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AMIGO

No me mires así

Tu mirada engaña

Tu voz hipnotiza

Tus abrazos electrizan

Tus besos paralizan

Qué bello es tu lunar

Ese que está oculto

Cubierto por unos cuentos hilos blancos.

Tal vez algún día

me hables de pasión,

Jamás de amor.

Basta saber que el deseo está allí,

En el carro, en la ducha, en la alberca,

En la cocina, en el piso, menos en la cama

La cama compromete,

y el compromiso me ahoga

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LA ULTIMA LAGRIMA

                               

LA ÚLTIMA LÁGRIMA

 

Casi te quemo el celular de tanto llamarte.

Soy intensa,  no contestas mis llamadas para no escuchar  mis consejos.

¡Tranquila! … después comprenderás.

 

Te marchaste de la casa

porque sólo así, serías  feliz.

¡No importa! Siempre te esperé con los brazos abiertos.

 

En cada cumpleaños ignorabas

mis detalles, mis ganas de abrazarte y contemplarte como

cuando eras un bebé e inclinabas tu cabeza en mi  pecho para

Peinar tu cabello con mis dedos.

¡No hay problema! Te entiendo.

 

Hoy, cuando mi piel pegada al hueso está

de tantas lágrimas, deshidratada estoy

y agonizando me encuentro,

en la habitación inhóspita de éste lugar.

Elevo la mirada al cielo para darle gracias

a Dios por escuchar de tus labios:

TE AMO MAMÁ

y yo sin poder gesticular palabra

con una sonrisa tenue

te digo: YO TAMBIÉN TE AMO, HIJA

mientras desciende de mi mejilla la última lágrima.

 

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EL MALETIN

El niño miraba fijamente a su abuela que estaba sentada en la mesa de botellas plásticas  que recientemente había  fabricado.

 

—¿Qué haces tú abuela?

La abuela se detuvo, sonrío y le contestó:

—Escribo un cuento.

—¿Y eso para qué?

—Para ti, mi muchacho. Esta es la herencia que te dejaré.

—¿Para qué lo escribes si ya has escrito muchos ?

—Es verdad.  Pero éste te hará mejor persona.

—¿Me lo lees?

—Todavía no. Espera a que llegue el momento.

—¡¡Ahh!! Está bien. ¿Y qué contiene ese maletín que siempre llevas contigo?

—Este maletín  contiene elementos con un valor incalculable.  ¿Quieres verlos?

—Claro, abuelita.  Hace meses tengo curiosidad por lo que allí tienes, pero nunca me interesó conocerlo porque me parecía aburrido, hoy por el contrario noto algo diferente.

 

¿Ves lo maravilloso del lápiz?

 

El niño observó el lápiz pero no encontró lo maravilloso.

—Pero si es igual al lápiz del hombre araña que tengo.

—¡No lo creo!  En la vida todo depende como mires las cosas.

Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera, ni su forma exterior, sino lo que lleva adentro y que permite un trazo mucho mejor. Por eso ten cuidado con lo que ocurre dentro de ti porque todo lo que haces dejará una huella.

 

¿Y este borrador?

 

—El borrador te permite corregir aquellas cosas que no escribiste bien y que necesariamente ameritan ser cambiadas.  Igual ocurre en tu vida.  Borra aquellos momentos dolorosos, borra las heridas del corazón porque pueden autodestruirte.  Corrige las acciones equivocadas que hayas tenido, pide disculpas a tus papitos y evita cometer los mismos errores.

 

¿Qué son estas píldoras?

 

—Las píldoras contienen  mensajes motivacionales diarios  que me han surgido en los momentos de silencio interior y que posteriormente comparto con aquellas personas que lo necesitan. Porque hay  momentos en los cuales sólo necesitamos «una frase». Sí, sí una frase para entender el sentido de la vida y cambiar nuestra actitud ante las dificultades que se nos presentan.

 

¿Y por qué llevas los libros animados en 3D que hemos hecho juntos?

 

—El último viernes de cada mes visito la sala de pediatría del hospital. Es un espacio que disfruto mucho porque comparto con los niños enfermos los libros que contigo he leído en las noches. Es maravilloso ver la sonrisa de los niños, olvidándose por un momento de sus dolencias.  A la vez que se está estimulando su imaginación y pensamiento, se cultiva el gusto por la lectura, así como te ha pasado a ti.

 

¿Y el espejo?

 

—Cuando alguien me dice que no cree en los milagros. Saco el espejo para que contemple el mayor portento que existe «La vida» y le digo¡Ese milagro eres Tú¡

 

¿Y los baloncitos de chocolate?

 

—Me gusta compartir los baloncitos de chocolate para endulzar el día de otros y recordar la necesidad que tiene el mundo de amar, abrazar y expresar los sentimientos.  ¡Para eso nunca es tarde!

 

¿Y la agenda?

 

—Para mí es muy importante programar todo, todo es todo, porque esto me permite ser responsable.  Sin embargo, recuerda que hay que vivir el día a día de la mejor manera porque el futuro es incierto.

Apenas se escuchó el suave susurro del niño.

—¿Qué opinas de mi kit?

—Pues que es toda una cajita de sorpresas, pero tengo una inquietud.

 

¿Por qué compartes tu conocimiento y empleas tantas cosas recicladas?

 

—Porque muchas cosas que he recibido han sido por gracia de Dios y me he propuesto no cobrar por ellas. ¡El que da, recibe bendiciones!  Además, el dinero nunca ha sido lo más importante en mi vida, ni lo debe ser para ti. Por eso ¡No dejes que el dinero controle tu vida!

