No te importe la noche boxeador, solo serán unos cuantos golpes, solo un poco más de sudor, solo correr un poco más en la madrugada. Ese sonido de la comba, ese olor a sudor y cuero, a sufrimiento y a colirio será inolvidable aunque pasen los años, ese paso demasiado fuerte sobre las tablas del ring, las dieciseis cuerdas arañando al rozar elasticamente cualquier parte de tu cuerpo. Nada que ver con la noche, nada que ver con la promesa de no pasar hambre, ese hambre maldito por unos cuantos golpes, ese vacio en el alma, sin dinero ni comida, solo en la esquina hasta que suene la campana, dispuesto a morir por un par de billetes y una botella de agua.
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