No me arrepiento de haberte conocido. Me podran decir que fuiste lo peor que pasó por mi vida, pero no es cierto, los demás hablan porque nunca te vieron, nunca estuvieron con el ser que escondías debajo de tu apariencia de rebelde.

No me arrepiento de seguirte en tus locuras que hoy las extraño y que extrañamente no eran tuyas, eran mis anhelos de escapar, de ser lo que siempre desee ser, de arriesgarme por la vida, de tener un cómplice de todos mis actos. No me arrepiento de haber compartido mi tiempo contigo, no me arrepiento de obligarte a romper tu miedos y junto con ellos los míos.

No se que haras ahora o en dónde estarás, pero si en alguna ocasión me recuerdas no olvides que no me arrepiento de haberte conocido, devolviste a mi vida la alegría, la esperanza, la valentía para caer y levantarme. El tiempo fue corto, pero lo recordaré eternamente, «un amigo desconocido» (dijiste) que me escuchó aun cuando no pedí ayuda.