Te espero, ya desde hace muchos veranos, te espero sentada sin poder dejar quietas mis manos, ni los pies en el suelo. Llevo por ti, mi conjunto más nuevo, el pelo suelto, sin ataduras, como te espero. Y te espero, y ha pasado tanto tiempo y entonces, cierro los ojos y maldigo, que hace aquí sentada esperando alguien que siempre salió a buscar su destino.
Y de pronto alguien se acerca, mi alma cobra vida, mis mejillas se colorean y sonrío agradecida. Pero no eres tu, es el mesero que viene a pedirme que me retire, están cerrando, de nuevo. Y lo hago, me voy, pero, mañana volveré, porque es lo único que hago desde que te espero.
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