el baston resonaba fuerte contra el piso de madera; el vestido le cubria el cuello,recorria su cintura, caía sobre sus piernas, cubría sus rodillas, y acariciaba los cansados pies con la gastada puntilla. sus ojos negros carecían de brillo, su boca contaba con poca dentadura y llevaba por toda decoración y detalle, una horrenda verruga en medio de su frente. el silencio se presentó en la sala tan pronto como esta anciana ingresó en ella. solo un joven siguió en su mundo, bailando alocadamente, aullando al ritmo de la música, que poco a poco iba perdiendo volumen, hasta que solo se escuchó el ritmo acelerado de los corazones asustados de los adolescentes presentes en aquella fiesta. una muchacha, vestida de manera provocadora, corrió a detener al bailarín distraído, y luego, sudando del miedo, se adelantó hacia la mujer, casi arrastrando los pies. sus labios se separaron y su boca se abrió , en un intento de pronunciar aquella palabra que a los niños les hace pensar en dulces y caramelos, aquel adjetivo, sinónimo de abrazos amor, mimos, que, luego de los abrazos y los mimos de una madre, son los mejores, aquel nombre que se le da a la persona que transforma cada caprichos de un pequeño en realidad…. pero tanta era su vergüenza y culpa, que no pudo pronunciar esa palabra tan dulce, y se conformó con tartamudear:
-perdón por desobedecer…señora Juarez…
-Abuela habría bastado- y la anciana sonrió con esa sonrisa llena de perdón que trae paz al corazón temeroso, que hace que todo se vuelva tranquilo y apacible, de esas que saca una lagrima de culpabilidad al que hizo lo incorrecto- solo voy a pedirte que la fiesta se acabe ahora mismo.
blanca observó desde la pieza de la cocina como su nieta despedía a sus amistades. cuando la sala quedó vacía, excepto por la presencia de la joven lucia, la anciana tomó asiento en el enorme sofá.
– lucia, vení, sentate, mañana limpias, ahora quiero hablarte.
la adolescente se abrazó a ella misma mientras se acurrucaba junto a su abuela.
– tengo frío- llorisqueo.
-no me asombra, con la ropa que elegiste. mi nieta hermosa no tiene que ser esa clase de persona… tenes que vestirte apropiadamente y hacer fiestas decentes. te perdoné esta vez pero no quiero que se repita… sabes que las fiestas de ese tipo están prohibidas acá.
lucia abrazó a su abuela, y ese abrazo habló mas que todo lo que la boca podía hacerlo; ese abrazó le susurró al oído a blanca que el arrepentimiento de lucia eran sincero, y que su joven corazón tenia la intención de obedecerla de ahí en adelante, por que ella amaba y respetaba a su abuela; ese abrazo le contó a lucia que su abuela confiaba y creía en ella, que no la dejaría de amar a pesar del mas grande error, que siempre estaría allí para ella. cuando el abrazo termino de hablar, lucia se acostó a dormir, con el alma tranquila. una lagrima se deslizó por su mejilla al recordar a sus padres, que ya no estaban con ella y susurró:
-no se preocupen, me dejaron en las manos mas dulces y protectoras de la tierra.
esa noche, lucia aprendió, que respetar y obedecer a los mayores, era lo menos que se podía hacer en respuesta a tanto amor incondicional.
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