Me miró con tristeza e indagó acerca de mi próximo turno, descanso 4 días porque cambié un turno para poder estar con mi hijo y salir de paseo con mi familia, pero por aquí nos volveremos a ver queriendo Dios y con una sonrisa franca me contestó: “Seguro que sí, aquí te espero mi ángel sin alas”.
Sábado en la noche, extrañamente el quinto piso en una calma que asombraba, las camas de la habitación 509 vacías, mi expresión aunque silenciosa habló por sí sola. ¡Tranquila!, expresó una de mis compañeras, a doña Sandra le dieron de alta y doña Patricia está en la 503, la trasladaron desde ayer porque el lavamanos está malo y se inundó. Ha preguntado todo el día si tú venías hoy, si no cambiaste el turno, y lo peor es que no está entre tus asignados, pero está súper bien, muy recuperada. Bueno igual no importa, como equipo tenemos que ver con todos los pacientes, respondí y me desplacé a saludarlos. Cuando entré a la habitación pude verla tan diferente, transmitía una paz, algo tan bonito. Me alegró mucho percibirla en armoniosa energía, me acerqué, le di un abrazo y le manifesté mi gozo por verla tan bien. Estaba con el cabello recogido, maquillada, vestida con una pijama que le daba un toque de luminosidad y frescura, tomó mis manos y me dijo:”Te estaba esperando mi ángel sin alas” sólo gratitud guardo contigo, con ustedes, de verdad que es una labor tan bonita…
Estando en el cuarto de preparación de medicamentos, escucho gritos desgarradores, todas salimos de nuestros lugares y vimos a uno de los hijos de doña Patricia corriendo hacia nosotros. ¡Mi mamá, mi mamá! Entramos rápidamente en la habitación y la vimos a ella reposando en su cama, tan bonita y como era de esperarse previa voluntad de su familia, aquélla noche de Sábado no activamos el código azúl.

Alina Angel Torres

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