Esperando en la soledad de una habitación,
Esperando que la llames ella está.
Llorando suplica al viento que regreses,
Porque ya su corazón no puede más.
Su piel, al claro de la Luna está marchita
Como los pétalos de una rosa que espera tu regreso.
Sus manos dicen que te necesitan
Y sus labios añoran tus besos.
Vivía sentada en la puerta de su prisión
Esperando tu eterno regreso.
Vivía con el pecado en su boca ya confeso,
Y pidiéndote tu compasión.
¡Es que no la entiendes!, se equivocó,
Y ahora, que te ha pedido perdón,
Solo te pide comprensión,
Pues sabe que su corazón erró.
Cubierta con un manto de culpas que la acusan,
Eleva en el silencio una plegaria amorosa.
El silencio es interrumpido por las lágrimas que su rostro cruzan,
Y con suspiros, continúa su ritual temblorosa.
Debe hacerse la idea de que te ha perdido;
¡Te fuiste aquella noche de repente!,
Ella no sabía lo que pasaba, te habías ido,
Y entre preguntas y sollozos estabas en su mente.
La tristeza de tus pasos, que al caminar dabas,
Cada vez le enterraban una espina en su corazón.
Y no sé si en ella todavía pensabas,
Pero tu recuerdo se ha vuelto su prisión.
El gusano de la desesperanza se ha comido su vida,
Las sesiones de tortura han mutilado su corazón.
La memoria, la flagela con los recuerdos que aún no olvida
Y la mente, poco a poco, ha ido borrando su canción.
Me dices que nunca la has visto, que desearas volverla a ver.
Yo te digo, y lo diré otra vez,
La has visto caminar, conservando su rostro de mujer,
Pero seguramente no la has logrado reconocer.
Ella ha estado a tu lado, siempre contigo desde su prisión,
Tú no la conoces, te has olvidado de ella.
Puedes sentir en las noches el latido de su corazón,
Pero ya ella brilla lejos, en el cielo; ¡Es aquella estrella!
Ya no podrás verla solo cuando te acuestes,
Ahora la contempla todo el mundo.
Luego de estar en el calabozo; en lo más profundo,
Ahora brilla junto a las musas celestes.
Es Tarde
27 /02 / 2018
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