Nunca creíste en los días, ni en las tormentas ni en los dioses
Jugabas sin tener idea de los precipicios…
Escupías al cielo y negabas mis manos…
Nunca tomabas sin tener el día hecho mierda
– que era todos los días, exceptuando los viernes, donde solo dormías-
Ronroneabas antes de huir,
Me gritabas cuando te decía que te quería
“vete al carajo. Lo único que necesitas de mí, es este espíritu
Mas no a mí,
A la que llora cuando te vas o a mi voz al leerte.
¡Entiendes!Por eso no digas estupideces”
Lo entendías y confiaste tu aliento a mi pecho
Creías que después de mi muerte habría vida
¡Lo creías tan bien, que a veces dudaba de tu verdad!
Babeabas al dormir,
Orinabas donde se te antojaba
“el miedo-escucha- está en darle a esos imbéciles
La potestad de la verdad. Así que al diablo el mundo.”
Eras ingenua y diosa,
Tu templo había sido saqueado y olvidado…
Decías que tu Era había sido interrumpida por los hombres
Que aquellos bastardos colonizaron tu corazón y lo extirparon de tu pecho…
Eras toda una poetisa.
Yo, que ahora invento tu vida y creo darte mi recuerdo…
Es preciso aclararte que aun vivo,
Mira, estoy escribiéndote…
Debiste apuñalarme unas treinta o cuarenta veces…
y asegurarte de no respirar.
Pero te perdono,
No eras tu, eran esas malditas cosas de la vida
Tu entiendes, Stefanía, mi duquesa hecha de trapo
¡Entiendes!
¡No eras tu!…
No era tu magia, ni tu voz ni tu espíritu
Te amo a ti …
aunque esa noche te costara volver a leer los motivos,
Date cuenta que ese poema , ese “ya es hora, la partida es hoy”
No era exactamente tu exilio…
Rayos mujer, entiendes…
Ven, donde sea que estés…
¡Ven y mátame …pero ven!
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