Recuerdo cómo si fuera sido ayer, haber nacido
De una vagina impulcra, desdicha
Tan radiante ante la deriva del Holocausto, centelleante
Cómo aquel astro muerto en vida
Expulsando a su bastardo, el primogénito
El Salvador, Jesucristo ha nacido
La nueva religión de la enseñanza
De la vida, del amor, de la comprensión
Gracias a los infelices por sacrificar su vida
Por haber creído en un dogma en vano
Sus ciclos están consumidos en el seno del olvido y del porvenir de nuevos bastardos cocainomanos, Dios los tenga en su guarda
Y me pario, y vi la luz, el día y la noche, y la pobreza al unísono de la sinfonía de la melancolía, tan triste y deseable
La vida, la miseria, el triunfo y la muerte son el poder que mueve la vida
Desdichados los mal agradecidos que refutan sus dogmas y su vida
Al fin de cuentas, la muerte es nuestra única compañera
Muérete de envidia, de enojo, de felicidad, de éxtasis, de amor
Pero muérete de algo, acude al quirófano, y resucita en una corona de espinas
En la vida, y pare, con dolor y sufrimiento, a tus próximos hijos, los que serán el Atlas de tu negatividad y sufrirán las llagas de tu espalda y suplicaran por temor y gritaran por orgullo
Para pedir una oportunidad en el cielo, en la mierda, en el lodo, en la heces de tus fallos
Claudica pecador ante los porvenires de la desdicha
Solo así vivirás plenamente
Y serás el testigo del sufrimiento, del dolor y del triunfo
Alabado sea nuestro Dios, la envidia
Y que viva, en nuestra mente, hasta que los humanos devoren nuestras entrañas
Amén por la vida, mi querido moribundo
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