Amor longevo
Temblorosas y arrugadas
sus manos corren la cortina
de una silenciosa cocina
para ver la lenta llegada,
de la persona amada
que poco a poco se asoma
lánguido como la hoja
por el otoño arrancada.
El mismo gorro y bufanda
que años atrás le tejió
al verla, él sonrió
pero no apura su paso,
si sabe que en tantos años
ella lo supo esperar
y se disfruta el llegar
a tan cálidos abrazos.
El mate que esta en sus manos
otra vez va a calentar
le da un beso al entrar
tan dulce como pausado,
un diálogo ausentado
es la única compañía,
ya han dicho lo que querían
y su amor es quien ha hablado.
De un viejo clavo oxidado
observa el calendario
recuerda otro aniversario
ella entiende su mirar,
lo abraza por no llorar
que la cuenta han perdido
pero no se trata de olvido
si no de una vida de amar.
Mañana todos vendrán
los nietos, nueras, los hijos
en la casa habrá bullicio
como hace años atrás,
“usted no va a cocinar”
le dirán los invitados
pero su genio incontrolado
preparara su manjar.
Frente a frente sin hablar
contemplando sus miradas
cincuenta años no es nada
para un amor como el suyo,
olvidando más de uno
no les importa el tiempo
solo aquel sentimiento
que los unió hace mucho.
Ella tiene setenta y uno
él, unos cuantos mas
pone el agua a calentar
acomodándola en una silla,
como puede se arrodilla
y escarbando en su bolsillo
extrae un viejo anillo
que ella reconocía.
Ese que entregarían
en época de vacas flacas
cuando no alcanzaba la plata
lo tuvieron que empeñar,
pero hoy lo fue a buscar
entregando lo ahorrado
y nuevamente pide su mano
para volverse a casar.
alberto j armando