En el año de 1964, había un niño que soñó con todo lo que sería cuando grande. Y se veía a si mismo como cualquier otro niño. Jugaba, reía como los demás niños. Tenía fantasías y era muy imaginativo.
En la ciudad de Mérida en Yucatán, México, apenas empezaban a llegar las televisiones en blanco y negro y la gente humilde pagaba 10 o 20 centavos por ir a ver televisión en algunas loncherías y fonditas.
Este niño, era el hijo mayor de una familia humilde de 8 hermanos, 7 mujeres y él, el único varón. A los 6 meses de edad, contrajo la poliomielitis y meningitis y los médicos, le daban setenta y dos horas críticas dentro de las cuales podría morir o quedar afectado de sus facultades físicas y mentales; por la gracia de Dios, quedó solamente imposibilitado para caminar, pero él no supo que era diferente hasta que cumplió 12 años, cuando empezó a notar que las personas y otros niños lo miraban con extrañeza y supo entonces que era distinto, diferente de todos.
Ese niño, empezó entonces su lucha interior y exterior. Por una parte tenia que lidiar con sus propias limitaciones físicas y las barreras arquitectónicas como escaleras, banquetas, dificultades para abordar y descender de un autobús o recorrer grandes o medianas distancias y por otra parte debía lidiar con la forma en que los demás lo trataban, algunos con lástima, otros con extrañeza y hasta con cierta hostilidad, haciendo de él una persona tímida, introvertido, que sin embargo mantuvo cierta tenacidad y desde entonces el deseo de ser igual que cualquiera por lo cual lucharía en adelante.
Terminó la primaria y animado por su maestra de sexto grado, decidió estudiar la secundaria que en su época era poco usual estudiarla, pues se acostumbraba estudiar una carrera comercial después de la primaria y encontrar un empleo.
En la escuela secundaria, su maestra de educación vocacional, le hizo saber que la carrera de medicina, podría resultar muy difícil para él, que quería ser médico pues tenía en su mente que tal vez pudiera curar el mal que lo aquejaba. Le dijo su profesora que la carrera implicaba guardias muy arduas y una residencia, así como prácticas profesionales con las que posiblemente no podría por sus condición físicas pero que si era realmente grande su vocación, que lo intentara.
Finalmente pensando en la igualdad y la justicia, se hizo abogado, a pesar de que su maestra de educación vocacional, también le dijo que era una carrera en la que se requería de un gran esfuerzo físico, pues había que trasladarse constantemente de un lugar a otro, haciendo largas caminatas y estar de pie por varias horas.
Hoy, aquel niño, ha descubierto que todo lo que se propuso lo ha podido conseguir, que a pesar de los obstáculos y las dificultades que le imponen sus limitaciones físicas y las barreras arquitectónicas, es más fuerte de lo que los demás y él mismo ha creido y no lo han podido detener.
Ha abrazado muchos sueños en los que se ve como una persona cualquiera, que no solamente tiene una casa y una familia, sino que tiene un empleo, una capacidad económica suficiente, un servicio de salud digno, una pensión de retiro suficiente y un trato igual y justo.
Parte de eso lo ha conseguido, tiene una familia, una casa, y un empleo; ha sido capaz de cambiar su historia y la historia de la familia que escogiió para vivir con él…ESE NIÑO SOY YO!!!
He visto evolucionar la regulación que en teoría está tomando en cuenta a las personas vulnerables entre ellas a las personas discapacitadas; sin embargo, me he dado cuenta que estas leyes, lejos de beneficiar a los discapacitados, buscan restringirlos ejerciendo un control sobre ellos, condicionando el acceso a los derechos que de forma natural se pueden alcanzar, restricción que se ejerce calificando la aptitud para poder acceder a esos derechos y dificultando así el goce de los mismos.
