Hay días en los que los planes no salen como uno espera. Hay veces en las que finalmente ocurre aquello que no queremos que pase, pero que siempre pasa, y es que así es la lluvia de traicionera. Pero hay algo que nunca falla: unos buenos amigos y unas buenas cervezas. Pase lo que pase, haga el tiempo que haga, incluso si comienza a llover, granizar o nevar, no importa. Ellos siempre van a estar ahí, con un par de paraguas y unas cuantas cervezas, esperando a que pase el diluvio. No importa lo mucho que te mojes ni lo que puedan estar pensando de ti aquellos que te miran mientras se refugian en los soportales, lo único que importa es que el momento vivido con ellos es único, y que dentro de nuestro paraguas el sol siempre está brillando. Un brindis por esos amigos que hacen saborear la vida de manera diferente, apreciando los pequeños instantes, que pasan por nuestra vida como una lluvia pasajera.