Flores

El recuerdo de aquel día le llegó a la mente, y en unos minutos ya se encontraba en un mar de lamento, llantos y sollozos. ¿Como era posible? Se preguntaba.
Aquel sueño donde podía volar que tuvo repetidas veces en su infancia era inalcanzable literal, pues ningún ser humano conocido ha logrado emprender vuelo.
Observó a su alrededor y miró una casa vacía, con apenas un sofá, una pequeña y vieja televisión, un estéreo sin funcionar y al fondo, la recámara, ese lugar donde había muerto su madre y con ella todos sus sueños y esperanzas.
Se había vuelto la persona más desdichada del mundo.
Sin familia, sin «hogar» a pesar de tener un techo no tenia un lugar especial para llamarle de esa forma.
Sin vida aunque aún viviera, así se le notaba día a día.

Un lunes por la mañana, recibió una visita, era un compañero de la clase de canto que solía tomar meses atrás mientras su madre aún vivía.
– Hola Renata…
¿Puedo pasar?.
Confundida y sorprendida le abrió la puerta y le dejó entrar sin decir palabra.
– Supe lo de tu pérdida, y quise venir a darte el pésame, espero no incomodarte con mí presencia.
Ella lo miró inexpresiva, sólo lo observó, cuál si fuese un extraño que le daba aliento y al mismo tiempo una salida de todo el dolor.
– Te traje esto.
Extendió su brazo, dejándole ver un ramo de flores variadas el cuál no había notado al dejarle pasar. Lo miró por un momento, y final mente lo tomó mientras aún lo veía con una mirada apagada, lúgubre, completamente desconectada de todo.
– Verás, no sabía que flor era tu favorita y tampoco si te animaría o no.
Rompió entonces el silencio el chico.
Solo quería obsequiarte algo pensando en hacer que te sintieras un poco mejor.
Se levantó del sofá y se despidió de Renata, quien no dijo palabra y se limitó a mirarle sin expresión alguna en el rostro.
Al marcharse el chico, ella miró las flores, una sonrisa tenue se dibujó entre sus labios y las puso en agua para que no se marchitasen. Pasaron dos semanas y Renata siguió su vida. Volvió al trabajo, regreso al grupo de canto con la esperanza de encontrar al chico de nuevo para darle las gracias por el detalle, sin embargo el chico no asistió ese día.
Al terminar la clase el profesor le entregó un sobre, le dijo que Julio, (el chico que le había llevado las flores) lo había dejado para ella la semana anterior.
Al llegar a casa lo abrió. Era una carta:
» Perdona si te incomode con mi visita el otro día, sólo quería obsequiarte algo que te hiciera sentir mejor.
No sabía que darte ni si te haría sentir bien o no, pero verás, elegí las flores por un motivo.

Mi madre murió hace 5 años y en aquel entonces me sentí muy mal, no pude llevarle flores mientras estuvo en el hospital, tampoco pude hacerlo el día de su velorio, ni el día de su sepulcro, porque mi madre y yo estábamos muy molestos el uno con el otro y no me enteré hasta después que había fallecido, en ese momento me encontraba en Canadá con una tía y nadie me avisó de su fallecimiento.

Mamá solía decir que las flores son la alegría de toda mujer, le gustaban mucho, por esa razón decidí llevarte flores para hacerte sentir mejor y bueno, en parte porque mi madre habría dicho que te regalara flores y nada más.
El próximo jueves me iré a Canadá así que no asistire a la clase de canto, le pedí al profesor que por favor te diera esta nota para explicarte el motivo de mi visita. Se muy bien por lo que estás pasando, de modo que decidí apoyarte un poco en tu pérdida.
Mi más sentido pésame Renata, espero pronto vuelvas a ser la misma de antes y comprendas que la vida sigue aún sin la presencia de tu madre «.
Después de leer la carta de Julio se ducho y al sentarse a ver televisión miró las flores en la mesa de centro, y entonces recordó una vez más, y su mente se transportó a su infancia, a aquel momento en que le preguntó a su madre como sería volar, y recordó sus palabras, «quizá no es posible volar literalmente, pero es posible emprender el vuelo en la vida, y alcanzar todos los sueños que deseas», eso fue lo que su madre le contestó en aquel entonces.
Comenzó desde ceros, y  luchó por convertirse en la mujer que su madre hubiese querido ver.
Pasaron los años y aquella chica tenia un viaje a Canadá, por motivos de trabajo, investigó y logró dar con el paradero de Julio, y decidió que tenia que ir a visitarlo para agradecerle lo que había hecho por ella.
Un lunes por la tarde sonó el timbre de la casa de Julio en Canadá, esté abrió  y se sorprendió al ver a Renata con un gran arreglo floral.
– puedo pasar?
– claro pasa Renata.
– solo quise devolverte el favor, y bueno tengo una reunión importante en el trabajo, pero por ahora te dejo esto y si gustas otro día salimos a comer algo.
– Gracias por el detalle, y con gusto acepto la invitación Renata.
– bueno, luego lo platicamos con un poco más de tiempo, bye Julio.
Se despidió y se marchó.
Julio se quedó mirando el arreglo y notó un papel a un costado, era una tarjeta.
«Estas flores son para tu madre, quizá no esté ya contigo, pero se que te habría gustado darle este detalle.»
Julio rompió en llanto y siguió leyendo.
» Gracias por haberme ayudado a volar julio, tu madre creo un gran hombre. Por cierto, dentro del sobre que está entre las flores hay pases para una cena para dos, no quise decirte pero hoy es mi último día en Canadá, invita a quien gustes y disfruta la cena de mi parte.

Con cariño: Renata.»
Julio tomó los pases y los guardó, salió de casa y compró un boleto de avión para volver a México, y llevar el arreglo floral a la tumba de su madre.
Dos días después Julio ya estaba en México y antes de ir al panteón, decidió darle las gracias a su amiga Renata por el detalle.
Llegó a su departamento y tocó a la puerta, sin embargo no abrió nadie.
La puerta de enfrente se abrió y salió una mujer vestida toda de negro, está lo miró desconcertada.
– Disculpe, sabe si aquí vive la señorita Renata Castillo?
La mujer lo observó extrañada.
– joven, la señorita Renata murió en un accidente de avión hace dos semanas, en un vuelo que hizo hacia Canadá. hoy fue su sepulcro
Julio se quedó pasmado, dio las gracias a la mujer por la información y se marchó del lugar. Su rostro estaba pálido después de aquella noticia, ¿Cómo era posible que  Renata hubiera muerto dos semanas atrás si el la había visto dos días antes?

Tomó el arreglo floral y se fué al panteón, buscó la tumba de su madre y dejó el arreglo floral sobre ella pero antes, le quitó a este la mitad de las flores sin importarle las espinas de las rosas que tenía el arreglo, tomó su teléfono y buscó el número de celular de su maestro de canto. Cuando este le contestó y confirmó lo dicho por la mujer, sobre Renata le preguntó a su maestro en qué parte del panteón había sido enterrada.

Llegó a su tumba, y miró las letras del epitafio, las cuales citaban, «Renata castillo, gran hija y amiga, quien murió cumpliendo su más grande sueño…  volar».

Julio sintió escalofríos y dejó las flores sobre aquella tumba. Para después marcharse a Canadá para siempre.

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2 comentarios sobre “Flores”

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