Las Leyes en materia de discapacidad no son realmente para proteger los derechos de los discapacitados ni para acortar la brecha para su inclusión en condiciones de igualdad, reduciendo con los ajustes razonables a que se refieren las leyes internacionales en materia de derechos humanos, sus desventajas, sino instrumentos de control para calificar y coartar sus derechos con criterios discriminatorios, con que el Estado justifica la SUPUESTA aplicación de la igualdad e impone el cumplimiento de obligaciones en igualdad de condiciones frente a las personas regulares y el ejercicio de derechos en condiciones especiales; es decir, el discapacitado cumple obligaciones de la misma manera que una persona sin discapacidad y ejerce derechos de manera distinta, por ejemplo, el pago de impuestos, las responsabilidades civiles por accidentes de tránsito, la aplicación de penas o sanciones por responsabilidad penal, el acceso a la educación superior mediante un examen de oposición, son obligaciones que el Estado impone al discapacitado en igualdad de condiciones con las personas regulares, sin otorgar ningun tipo de consideración que ayude a cumplir dichas obligaciones para garantizar el acceso a un derecho invocando el principio de que todos somos iguales, SIN aplicar los ajustes razonables a que se refiere el derecho internacional en materia de discapacidad que reduzcan las desventajas de las condiciones de discapacidad para lograr un equilibrio, pues argumenta que dar una concesión o algún tipo de consideración en el tema de obligaciones es otorgar una ventaja en contrario; sin embargo en el ejercicio de derechos se utilizan criterios diferenciados que no son para reducir las desventajas de una discapacidad, sino para dificultar al acceso a un derecho, es decir, cuando se cumple con obligaciones, los discapacitados son iguales, no merecen ninguna consideración a pesar del esfuerzo evidente en virtud de una discapacidad, pero cuando ejercen un derecho, son diferentes, y deben probar a diferencia de las personas regulares una y otra y otra y otra y quien sabe cuantas veces y a criterio de quienes califican, que son aptos para ejercer un derecho, un ejemplo es el derecho de obtener una licencia de conducir un automovil, demostrando cada vez que se debe renovar, que se tiene aptitud para conducir un automóvil, lo que no ocurre con una persona regular, es decir, sin discapacidad, que por una sola vez cuando obtiene su licencia por primera vez, demuestra que tiene pericia para manejar y cuando renueva su licencia, no tiene que volver a demostrar esa pericia haciendo en cada renovación el examen de manejo, en contraposición con lo que ocurre con un discapacitado, que cada vez que renueva su licencia de manejar se le obliga a hacer de nueva cuenta el examen de manejo para demostrar su pericia que se entiende demostrada la primera vez que obtuvo su licencia, lo cual implica el ejercicio de un derecho en condiciones diferenciadas y por tanto discriminatorias, cuando lo justo sería entonces, que los derechos fueran ejercidos buscando ese mismo equilibrio con el que se cumplen obligaciones y por lo tanto, los derechos sean ejercidos en las mismas condiciones de igualdad, es decir, dando el mismo trato que a las personas regulares, lo que a todas luces es un trato desigual, al sujetar el ejercicio de un derecho a condiciones especiales y el cumplimiento de obligaciones en igualdad de condiciones que los demás; igualdad que podría lograrse, otorgando los ajustes necesarios que dependiendo la materia del derecho de que se trate, dieran los medios para asegurar el acceso a esos derechos como por ejemplo: incentivos tributarios para el caso de ser un emprendedor con alguna discapacidad, para garantizar el ejercicio del derecho a un empleo, sin tener que esperar a ser contratado por una empresa, ya que la potestad de una empresa para contratar a un discapacitado no depende de una ley que la obligue, sino de su buena voluntad y sensibilidad; servicio de rescate y arrastre en cualquier parte para quienes conducen sus propios vehículos (automóviles o motos adaptadas) en caso de avería o accidente para garantizar el derecho a retornar sin dificultades al hogar, en ejercicio al derecho de autonomía; derecho a acceder al transporte público de una forma segura y cómoda para garantizar la autonomía y libre acceso y otros. Pero todo esto, en verdad sigue siendo una utopía.
Desafortunadamente el concepto de inclusión del gobierno en México y de sus autoridades, es el regalo de cobertores en tiempo de frio, el regalo o el descuento en la adquisición de sillas de ruedas, bastones u aparatos ortopédicos o auditivos, el establecimiento de cajones de estacionamiento en los centros comerciales que deben disputarse con embarazadas y personas de la tercera edad que todavía pueden caminar, mientras paradójicamente en hospitales y centros de salud no existen espacios para estacionarse y otras minucias sin importancia que si ayudan pero que tienen una importancia menor. LAS DADIVAS Y REGALOS QUE HACE EL GOBIERNO DE NINGUNA FORMA PUEDEN CONSIDERARSE INCLUSIÓN, SON SOLO MENDRUGOS FRENTE A LAS COSAS VERDADERAMENTE IMPORTANTES, POSES PARA LA FOTO: POR FAVOR NO VAYAN A SALIR DESPEINADOS NI MOVIDOS!!!!
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