Entre Veracruz a casillas casa sin número vive la puta Lourdes. Casa desvencijada y sucia, de altos techos de asbestos, con paredes de adobe que se caen a pedazos cada vez que llueve. En lo alto, sus hermosas cornisas ya no están, apenas queda el vestigio de un tiempo en que fue construida, pero el tiempo se ha encargado de ellas, ahora sólo anidan palomas y arañas. Cuenta apenas con una ventana y la puerta es tan estrecha que apenas cabe una persona de mediana estatura, de un color indefinible, como el tiempo que lleva de ser construida. La puta Lourdes se metió a monja muy joven, cuando quedó huérfana de padres que la abandonaron apenas despuntaba en la adolescencia, pasaba mucha hambre y siempre escuchó que la comida en los conventos era buena y caliente, pero la comida era mala y rancia y el trabajo era agotador, aparte de tener que calarse las letanías de la madre superiora, una monja pestilente, siempre oliendo a cebolla y ajo, que se escapó una noche en que los perros ladraban mucho. Luego se metió a criada. Pero ser criada en una casa buena es muy difícil y en este barrio asqueroso todos son tan pobres como yo. Me puse a dilucidar en cómo salir de esta miseria, pensando día y noche, hasta que me canse y tome el camino más fácil, meterme a puta.
El descontento llego hasta la Jefatura Civil. Es inaudito que en una comunidad donde viven niños se permita un lugar como este. No lo vamos a tolerar. Las voces no se acallan, llegarán a donde tengan que llegar. En la misa del domingo se ventilo el asunto y el cura furibundo arremetió contra ese sitio de perdición. El demonio anda suelto, arengó hasta quedar afónico, recen mucho y encomiéndense a Dios, él sólo los salvará. Sus palabras no convencen. Con pancartas y gritos piden a las autoridades que desalojen el sitio para que la paz y la convivencia vuelvan. Cayeron en oídos sordos. A muchos se les fue la mano y hubo violencia y algunos heridos, que llegando a oídos del alcalde, él mismo se apersonó en el lugar y pidió entrar a la casa sin número de Veracruz a Casilla. Todos guardaron el orden esperando que el alcalde saliera y les diera noticias, pero se demora mucho y la paciencia se está convirtiendo en impaciencia. A la final y como siempre la protesta quedo en nada, la puta Lourdes y el jefe civil son amantes.
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