El Bufón De Los Malos Chistes (Parte I)

El bufón acababa de llegar a un pueblo, estaba muy cansado por al caminata que sufrieron sus pies, hinchado su letrero de madera, sudado y su tienda por poco la tiraba pues no podía con su propia alma. Llegó pidiendo agua a una cantina el cantinero muy amablemente lo corrió a palos, para el ya era normal, pues dijo; -me iré a la plaza a contar chistes, que es en lo que yo soy bueno.

Al llegar a la plaza puso su tienda, su letrero en en lo cual se lo colgó al cuello con un moño anaranjado que se había encontrado en el desierto y había supuesto de que era de algún viajero que se lo había dejado a propósito, y gritoó se venden chistes para el dolor del corazón, se regalan sonrisas para el artritis, se dan besos para el humor, hagan fila que yo podré con todos. Solo que nadie le respondía pues toda la gente se encontraba en su burbuja monótoma, pero algunos niños se acercaron pues se le hizo curioso, algunos también aceptarno por ir pues era menos aburrido que su soledad.

Y empezó con su función pero nadie se reía, después decía no esperen pues ahi viene lo mejor, contaba un ventarrón de chistes como un merólico nervioso, pero nadie le entendía pues terminaron por abullarlo, y contó otro chiste, pero en vez de alegrarlos con sonrisas que dejan ciego por el reflejo del sol, pues se pusieron tristes. Otros se enojaron como nunca.

Por su suerte del público había un tianguis de verduras que nadie compraba pues ya estaba el señor indignado porque nadie compraba por que tenía una nariz más grande que una zanahoria, pero fue su día. Le compraron tantos tomates que la gente que no sabía que pasaba le compraba, el bufón terminó por irse de ese pueblo muy rojo, y dijo; -por lo menos se me acercaron y me tomaron atención pero al siguiente pueblo los cautivaré con un ruiseñor le canta a la luna y se duerme entre su neblina.

Así llegó a otro pueblo del cual no fue la excepción aunque fueron mas creativos pues en vez de usar tomates usaron berenjenas, y se volvió a ir decepcionado pero con las ganas de seguir adelante pues el era feliz contando chistes aún que en el oido para otros no fueran de su agrado.

En principios de primavera llegó a un bosque grandísimo con unos unos árboles que parecían  gigantes haciendo fila, sus frutos eran extravagantes; tenían nueces amarillas, duraznos del tamaño de una calabaza que no caían, y al final un pueblo. Comió y después se encaminó al pueblo, mientras  caminaba se decía; donde estoy, nunca pasé por aquí, estaré soñando o es un regalo por todos mis buenos chistes. Se encontró con….

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