Sin motivos, para qué, cargamos la construcción de un jueves común.
Necesariamente se entiende por jueves común a días medio soleados pero fríos; medio ocupados pero sin papeleo; un poco nada pero siempre algo. Y debo admitirlo, los colegios son muy feos. Ni con murales pseudocríticos ni con burguesía comprensiva cambia, porque no depende del color cemento que casi se olfatea ni de la amabilidad con que te ponen una bofetada cuando te reprimen. La neutralidad está en el laberinto principiante que te hace orbitar siempre alrededor de la misma mierda.
Todos hacen lo que tienen a la hora que deben, seguros y ausentes Yo los observo desde el tercer piso e imagino que caigo, muero, tumultuosos se incomodan, en el gimnasio me velan cien corbatas, lee uno que otro florero que desconozco y la jornada siguiente hay clases normales. Entonces salió gente pequeña en polerones mayores por puertas pobres, escogiendo sus futuros como entre un matrimonio y un cumpleaños.
Terminé mi naranja sabiendo que soy uno de ellos, y no supe si almorzar en el casino o pegarme un tiro en las muelas.
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