Mateo Calderón, nació en Itagüí, Colombia en el año 1998. Actualmente es estudiante de Lengua Castellana de la Universidad San Buenaventura y estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Ha vivido toda su vida en Medellín, donde además, ha realizado todos sus estudios de básica primaria, bachillerato y media académica. Su gran pasión son los libros y los animales (en especial los gatos).
Me dirijo al espejo, me observo,
¡ah! ahí está ella:
La noto en mis ojeras caídas y oscuras
y en mis párpados pesados.
La noto en mis manos temblorosas y negras
y en mis músculos flácidos.
La noto en mis labios secos y tristes
y en mi respirar lento.
La noto, en fin, en todo mi cuerpo,
como una extraña amiga que devora segundo a segundo
todo lo que soy,
y que no se lamenta.
La verdad, me es indiferente la cosa que ella haga de mí.
Creo, incluso, sentirme bien,
y no sé ni me importa saber el porqué.
Me encanta dirigirme al espejo, mirarla,
y fumar cigarrillos mientras me río con ella.
La miré a los ojos,
después de hallarme tanto
tiempo ahogado
en las aguas negras
y estáticas de mis días,
y encontré en la profundidad
de sus pupilas
mi alma y la razón
de mi existencia.
Estaba muerto,
y ella me regresó la vida.
El semáforo se puso en rojo. Ella estaba en un bus. Él en el otro. Se miraron. Ambos se bajaron corriendo. Sentían frío en medio del calor. Sus corazones estaban locos. Se acercaron. Estaban en plena vía. Se abrazaron. Se besaron. El tiempo para ellos se paralizó. Ambos pensaron lo mismo: «Te amo».
“¡Hasta dónde ha llegado la estupidez del hombre para crearte y hacerte ‘Dios’ de su universo! No obstante, ¿sabes por qué te crearon? ¡No lo sabes, es obvio! Pero yo te lo diré: te crearon para implantar en la gente el miedo como medio para cualquier interés humano. Sí. En efecto, dominas por el miedo que la gente siente hacia ti. Creen que si no actúan como tu biblia manda (esta también la inventó el hombre) recibirán, de parte tuya, un castigo eterno y no irán hacia tu supuesto paraíso donde la vida es eterna y feliz. Donde me hallo, eres el ‘Señor’ de la tierra cristiana por obra de la iglesia, que ha edificado su poder en la masa gracias a la causa y el efecto que obtuvo el logro de establecer tu existencia por la acción del miedo en la cabeza miles de tontos. Pero para mí, siempre fuiste, eres y serás miedo como medio de control. Miedo como medio de atracción. Miedo como medio de pedagogía. Miedo como medio de salvación. Miedo como medio de humanismo. Miedo como medio de subyugación. En efecto, fuiste, eres y serás el miedo para lo que se desee por medio de tu nombre. Todos los que acuden a ti son títeres, y serán siempre lo que la voluntad de tus inventores quiera”.
Un hombre deslumbrante está frente a mí…
Me mira a los ojos y luego llora cabizbajo.
Luce una túnica violeta oscura hasta los pies.
Veo que trae en su mano izquierda
un ramo de rosas negras marchitas,
y en su mano derecha una hoja
en la cual hay un poema escrito.
Ahora me mira otra vez y
se presenta con una enérgica voz:
–¡Hola, soy Odín! –dice, y luego
lee el título del poema: “Mi Muerte”,
de un tal Macada Buvahoqui.
No me conmuevo ante tal poema,
simplemente le digo que,
antes de que comience su lectura,
me permita encender un cigarrillo.
Mateo Calderón
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