Soy hija de cada rincón
de la casa donde viví
hasta los veintinueve años.
Especialmente del patio
donde jugaba con mis primos y primas.
Soy hija del techo con agujeros
por donde nos visitaba la lluvia.
Soy hija de las calles polvorientas
por donde anduve, corrí y jugué .
Soy hija del «Mundo maravilloso de los cuentos»
en particular de «Hansel y Gretel».
Hija del poema “Tristitia”
que abrigaba mi tristeza.
Hija de los cómics
y de algunos programas
de televisión en blanco y negro.
Soy hija de los profesores y profesoras
de las escuelas donde estudié.
Hija del escritorio
viejo y con una pata rota
que me acompañaba
en las labores del colegio.
Soy hija de las plantas del jardín
del hogar donde crecí
y también hija del gallo
que me picoteó cuando quería darle comida.
Soy hija de los libros
discos y revistas de papá.
Hija del tango “Cambalache”
que él escuchaba.
Soy hija de las comidas
que preparaba mamá
y del batán donde molía las especias.
Soy hija de los amaneceres
tranquilos y oscuros.
Hija de la Luna
que me perseguía
y de las estrellas que alumbraban
los juegos en la calle.
Soy hija de las dictaduras militares
y democráticas.
También, hija de mi propia dictadura.
Soy hija de las cárceles del pasado
y del futuro que construí.
Hija de los familiares y vecinos
que me inspiraron a seguir amando la vida.
Soy hija del Dios que me enseñaron a creer
y de los dioses que fui creando.
Y para terminar este reconocimiento
soy hija e hijo de los multiversos
que habito y me habitan
eligiendo mi destino.
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