 

Siempre te he insistido en la herencia que voy a dejarte: primero «El conocimiento» porque nadie peleará contigo por él y mucho menos podrán quitártelo y segundo  «un planeta donde vivir». Debes saber que el planeta es tu hogar, un hogar prestado que merece ser protegido. Por eso es vital realizar pequeños cambios individuales para salvarlo, que van a significar un gran cambio para las generaciones futuras y con acciones como reciclar podemos contribuir a que esto ocurra, la invitación urgente es crear conciencia ambiental.

 

Recuerda: ¿De qué sirve el conocimiento y el amor, si no tenemos donde vivir?

 

 

 

Obra registrada

Registro no. 10.543.178

Noviembre 4 de 2015

 

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LOS TERREMOTICOS VARGAS

Soy el menor de cuatro hermanos, y cuenta mamá que mi vida es obra del Señor de los Milagros. Resulta que nací ochomesino y estuve los primeros veinte días de mi vida en una incubadora, además de otras complicaciones. Quizás fue por eso que todos sus cuidados se centraron en mí, y hasta me apodaban “el pollo gigante”. Vivíamos en un barrio humilde llamado Morro Plancho, con escasez de dinero… pero con abundancia de amor y mucha unidad familiar.

Mientras mamá trabajaba nuestra hermana Pato tenía que cuidarnos; ella era un poco torpe. Su peor susto lo tuvo el día de la borrasca del 3 de mayo. Me tenía sentado en la ventana que daba a la calle mientras observaba bajar colchones, zapatos, ollas, cerdos, gallinas confundidos entre el lodo. Cuando de repente metí la cabecita entre los barrotes de la ventana, ella no era capaz de sacármela de allí, entonces desesperada empezó a gritar —¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Por favor!, ayúdenme a sacarle la cabeza a Carlitos y cuando pensó que nadie llegaría, apareció Anita. Sin embargo, su angustia aumentó porque ella era invidente. ¿Que cómo lo hizo? Nunca lo supo, pero logró sacarme la cabecita de entre los barrotes.

Pato era tan torpe y despistada, que otro día la mandaron en la bicicleta a comprar carne y cuando regresó a la casa, —vaya sorpresa— la bolsa estaba vacía. Ni siquiera se dio cuenta en qué momento se le cayó la carne.

En esa época no teníamos televisor y Juanito “mi hermano mayor” hizo uno con una caja inmensa de cartón, los botones eran tapas de gaseosas, las imágenes eran figuritas que íbamos pasando manualmente… Así aprendimos muchas cosas antes de llegar a la escuela.

Cuando llovía torrencialmente, la calle se convertía en nuestra piscina porque cogíamos los neumáticos y nos lanzábamos de bajada, era muy rico chapotear en el agua. Ni qué decir de la “nieve dura” así llamamos la intensa granizada de aquel domingo, las bolas de granizo parecían bolas de ping-pong con las que cada uno llenó un balde y se formó una verdadera batalla campal hasta quedar con los dedos arrugados y morados. Fueron experiencias que jamás se repitieron.

Nos gustaba jugar a la escuelita. Una vez Juanito le dijo a Miguel:

—¡Hagamos un experimento!

—Vale, vale… ¬—dijo Miguel.

—Entonces inflemos una gallina a ver qué pasa —propuso Juanito.

Mientras Juanito sostenía la gallina, Miguel le introdujo la bomba de inflar llantas en la cloaca y empezó a inflarla, sólo unos minutos después todos comenzamos a gritar…, entonces, llegó mamá y dijo —¡Oh, no!… ¡Dios mío!… La mataron… ¡la mataron! Si ella no hubiese llegado en ese momento, se nos muere la pobre gallina. Este sería el último de los experimentos que realizamos juntos.

¿Disfraces de superhéroes?… no… qué tal, escasamente podíamos disfrazarnos de indios y eso porque  la escoba de iraca desbaratada servía como vestido, además nos pintábamos la cara con carbón y los collares eran prestados por la vecina.

Desde niño me gustó negociar, vendía churros, empanadas; en los almuerzos familiares hasta la porción de carne la negociaba. Eso sí, ¡vendía hasta un mojado! Recuerdo que un vecino me regaló una cantidad de mango biche, entonces me pregunté: “¿Qué hago con tanto mango?, ¿dónde puedo venderlos?”.

Al día siguiente falleció una amiga de mamá y ¡sí señor!, se me ocurrió venderlos en el velorio y así fue que los vendí todos.

Miguel y Juanito salían a recoger algodón en las veredas cercanas. A Miguel le iba muy bien, sacaba un buen jornal, pero Juanito… Jum… se acostaba debajo de un árbol de mango a comerse el almuerzo y a dormir. ¡Claro!, estaba en el lugar equivocado porque era el intelectual de la familia

Fabricábamos nuestros juguetes y disfrutábamos los juegos callejeros como el ponchado, yeimi, bolitas, pico de botella y con el paso de los años escondite americano…allí besé a la primera chica en mi vida. Después llegaron las típicas comitivas,  donde el arroz nos quedaba mazacotudo, los maduros se quemaban y la carne se chamuscaba…pero aún así sabía ¡riquísimo! porque todos compartíamos con amor, creando verdaderos lazos de amistad.

Hoy tengo setenta y nueve años, estoy en medio de esta selva gozando de un merecido descanso en la comodidad del chinchorro y al aflorar los recuerdos como si fuera la primavera, puedo decir:

¡¡¡NUESTRA  NIÑEZ FUE GENIAL!!!

Obra Registrada

Registro 10-530-403.

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