El loco de la calle Vieytes nadaba en su pileta,
mientras una avispa bailaba en su panal,
eran las tres de la tarde,
el cielo estaba azul,
el sol estaba tan fuerte
y quemaba la espalda del loco de la calle Vieytes.
II
Eran las cuatro de la tarde,
el loco salió a caminar,
una lluvia de mariposas se posó en su hombro,
una lluvia de golondrinas se posó en su cabeza,
para tomar sol,
acariciarlo
y descansar un rato.
III
Eran las seis de la tarde,
el loco volvió a su hogar,
muerto de calor
y harto de tanto deambular por la costa
donde flechó su mirada
con la ternura de una muchacha,
para reposar se refugió en la poesía,
cautivando el alma con versos
de Artaud, Baudelaire, Borges, Eluard,
Neruda y Gelman.
IV
Eran las once de la noche,
el loco subió a su cuarto,
se sacó la ropa,
apagó la luz,
se acurrucó en la cama,
cerró los ojos
y a los pocos minutos estaba ahogado en un mar de sueños.
V
Eran las ocho menos cinco de la mañana,
el loco despertó contento,
porque lo esperaba un nuevo día,
largo y radiante.