Archivo de la categoría: Niños

Felipe, El Lobito De Mar.

Felipe, el lobito de mar travieso, está muy preocupado. Sentado sobre la arena, patas para arriba, piensa y piensa. ¿Por qué será que el cielo no es tan azul como antes? ¿Cuánto tiempo hace que la gaviota Gertrudis no viene a visitarlo? ¿Por qué no puede nadar libre? Antes el mar era transparente, uno podía cazar tranquilo. ¡Es tan divertida la aventura de buscar comida! Pero en este presente ¿Quién puede conseguir lo que busca cuando todo es tan escaso? Es escasa la luz, escaso el olor a sol. Todo escasea menos la mancha negra que nació una mañana y crece y crece en medio del mar. Ella es implacable se traga los peces, las aves, cualquiera que se acerque corre esa suerte. La costa está vacía, mira Felipe desconsolado, no se escuchan risas de niños, ni esa música que le gustaba tanto. Los aviones no dejan de volar. Atacan a la mancha con líquidos que arrojan desde el aire. Fulgencio, el lobo anciano, no tiene respuestas. Ni sus investigaciones secretas pueden explicar lo que está pasando. Doña Carmela, la foca gritona, no deja de protestar- ¡No hay derecho que ensucien nuestra piel! – Estas manchas no salen con nada ¿Qué piensan Señores? El mar no es un tacho de basura. Los bebés Lobos ya no pueden andar solos jugueteando entre ola y ola ¡No hay derecho! El bagre bigotudo, en su idioma marino, contó que se va a mudar con sus amigos – Mi casam está totalmente destruidam ¡No hay salidam. No hay salidam!- -Y con este olor inso inso insoportable ¿Quién puede a a aguantar?- gritaba el cangrejo tartamudo. Mientras el viento no haga de las suyas, la mancha permanece inmóvil, pero muchos lobitos bebés se animan a acercarse a ella. Una vez que la muy traicionera te atrapa quedas empetrolado. Dicen los que saben que si no te ayudan los humanos las chances de seguir viviendo también son muy escasas. Los lobitos corren el riesgo de quedar sin protección en su piel. Felipe piensa y piensa todas las mañanas. Buscando encontrar una solución, porque las que dan los humanos no son suficientes. Y no quiero ser aguafiestas, pero andan tanto con ese avión tirándole vaya a saber qué a la mancha ¡Qué no sea cosa que la mancha también se coma al cielo! ¿Pero quién viene esquivando nubes? ¿Es o no es? Si, por fin. La gaviota Gertrudis, la gaviota viajera seguro trajo respuestas. – ¡Llegué, llegué! Novedades traigo novedades ¡El sur está limpio! Todos los lobitos aplaudían de alegría, menos Fulgencio. -¿Qué pasa abuelo no te estás contento? -Nosotros los más viejos somos lentos. Y si todos nos vamos ¿Quién custodiará la costa? Los ojitos negritos de Felipe se hundieron en el fondo del mar junto con sus esperanzas. Ya han pasado varios días, semanas y las piedras de la isla están desiertas. Solo la mancha es la única huésped en la playa. A varios kilómetros la gaviota Gertrudis tiene un arduo trabajo, es la guía de tan torpes pero perseverantes viajeros. Su aleteo no deja de mover a la esperanza. A la cabeza como capitán, el lobito Felipe no deja de cantar junto al cangrejo tartamudo una lar lar larga canción. Creo amigos que tendré que preparar mi equipaje y marchar con ellos, como dicen los humanos emigrar. Yo prefiero decir que voy en busca de esperanza y nuevas aventuras. Fin

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Doña Marta.

Siempre callada doña Marta, con la mirada perdida como  quien espera algo y lo encuentra solo en fantasías.

Doña Marta siempre está sola, sentada en su mecedora de paja, ve pasar a los comerciantes que venden comida ambulante y ella sin tener plata para comprar así sea una  papa.

¿Ya comió doña Marta? Suelo preguntarle las veces en la que en mi mesa se asoma un plato de comida, porque yo al igual que ella hay días en que no tengo ni para un grano de arroz.

  • Pacho ha matado un gallo, y he comido yo sopa de gallo, que rica que estaba la sopa, jugosa y sabrosa

El señor pacho hace un año que murió  pero ¿Cómo hacerle entender a doña marta que la  única persona que estaba con ella se ha ido?

Dejo en la mesa de doña Marta un plato de comida, que ella lela come sin siquiera fijarse.

Doña Marta a veces sonríe, creo que algún bello recuerdo de su juventud es el motivo porque en breves suspiros dice: ¡ay, como era antes!

-¿El qué doña Marta?

– Antes, cuando podía sonreír y acordarme del por qué.

Siempre callada doña Marta, con la mirada perdida como  quien espera algo y lo encuentra solo en fantasías.

Doña Marta siempre está sola, sentada en su mecedora de paja, ve pasar a los comerciantes que venden comida ambulante y ella sin tener plata para comprar así sea una  papa.

¿Ya comió doña Marta? Suelo preguntarle las veces en la que en mi mesa se asoma un plato de comida, porque yo al igual que ella hay días en que no tengo ni para un grano de arroz.

  • Pacho ha matado un gallo, y he comido yo sopa de gallo, que rica que estaba la sopa, jugosa y sabrosa

El señor pacho hace un año que murió  pero ¿Cómo hacerle entender a doña marta que la  única persona que estaba con ella se ha ido?

Dejo en la mesa de doña Marta un plato de comida, que ella lela come sin siquiera fijarse.

