Él bastante alto, una espalda ancha y caminar seguro, yo pequeña, delgada y un poco torpe…¿Quién diría que almas tan diferentes se atrajeran de una forma tan voraz?, nadie predijo lo que ocurriría en aquel cuarto un día de primavera, el Sol iluminando las cortinas y una brisa de flores intrusas se asomaban en la habitación; yo desnuda en la cama cubierta por una delicada sábana, nuestras ropas lanzada por todos lados, un susurro en mi oído dice mi nombre y me estremezco, volteo para ver al hombre que tanto deseé tener y al fin está aquí…
¡Dichosos mis ojos que pueden observarlo, dichoso mi olfato que siente su aroma y dichosa mi piel que toca!; me monto sobre él deseosa de más, me conoce bien y me regala su sonrisa de galán, ambos nos deseamos y lo sabemos, lo más curioso es como lo escondemos, los demás no nos quieren juntos, no entienden que nos queremos y deseamos, me ven como a una niña y a él, como un hombre, pervertido…solo un profesor de mi grado.
Para comentar debe estar registrado.