El viento sopla despacio y cae la lluvia fina pero consistente. El cielo esta totalmente oscuro. Las hojas de los árboles se mueven al compás del viento. La calle esta totalmente mojada. No se escucha la risa de ningún niño jugando. Hay una quietud palpable.
Ella, entonces se asoma a lo lejos, caminando lentamente. Vestía solo harapos. Su polera era de color azul, pero los días pasados la habían desteñido. Los pantalones algún día habían sido los mas elegantes que tenía, ahora estaban todos con manchas de largos días de uso. Su calzado dejaba ver algunos dedos de sus pies. Pies que algún dia estuvieron cuidadosamente cuidados. Su sobretodo era una prenda que encontró tirada, pero que a esa altura servía, pues el viento seguía soplando y ahora con más fuerza.
Y seguía caminando lentamente y yo con detenimiento miraba sus movimientos hasta tenerla frente mi.
La contemple en silencio y vi que antaño había sido una bella mujer, pero la desdicha la tenía en esas condiciones. Sus ojos azules estaban nublados por una tristeza infinita. Las manos estaban temblorosas, estaban heladas por el frío nocturno. Esos labios estaban partidos y secos. Quizás en cuento tiempo no habían sentido el toque del agua. En su cuerpo se notaba el deterioro de sus días sin comida.
Lo que más me llamo la atención fue que en el fondo de su mirada había un brillo de esperanza. Y me pregunté que podía mantener ese brillo. Y me animé a entablar una conversación con ella.
La invite a pasar a mi hogar. Le ofrecí una taza de leche y galletas y ella aceptó con gusto.
La lleve lentamente al baño, subí sus mangas y con agua tibia lavé sus manos. Sus dedos estaban demasiado delgados, imaginé que era un delicado cristal que debía cuidar.
Volvimos al comedor. Mi casa estaba temperada, la estufa estaba encendida hacía rato.
La senté delicadamente en mi asiento preferido del comedor y comencé a poner la mesa para mi huésped. Ella de vez en cuando me dedicaba una tímida sonrisa que yo devolvía con entusiasmo.
Entonces serví lo que había prometido, leche tibia con galletas. Y ella con avivez se las sirvió. Mientras yo dentro de mi me cuestionaba acerca de que le preguntaba primero, si estaba rica la leche o que me hablara de su desdicha.
En ese momento ella levanta la vista, me contempla un rato, esboza una leve sonrisa y dice: alguna vez estuve enamorada… perdidamente enamorada. Yo me quede sin habla, muda de la impresión, anonadada, pues eso también quería preguntarle.
Y comienza a relatarme su triste historia:
«Yo era inmensamente feliz, vivía tranquilamente en mi hogar junto a mis padres y hermanos. Añoraba enamorarme de un hombre y que este correspondiera a mis sentimientos.
Los años de infancia y adolescencia la pase entre mis mejores amigos. No había de que preocuparse. Todo me lo daban mis padres. Tenía el cariño de mis tíos, de mis primos, de toda mi familia.
Crecí bajo la premisa del amor. Yo lo veía reflejado a diario en la gente que me rodeaba. Había un amor fraterno, sin igual. Puro y sincero.
Cuando me fui a estudiar la enseñanza media, todos los días me encontraba en el paradero con un apuesto joven. Siempre a la misma hora, de lunes a viernes.
Al principio no tenía interés ni nada. Pero a medida que avanzaban los días, me encontraba con su mirada y ya era una necesidad verlo a diario. A medida que pasaban los días nuestros encuentros ya eran más y más necesarios. Entonces nos poníamos de acuerdo en juntarnos, tomar la misma micro y partir sin rumbo definido.
Y empezó a crecer un sentimiento nuevo en mí. Se hacía cada vez mas necesaria su compañía. Su presencia alegraba mis días. Yo soñaba despierta, el era mi alegría, mi todo. Mi mundo giraba en torno a él. Su mirada alimentaba mis sueños de adolescente.
Y un día desperté rara. En la noche tuve el más negro sueño que desperté totalmente agitada. Encendí la luz, mire la hora y era las 3 am, uff dije, es solo un sueño. Me di media vuelta y seguí durmiendo.
El despertador sonó a la misma hora, como acostumbraba todos los días. De un salto me baje de la cama, corrí al baño, me metí en la tina. El gua caía a raudales sobre mi cuerpo, me lavé lo mas rápido que pude, me seque y puse el uniforme. Apenas tome desayuno, y salí corriendo al paradero.
Mi corazón estaba agitado e inconscientemente recordé el sueño. Llegué adelantada y me senté a esperarlo. Al principio no le tome asunto a su tardanza. Y me concentré en la música que escuchaba a través de los audífonos. Las micros pasaban una tras otra.»
Ella me miró y me pregunto ¿De veras que quieres seguir escuchando a una desconocida? – Dí un brinco en el asiento, estaba absorta en su historia. Le sonreí y le dije que si, quería seguir escuchándola.
Bajo la mirada, como concentrándose en donde había que dado y siguió el relato:
«Los minutos pasaban lentamente, y después mas rápido y él no llegaba. Entonces me empece a desesperar. Me paraba, me sentaba. Caminaba para allá, caminaba para acá. Me retorcía los dedos, mis pobres uñas sufrieron las consecuencias.
Ya no daba más de la angustia. Una lágrima empezó a correr por mi cara. Y miré, ya venía la micro. La hice parar, me subí inconscientemente, pague mi pasaje y me senté atrás.
Fue el día mas largo de mi vida. No saber de él. Añoraba su mirada, añoraba sus abrazos, extrañaba sus besos.
Entonces se empezó a hacer mas claro el sueño de la otra noche. Y pasaba los días, los días y no lo vi mas….. para ese entonces la vida no tenía sentido para mí. Que sacaba con ir a estudiar si no tenía su incentivo. Que sacaba con vivir una vida si no era en su compañía.
Entonces decidí salir por el mundo a buscarlo. He recorrido caminos y senderos pero aún no lo encuentro. He caminado por piedras, por parques, por la arena, por desierto, pero nada. No hay rastro de el.
Será posible que haya desaparecido tan repentinamente?…. Siempre me lo pregunto, pero no encuentro respuesta.
Sequé una lágrima que caía por mi mejilla, la miré, tomé su mano temblorosa y le pregunté: ¿Tanto amaste a ese hombre? – Ella respondió: Con todo mi corazón!!!
Entonces de pronto se levantó, agradeció lo que le había ofrecido, me dio un fuerte abrazo y me dijo: Tengo que proseguir mi búsqueda. Sé que lo encontraré.
La acompañé a la puerta, le ofrecí denuevo mi hospitalidad y la encaminé a la calle. La abracé y le desee de todo corazón que encontrara a su amor. Ella me sonrió tímidamente y me abrazó y empezó a caminar lentamente.
Di media vuelta para dirigir mis pasos a casa, y recordé que no le había entregado la dirección de mi casa. Volví atrás, a la calle mire y ya no estaba….. corrí tras sus pasos pero no había rastro de ella. Avancé por otra y otra calle buscándola, sabía que no podía estar muy lejos…… Entonces me frené de golpe y volví tras mis pisadas y mientras lo hacia esboce una sonrisa tímidamente. ………Había ido tras mi sombra. Tras mi historia
Pase mis brazos bajo mi regazo y caminé lentamente a mi hogar. Cerré la puerta y me senté en mi lugar de costumbre. Aún quedaba leche tibia y un par de galletas.
Y sin querer una lágrima baja lentamente por mi mejilla. Había recordado una antigua historia de amor.
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