Me reconozco en la lluvia cálida que repentinamente cae.
Me reconozco en cada gota de agua que como pixeles cristalinos
desdibujan mi rostro.
Me reconozco en la noche salpicada de nubes que ocultan la luna
huérfana de estrellas.
Me reconozco sentado en las escalinatas de las Iglesias
sin apuros
sin planes
dejando a las horas seguir su curso
para ser solo observador de la vida cotidiana
Y ahí me reencuentro
en las huellas lejanas
las primeras
las que apenas son visibles a los ojos.
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