Fiorello: El milico frustrado.
Fiorello Comazzi nació lejos de Rincón de Yopará, muy lejos. Sus padres lo trajeron cruzando montañas, arroyos, cañadas y hasta charcos. Cruzaron cielos de distintas patrias y se perdieron, como otros tantos que hoy se juntan a tomar unos amargos sentados en los bancos amarillos de la plaza.
Desde que era un niño su sueño era ser el policía de Rincón de Yopará. Claro que eso pasaría cuando Romualdo se jubilase, ya que por una decisión gubernamental enviada hacía mucho tiempo atrás, el pueblo solo podía tener un policía en la comisaría. Al principio esa decisión levantó protestas en cada esquina y fue el tema de discusión en la mesa de los domingos. Finalmente tras una deliberación popular, se llegó a la conclusión de que todo era una cuestión de tamaño. Si, simple y llanamente eso. La comisaría era y es tan pequeña que solo entra un milico, la silla, el escritorio y un detenido atado a la pata de este.
Fiorello creció corriendo palomas y cazando ratones cual astuto protector de la seguridad civil captura peligrosos delincuentes. Leyó libros de aventuras, de detectives. Jugó, soñó y finalmente creció.
Cuando cumplió la mayoría de edad entró al Cuartel Brigadier Ulfulfio Viriato Vázquez.
Iba a ser milico. Iba pero no lo fue. De pensamiento astuto y amplia capacidad intelectual, Fiorello descubrió en el cuartel que tenía también una gran sensibilidad y un enorme apego a su madre. La extrañaba de manera incalculable. Extrañaba a su persona y a los apetitosos platos que preparaba con tanto amor. Era tanto el sufrimiento, que dedicaba sus pocas horas de descanso a escribir poemas sobre los ravioles con tuco, sobre los bizcochitos de anís, las tortas fritas y hasta sobre el guiso de mondongo.
Y así fue que el sueño de ser el milico de Rincón de Yopará terminó. Así fue como Fiorello Comazzi se convirtió en el primer habitante en publicar un libro: Mamucha te quiero.
Lo disfruté mucho!. Me encantó todo y en especial las pinceladas primeras.Dale con fe.