Cada una de nuestras desiciones marcan un nuevo comienzo en nuestras vidas,  ya sean buenas o malas, estas  nos dejan una enseñanza, quizas por las noches el sueño se interrumpe por cualquier pensamiento que invane nuestra calma apoderandose de nosotros perturbando la tranquilidad de la que hace solo segundo antes eramos parte.

Muchas veces criticamos cuando la vida nos muestra sus enseñanzas,  gracias a ellas formamos nuestro caracter, siempre he dicho que nuestro pasado es un libro con paginas para guiarnos en un futuro estas  nos hacen ser mejores personas ya que  cada error cometido es una especie de conocimiento  para seguir adelante.

En mi camino durante  la adolescencia aprendi que mis mejores amigos eran solo un trozo de papel y un lapiz, los dos me enseñaron que siempre de algo que causa soledad y dolor se puede aprender algo bueno como lo es escribir, mi pasion por la escritura  nace en mi adolescencia mis padres estaban ocupados en sus trabajos  tenia que refujiarme en algun lugar o hacer algo para digamos ocupar mi tiempo,  sabia muy bien que era lo bueno y lo malo asi que no tenia opciones para hacer lo incorrecto y solo lograr complicar las cosas un dia solo tome una hoja,  un lapiz y comenze a escribir lo que sentia, cada palabra se fue dando de una manera tan natural no sabia si lo que escribia era bueno o malo pero de lo que si estaba segura era de que me ayudaba a aliviar aquella soledad que me atormentaba en ese momento.

Asi nace mi pasion por escribir cada dia que me sentia sola, simplemente tomaba una hoja un lapiz  y comenzaba a escribir, sin tener un tema preparado solo dejaba salir cada palabra, era como un rompecabeza que vas armando en tu mente sin darte de cuenta hasta que a la final me sentia en paz conmigo misma, asi que puedo decir que de algo que me causaba dolor aprendi a armar una cadena de palabras que a la final me ayudaron a amar la escritura y por eso mis dos grandes amigos ahora son un papel y un lapiz,  porque de ellos aprendi que de algo negativo siempre saldra lo positivo.

Solo un pedazo de hoja que el viento se llevo, solo eso quedó y el recuerdo del café de su mirada, ella ni siquiera volteo a verme, su gabardina color ocre se perdió en aquel café típico de las tardes de verano.

Atónito me preguntaba y el silencio no respondía, ante mi vista se asomo un resplandor, un liquido cristalino bajo por mi mejilla y cayo al suelo.

Las hojas se desprendían con facilidad de los arboles a causa del viento, así mis lágrimas inundaban el suelo con su salinidad por la despedida de ella, ella, la mujer de mi vida.