Un Amor Posible Pero No Indicado

Estaba en el centro comercial, dispuesto a saborear un buen helado,  al esperar mi pedido noto su presencia, era una bonita muchacha rubia de ojos muy azules que cruzó mirada con mi persona.

Lo anterior antes nombrado era ya el problema para empezar cualquier nexo, «muchacha»; no tenía más de 15 años, y yo sí tenía más de 30.

Ella no sabía que helado elegir, por lo que le señalo uno de sabores y texturas suaves, supuse que no era de gustos rompelenguas como los que yo apreciaba.

Nuestros ojos vuelven a chocar, siento como los de ella  brillan de una tremenda manera, llegando casi a quemarme, la niña quería ser ya una mujer y olvidar su infancia, mientras yo lo que más quería era volver a ser un niño acordándome de las cosas bonitas de mi niñez.

Lamentablemente ni lo uno ni lo otro pasó, tomé mi golosina láctea y me dispuse a comerla en una mesa, tratando de olvidar a mi enamorada; el flechazo había sido mútuo, la escucho como sigue refiriéndose a mí, por lo que decido retirarme del lugar, lo bueno que los adolescentes como viven rápido también olvidan rápido, así evitaba que ella sufriera sin merecerlo.

Donde esté ahora, no tengo idea, lo único que sí espero que esté con al lado de un hombre de verdad. Los hombres de verdad son los que son auténticos, quienes prefieren ser odiados por ser sinceros que por ser mentirosos.  Es por eso que con ella fui UN HOMBRE DE VERDAD

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