Instantes…
Por la “orillica”,
Sin hacer ruido, despacio,
voy recogiendo instantes
y con cuidado, los doblo, los acaricio y los guardo…
Dejo el alma al pairo, con las velas desplegadas,
por si se levanta brisa,
…y voy soltando amarras…
Instantes…
Por la “orillica”,
Sin hacer ruido, despacio,
voy recogiendo instantes
y con cuidado, los doblo, los acaricio y los guardo…
Dejo el alma al pairo, con las velas desplegadas,
por si se levanta brisa,
…y voy soltando amarras…
Cogidos de la mano,
como niños perdidos, mirando al cielo,
hemos recorrido, pasito a paso,
las calles del miedo…
Venas, arterias, sangre, positrones,
músculos, huesos, nervios, tendones,
luz, bisturí, tejidos, colores…
máquinas, máquinas, tubos de ensayo,
lágrimas, Dios, dormir abrazados…
En el cruce de las calles “Realidad y Fantasía”, en una esquina entre el “Alma y la Cabeza”…, paralela a “Maravillas» tengo yo un rincón al que llamo «El Imposible» que desafía la razón y, es donde vive la Imaginación y el Corazón decide…
No dejo entrar a “Piratas” con el corazón de palo, sin barco ni bandera, sin puerto ni estrellas, sin gaviotas ni mar…Ni a “Magos” que sacan de su chistera el miedo, la muerte, el hambre y la guerra, ni a socios en general de «Dañinos Sin Fronteras»….Y está bien…Si, si… “Mi Sitio” está bien…
Y tengo un “Banco Imaginario”, sin ventanillas, donde ingresar canciones, sentimientos y poesías… Allí llevé yo el otro día algo de melancolía, dos sonetos, octavillas y versos sin terminar… y un re mayor, un si bemol y un fa… Y está bien…Si, si… “Mi Sitio” está bien…
Conozco los mil caminos que hay entre tu pie y tu boca y esa sensación golosa de ser querido y querer y el perfume de tu piel, cuando en celo nos buscamos, y cada rincón de casa donde nos hemos amado…
Y tengo este “ahora y aquí” que hoy es fuego y mañana ceniza…y la fe que da la ingenuidad a quien persigue utopías….
y mi ver, oír y pensar que el diablo anda suelto, que si pienso, si siento es señal de que aún no estoy muerto…
Y aunque tengo cicatrices en el alma que me callo porque cuando no es a espadas a menudo pintan bastos, tengo que reconocer que, pasado lo pasado, si no un hombre feliz, si soy muy afortunado…
“El huerto…”
El camino que va desde la casa al huerto es una senda, estrecha y misteriosa, sombreada por grandes avellanos y tilos. A los dos lados, parras, grosellas, frambuesas y moras y algunas higueras y frutales hacen pared y juntan sus copas, dándole el aspecto de un túnel, fuera del espacio y del tiempo…
Es una hermosa mezcla de sensaciones… El olor de la “hierba luisa” que crece bajo las sabinas…, el sonido mate de las pisadas en la tierra, el roce de los zapatos y las bocas del pantalón con los tomillos y los romeros en flor…; y la luz… millares de rayos de sol que, en las primeras horas del día, hacen brillar las gotas de rocío como si de añicos de cristal se tratara…
Tengo, lo reconozco, una gran debilidad por el campo y la naturaleza…El mar, los espacios abiertos, el cielo…Mi entusiasmo por esta forma de vida contagió a mi mujer y hace casi treinta años que decidimos venir a vivir, con nuestras dos hijas, a una parcela, cerca de la ciudad.
Desde entonces hemos dedicado, los dos, muchas horas y esfuerzo a organizar nuestro trocito de cielo en la tierra…y también nos hemos divertido planificando y trabajando… carretillas de tierra para arriba y para abajo…Aprendiendo a hacer “masa” trayendo y llevando piedras para hacer los caminos…extendiendo “chinarro” con los rastrillos…
Me gusta, cada noche antes de acostarme, dar una vuelta por “los mojones” y disfrutar del silencio y de las sombras y contemplar en la oscuridad las siluetas de los árboles, el cielo estrellado…, y escuchar los mil sonidos del lenguaje de la noche.… Basta con sentarse en el tocón de un pino de los que hubo junto a la casa y que hace un tiempo cortamos porque en los días de viento peligraba la vivienda; encender un cigarrillo y aguzar el oído…El canto del ruiseñor en un ciprés junto a la fuente donde, año tras año cría…, el silbido de un mochuelo que desde lo alto de un poste de la luz llama a su pareja…, la “musiquita” del aire en la juma de los pinos; el aleteo casi imperceptible del búho chico y de las lechuzas que salen de caza y …