El Mar Profundo (Parte 2)

Estaba listo para irme pero sus manos querian retenerme. No opuse demasiada resistencia. Lo admito. Debi hacerlo.

Eduardo habia sido mi todo en ciertos momentos. La unica boya que me amarraba a la realidad. Subrepticia y lobrega, pero era mi realidad al fin y al cabo y yo elegia quien estuviese en ella. Y quien no. Asi de simple.

-Quedate.

-No. Dejame en paz, te lo repito. Dejame irme de aqui.

El acantilado me llamaba con sus ruidos secos y humedos. Con las olas del mar a lo lejos. Con el desafio de la nada , del vacio antes de caer contra las rocas y deshacerme el cuerpo. Era capaz de hacerlo como cualquier otro ser humano, pero no era tan estupido para dejarme vencer por mis arrebatos. Era hora de largarme a terminar mis cosas. Mis veintipocos años me darian el espacio necesario para olvidar a Eduardo y sus continuos engaños. En fin. Era momento y le habia dicho ya lo que pensaba. ¿Como irme?

Dramáticamente? Indiferentemente? (Esta, lo admito es una de mis escapadas favoritas). O simplemente el «Ya se vera en el camino».

Mis manos estaban en sus hombros. Edu era mas alto, mas fuerte y màs viejo que yo y sin embargo el poder que yo ejercia sobre el en ese momento sobrepasaba cualquier sentimiento de madurez. Era poderoso, como en ningun momento habia sido durante esa relaciòn. Siempre era:

«Alex, ven.» «Alex haz» «Alex tu nunca…o tu siempre…» Y la verdad en ese momento no podia decirme ni reprocharme nada. Porque no le habia hecho ningun tipo de daño. El a mi si. Y mucho.

SUELTAME! -Le grité. Senti sus garras en la cintura. Estrechandome y lastimandome al mismo tiempo (no hay nada màs horrible que te retengan cuando no lo deseas)-mis manos se hundieron en su chaqueta. -HIJO DE PUTA!

-Alex. -Se descompuso su voz y me abrazò. ¿El maldito no comprende este tipo de palabras o que?! Mi respiracion se acortaba, mis espasmos fisicos eran insoportables. Podia sentir todo alrededor de el. Su respiraciòn que me acogotaba, su corazon latiendo a mil por hora. Sus brazos en torno a mi cintura. Su olor a Yardley que tanto me habia transtornado. Y despues de tanto tanto… Daño. Solamente eso! ¿Queria regresar? No, no màs.

No màs traiciones, no màs mentiras, no mas disimulos, no màs estupideces de ese estilo. Habian tantas personas capaces de amarme sin ataduras o màscaras… Y tu Eduardo pretendias poseerme . ¿Por alguna justificada razòn? No lo creo.

Nos habiamos conocido en la universidad. No sabía siquiera que le atraia. Solamente teniamos unas pocas horas al dia de vernos y durante los pasillos. Sin embargo era extraño. Cada vez que el leia en clase o estabamos todos concentrados en un texto, siempre lo sentia caminar alrededor de la clase, leyendo las lineas de Nieztche, Sartre,Shakespeare,Rimbaud, Baudelaire o quien estuviesemos tocando en tema. Narrativa, letras, estilos. La clase se juntaba. Y yo con mis veintiun años, sentia su mirada en mi nuca. Caliente, escandalosa. Queria salir corriendo de la clase para bañarme en casa y ponerme cómodo. Sin embargo en un momento no lo hice. Hice completamente lo contrario. No me puse rojo y disimule como siempre. Volteé el rostro y lo miré fijamente. Sus ojos azules y mis ojos pardos se encontraron en una sola bola de luz.

 

El tenia su chaqueta de ante. Vestia siempre de manera casual. Para ser un profesor joven de 29 años tenia muy buena piel y andaba bien conservado. Lo que siempre le caracterizó era su arreglo fisico. No era tan formal pero no era tampoco informal o desagradable. Y ese olor, incomparable a Yardley for Men. Nada era tan poco posible de imitar. Porque era distinto. En ese momento, en la bola de luz me di cuenta que no habia hecho ese movimiento de cabeza en vano. Que habia atado a mi vida de alguna manera a la de este hombre por saber o para aprender algo.

 

-Aldomeira. -Me llamó al final de la clase.

-Digame Don Eduardo.

-No me llames «Don» por favor que solo tengo 8 años mas que tu. Llamame Eduardo y yo te llamare Alex si me lo permites.

-Bueno, Eduardo. ¿Que sucede?

-He estado revisando tus trabajos y el ultimo semestre te has dedicado a leer màs de Rimbaud y Baudelaire que alguno de la clase. Tienes algun interes especial por estos 2 autores?

-Si. Me encanta su obra,me encanta la manera tan fatal para terminar sus relatos. Sin embargo las pocas obras que he podido conseguir no eran mías y he tenido que devolverlas.

Sus ojos azules me penetraron.

-¿Tienes algo màs que hacer?

-En este momento, no. Esta era mi ultima clase.

-Ven , tengo algo que puede interesarte.

Cogi mis libros , los meti en la mochila , me puse el abrigo marrón y lo seguí mientras podia sentir de nuevo esa mirada tan sombria como penetrante. Dentro de mi cabeza una luz roja me presentia del peligro pero yo aun era inconsciente de él.

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