La Madre

Cuando pudo el sol

estrenar sus ojos,

tú estabas de hinojos

llenos de amargor.

 

Cuando pudo el viento

besar sus mejillas,

fulgor  que no brilla

fue tu sentimiento.

 

Cuando rasgó el llanto

la noche callada,

vigilias doradas

de amor y de encanto.

 

Cuando sonreía

tu alma lloraba,

tus labios cantaban

himnos de alegría.

 

Cuando te miraba,

soñaba tu alma:

tormentas de calma

que te desbordaban.

 

Cuando se marchó

tus ojos brillaban,

dos perlas bailaban

en tu corazón.

 

Y cuando ya el sol

no luzca a tus ojos

tendrá muy guardados

en pecho cerrado

tu blanco dolor,

tu sentido amor…

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