Hace más de un cuarto de siglo, un día soleado y chiflado, cayó un tipo re pirado y borracho y fundo esta ciudad y le puso su nombre. Porque quería convertir a la ciudad en una ciudad re pirada y borracha como él. A partir de allí nació ciudad Laureano, una ciudad. Loca. Re pirada. Borracha.
Esta ciudad tiene barrios de locuras y alcohol; con poetas borrachos y pirados; fumadores de opio y lectores de Bukowski.
Todo el tiempo suena música en esos barrios y las otras ciudades no soportan el ruido de esta ciudad. Ningún habitante de fuera quiere venir aquí para evitar el aturdimiento.
Esta ciudad es anárquica. No tiene gobierno. Se auto gobierna. Todos los gobiernos nacionales han querido anexarla y convertirla en capital de alguna provincia o quizá en capital de la Argentina pero nunca pudieron. Los yanquis quisieron invadirla, colonizarla y hacer una exploración petrolera, ya que esta ciudad se autoabastece gracias al petróleo. Pero no pudieron.
Esta ciudad tiene calles, paisajes y variedad de cosas con nombres de poetas, narradores y todo tipo de intelectuales. Actualmente vivo en el barrio Arthur Rimbaud, mi casa se encuentra en la calle Charles Baudelaire. Mañana esperare el colectivo en el boulevard André Bretón, para que me conduzca a la calle Oliverio Girondo después iré a tomar un café al bar Artaud. Luego paseare por la plaza Alejandra Pizarnik y me hamacare en una hamaca llamada Julio Cortázar frente un banquito llamado Jorge Luis Borges frente a unos arbolitos que rodean la plaza y abrigan los rayos del sol, el arbolito Rubén Darío, el arbolito José Martí, el arbolito Juan ramón Jiménez, el arbolito Antonio Machado, el arbolito Federico García Lorca, el arbolito Miguel Hernández y el arbolito Cesar Vallejo. Y correré por la calle Nicanor Parra paralela a la calle Vicente Huidobro que a la vez es paralela a la calle Rodolfo Walsh que a la vez es paralela a la calle Haroldo Conti, hasta llegar a la orilla del río Pablo Neruda y mojarme los pies. Finalmente marcharé a un boliche bolchevique que queda en una esquina entre Ernesto Che Guevara y Antonio Gramsci, a reunirme con unos amigos rosarinos exiliados aquí, que planean liberar rosario de la sociedad de consumo, el boliche se llama Marx_donald’s y hacen unas raras hamburguesas. En la puerta del boliche hay un cartelito colgado que dice consuma su cajita proletaria y su Trotsky Cola bien fría y gocé de los bellos chistes chinos del payasito Mao, el que mejor se ría recibida una caja de habanos hechos por las manos del camarada Fidel Castro y el primer celular marxista creado por el propio Lenin hace más de 100 años. No recibimos dinero ni tarjetas de crédito porque eso es típico del sistema capitalista lo que si recibimos son las obras completas de José Carlos Mariátegui y de Mario Roberto Santucho.
A la noche cuando la luna chifle volveré tranquilo a mi barrio Rimbaud y a mi calle Baudelaire y pondré música a todo lo que dé y beberé un rato largo y gritare y saltare y me enloqueceré al compás de la locura de esta ciudad. Como buen ciudadano laureanense. Total aquí no hay policías ni nadie que me pueda arrestar.