«Idolatradme, veneradme, arrodillaos ante mí. Dadme el respeto que me merezco por daros cada día, un día más de vida. Sin mí no existiríais, no contemplaríais todo lo que ha surgido gracias a mí. Os he regalado la luz, otorgándoos la imagen que entre vosotros interpretáis patéticamente como; enamorarse.
Os he obsequiado con la calidez que soléis adaptar como excusa y así lucir vuestros cuerpos blandengues y monocromáticos con la esperanza de que ocurra lo que antes he mencionado y que no repetiré porque me dan náuseas de solo pensarlo.
Yo soy el que os timonea, y sois tan necios que no veis que las que os protege de mi ira, son las que no queréis porque os estropean vuestros absurdos planes humanos.
Más os vale dormir con un ojo abierto. Aún me queda mucho tiempo de vida, y si seguís ignorándome, llegará el día en que vuestro asombro será el último»
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