Doña Marta a veces sonríe, creo que algún bello recuerdo de su juventud es el motivo porque en breves suspiros dice: ¡ay, como era antes!

-¿El qué doña Marta?

– Antes, cuando podía sonreír y acordarme del por qué.

 

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LA DESOBEDIENCIA

Había una vez un gran bosque donde la mitad era hermosa y sus habitantes eran muy felices, había hermosos ríos de aguas cristalinas, rodeados por muchas plantas con flores de diferentes colores. Sus árboles eran enormes muy verdes y servían de hogar a las aves del lugar. El lugar era protegido por la hada de las Nieves y su esposo el valiente príncipe Juan Carlos, ellos    vivía en un hermoso castillo. Todos los habitantes del lugar tenían prohibido cruzar al otro lado del bosque.

La otra mitad del bosque, siempre estaba en penumbras, los árboles y plantas estaban secas, existían pantanos y en ellos extraños animales muy peligrosos y salvajes, solo poseía una extraña planta de hojas verdes y una fruta de color rojo. Esta parte del bosque, era controlado por la tenebrosa bruja de nombre Maléfica, quien vivía en un tétrico castillo junto al príncipe de las penumbras.

Un día  un grupo de niños venían de su escuela y uno de ellos de nombre Miguel les dice:

__Quien es el valiente que me acompañara a ir por el camino del bosque tenebroso.

Los niños le dicen: ___Miguel no puedes desobedecer, tenemos prohibido entrar a ese bosque, es muy peligroso. Miguel, les dice: ___Quiero comer de esa fruta roja, los veré en la casa y les contare sobre mi aventura.

Maléfica quien vigilaba el bosque a través de unos espejos, observo al niño que trepo sobre el árbol de hojas grandes, comió muchas frutas rojas y lleno su morral. La malvada bruja envió a los cuervos a capturar a Miguel.

Miguel estaba muy asustado, Maléfica le dijo: ____Ladronzuelo, pagaras las frutas que te has comido, serás mi sirviente durante un año, y lo transformo en un horrible ogro.

La princesa de las Nieves no pudo ayudar a Miguel ya que había desobedecido, y durante un año sería el ogro sirviente de Maléfica.

 A los padres debes obedecer para feliz poder crecer.

 

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El Flautista (Fábula Infantil)

Un día se me ocurrió

Salir a cabalgar con mí

Caballo   vallo por

El bosque  a disfrutar

De las flores y del verde

Bosque.

Disfrutando del prado del

Bosque con mi caballo

Tropezamos y  nos caímos

Al suelo sin saber porque

Hasta que mi caballo con su

Olfato

Encontró una flauta

Tome la flauta y empecé a tocar

Con ella, mi caballo y todos

Los niños del bosque se alegraron

Con mi flauta porque

Tocaba canciones para los niños

Del  bosque

Sin  saber nada de arte tocaba

Mi flauta como si supiera y

Descubrí que a mí me hacia

Muy feliz.

Había para los niños  tortas,

Chocolatada, y golosinas para

Todos  los niños  del busque,

La sonrisa de los niños es

La ternura más bella

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Valeria, La Princesa.

                                VALERIA, LA PRINCESA

 

         Había una vez, una princesa que vivía en un palacio. Se llamaba Valeria. Era bajita y delgada, con un vestido elegante y una corona que brillaba del bonito color.

 

                 Un día en el palacio, Valeria, se asomó a la ventana, y… de repente,              llaman a la puerta de su habitación. Era un hombre elegante y alto,                  con la ropa mas cara del pueblo. Valeria le sonrió, y el hombre                           también, pero le dijo:  

 

           – Hola, querida Valeria, vengo a decirte que, si quieres que demos un                 paseo por…

           – Vale, me da igual a donde sea, solo quiero estar contigo .

 

           Interrumpió Valeria muy feliz al ver un hombre tan amable. El                            hombre se puso a reir con una sonrisa de maldad. El hombre era uno              de los ayudantes de la bruja Gruñilda. Esa bruja era malvada.                                                                                                                                                                                               

          El plan que tenía el hombre con Gruñilda, era llevarsela a su castillo,               para acabar de terminar una poción.      

           La poción consistía en beberla para que ella fuera mas guapa.                                                                                                                                                                                                

          Dieron un paseo y, cuando estaban viendo los mercados tan bonitos               que habian, la cogió en brazos y se la llevó al castillo de la bruja                           Gruñilda.                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

          Cuando llegaron, el hombre dijo una clave, para que se abriera la                     puerta. Cuándo se abrió, apareció la bruja Gruñilda, riéndose de                       haberlo conseguido.                                                                                                                                                                                                                                                                                      

          Metieron a Valeria en una olla grande, que soltaba un humo de color.             La mezclaron con los demás ingredientes y apareció un humo de color           rojo. La bruja se lo echó en un vaso y se lo bebió.                                                                                                                                                                                                                             Al pasar un buen rato, la bruja se convirtió en una mujer más fea,                     porque en el libro de las pociones ponía:

          » Si echas a una mujer elegante y tú eres fea, te conviertes en una                          anciana, de piel arrugada, sin dientes y con un traje horrible. »    

           

         Pues así se convirtió, porque había que hacer lo contrario, tenía que                echar a una mujer de su mismo físico para convertirse en una bruja                guapa. Al pasar unos años, la bruja se convirtió en sapo, se tiró a un                charco y como no sabía nadar, se ahogó.

         

          Unos ayudantes, partieron al sapo por la mitad y de ahí salió una                      bolita de oro que se rompió. De esa bolita tan minúscula, salió la                        princesa de bebé y la llevaron a palacio.

                                                                             

                                                                              FIN

 

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