Todo el silencio que me rodea, despierta aun más el dolor de mi conciencia, es por eso que me daré un poco más de prisa, pues este pedazo de vela y de tinta, creo que no alcanzará si me extiendo al contar la verdadera razón, por la cual mi madre ha muerto. Hoy seré breve y preciso, comenzaré por aquel cansancio que me llevó a un sueño indespertable. Eran las 3 de la mañana, cuando el sentido de la escucha me daba un aviso de que algo estaba sucediendo, pero mi sueño era más fuerte que cualquier otra cosa. Cada vez más este aviso se hacía incisivo, pero seguía dormido luego de una difícil jornada. Lo más claro que podía escuchar era la voz de mi madre, queriéndome decir, hijo, ayúdame. En ese momento presentía algo negativo, lo que más recuerdo es que no quería escuchar nada que me perturbará y decidí arroparme de pies a cabeza sin importar lo que estaba sucediendo, pero ese intenso aviso, seguía interrumpiendo mi buen sueño.
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Una Triste Realidad
Ahora son las 12:30 de la tarde y la doctora aun no llega, es posible que no logre llegar a tiempo, pero mi sexto sentido advierte la posibilidad de que se manifieste y además de lograr llegar, también pueda salvarme la vida. Bueno, mi tiempo es corto, aun presiento la compañía de mi madre, si, aquella que no valoré y que hoy se encuentra en el cielo. Mi característica de buen hijo estuvo siempre por el suelo, que cruel soy, aunque hablando en términos de pasado y presente concluiría que fui y soy cruel. Son tantas hipótesis que la gente maneja acerca de la muerte de mi madre, pero aun no llegan al verdadero punto. Además ese punto tiene nombres, fue la tristeza, la mentira, el egoísmo, pues ahora estoy arrepentido de haber sido el sujeto que realizara estas acciones. Recuerdo tanto cuando me brindaba tanto cariño y yo solo tendía a negarle el mío, claro, solo por egoísta, porque mi cariño era más grande que mi vida, pero mi orgullo y la timidez era más grande que mi cariño.