¡Shhh!
Calla ausencia, calla,
que tu bullicio llena mi alma con palabras de esfinge.
Mi mente envuelta en tus caricias,
es como el sonido infinito de las noches atentas.
Y mi conciencia rodeada de tus susurros,
desciende a la oscura infinidad de tu afonía.
Calla silencio, calla,
que tu ruido no eclipse mis aposentos,
aún si en éstos,
tu reino habita por largos momentos.
Y, tus gritos, me siguen en el oscuro vacío,
como almas residentes en mis pensamientos.
Oh silencio, ¡calla!
tu presencia tiene un apetito de vida
y yo llevo un aroma a ruda danesa.
Calla noche, calla,
que tu tentación de precipicio,
no toque mis puertas,
que siguen cerradas, por temor de verte cerca.
Permite al sol un nuevo relevo,
al cielo una nueva promesa de oro
y, al hombre…una lejanía de sí mismo.
S. Zúñiga, 2018