Esperando a que terminara una larga fila que empezaba desde la universidad y la salida de la calle 32,me senté al lado de un joven de más o menos 25 años, una singular pregunta acerca del evento que íbamos a tener nos llevó a conocernos y platicar de temas interesantes de nuestras vidas, la hora y media de espera se nos pasó tan rápidamente con un hablar ameno y acogedor, pero falto un pequeño detalle después de despedirnos, su nombre, ese nombre que espero poder preguntarle algún día en que el destino por simple casualidad me permita reencontrarme con esos ojos azules pintorescos que armonizaban su rostro y que con una sonrisa expresaba una energía agradable y duradera que en mis pensamientos aun es difícil olvidar.
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